17.12.18

Adviento, tiempo de espera, tiempo de esperanza

Adviento, tiempo de espera, tiempo de esperanza.

María, la llena de gracia, ha dicho SI, y el Verbo crece en su seno, día a día, semana a semana, mes a mes

¿Cómo sería el tiempo de esa espera en María?

La llena de gracia, ¿qué ocurriría en su intimidad? El Dios Hombre se forma en ella en un clima de radical amor maternal.

¿Cómo crecería ese amor en el corazón de la joven María? ¿Cuál sería su densidad, su hondura, su ternura…? Así, durante nueve meses, hasta la noche más plena de los tiempos, cuando los ojos amorosos de una madre joven ven la cara del nacido, la cara de su hijo, el rostro de Dios

Yo me uno a esa espera, sintiéndome con María esperanza. Un infantil atrevimiento me lleva a pedirle que mi espera sea en su corazón, que me permita crecer en su corazón como su hijo creció en su seno, que experimente la hondura, la densidad, la ternura de su amor. Que mi crecer sea coexistente con el crecer de su hijo, ya que su maternidad es sin límite, universal; pero mi filiación respecto a ella sé que es radicalmente personal. Su corazón creado en plenitud de gracia posibilita un amor esencialmente plural, pero al mismo tiempo radicalmente personal.

Maravillas del adviento, tiempo sencillo, tiempo discreto, alegre, entrañablemente íntimo, pero de honduras y riquezas sobrenaturales inauditas.

Nos toca a cado uno descubrir, con la ayuda de María las delicias de poder esperar en su corazón.

Gerardo González

28.11.18

«Soy un joven español con tendencias homosexuales [...] La Iglesia tiene razón respecto de la homosexualidad»

 

Un joven, que ha preferido permanecer en el anonimato, ha compartido con InfoCatólica su testimonio a raíz de las críticas que ha recibido el nuevo Secretario de la Conferencia Episcopal Española. Como él mismo manifiesta, « sufro atracción hacia personas del mismo sexo desde los 13 años y no me ofenden las palabras ni del Magisterio, ni del Papa Francisco ni de Argüello. Es más, me dan paz y me confirman en la fe»

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Hace unos días el secretario general de la Conferencia Episcopal Española (CEE), Mons. Luis Argüello, defendió el derecho de la Iglesia a poder seleccionar a sus candidatos al sacerdocio entre quienes estén dispuestos a ser célibes y «que se reconozcan y sean enteramente varones, por tanto, heterosexuales». Las palabras han sembrado la polémica y han sido discutidas por medios de comunicación laicos y católicos, siendo por ejemplo bastante criticadas en la edición del viernes 24 de noviembre del programa «La Linterna de la Iglesia» de la emisora de radio de los obispos españoles.

Muchos se han levantado, también dentro de la Iglesia, «en defensa de las personas homosexuales», criticando y cuestionando las palabras del Obispo Luis Argüello, yendo, en fin, en contra del Catecismo, los documentos de la Iglesia sobre el discernimiento vocacional y contra el mismo Papa Francisco que, un encuentro con los obispos italianos, fue muy claro sobre la posibilidad de admitir en el seminario a candidatos con tendencias homosexuales: «Si tienen la más mínima duda, es mejor no dejarlos entrar».

Pues yo soy un joven español con tendencias homosexuales, con una posible vocación al sacerdocio y apoyo lo que dijo Monseñor Luis Argüello.

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18.10.18

Carta abierta a los obispos de Comodoro-Rivadavia respecto a los ataques feministas de Trelew

 

Un ataque con bombas molotov al edificio de la municipalidad de Trelew y pintadas a una iglesia dedicada a María Auxiliadora, marcó el 33° Encuentro Nacional de Mujeres (ENM) realizado del 13 al 15 de octubre en la Patagonia de Argentina.

El encuentro se llevó a cabo en la ciudad de Trelew, provincia de Chubut, y se centró especialmente en la promoción del aborto y de la ideología de género.

Así, el domingo 14 se realizó una marcha por las calles de la ciudad con consignas a favor de la legalización del aborto y la separación Iglesia-Estado. Durante esta manifestación un grupo de feministas hizo un «tetazo colectivo» frente a la parroquia María Auxiliadora y la municipalidad de Trelew y realizó diversos ataques.

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6.02.18

Nazaret

Hoy es un día especial. Todos los 31 de enero lo son desde hace once años. Porque hoy hace años que nos asaltó el acontecimiento más impactante de nuestras vidas. Muchas veces me habéis preguntado, queríais saber más sobre nuestra experiencia en este sentido…y hoy me ha parecido un buen día para hacerlo. Quiero hacerlo bien, sin entrar en tecnicismos ni términos médicos. Omitiré también algunas reacciones de algunos médicos, y el trato que nos dio alguno de ellos, porque ésto no pretende ser un post de denuncia y quiero, que a pesar de todo, nos quedemos con lo bueno. Quiero hacerlo desde el corazón. Espero ser capaz de transmitiros lo que supuso y supone para nosotros aún cada día. Creo que voy a abriros las puertas de mi corazón más allá de lo que había pensado, y me aterra un poco, pero pienso que conocer la verdad de esta historia podría ayudar a quien haya pasado o pasa por lo mismo…y con que una sola persona se sienta reconfortada por este testimonio, habrá merecido la pena. Es otro tono distinto que al que os tengo acostumbrados, lo sé…pero la ocasión así lo pide. Vamos allá.

La historia de Nazaret comenzó un año antes de su llegada. Porque el 10 de febrero de 2006 nació nuestro tercer hijo, Fernando. El día de su nacimiento, y las semanas que le siguieron, fueron nuestro primer contacto con el sufrimiento real desde que nos casamos cinco años antes. Fernando fue prematuro (es el siguiente parto en la serie, así que ya os contaré con más detalle), y aparte de la prematuridad tuvo serias complicaciones derivadas de su ingreso, que fue larguísimo. Resultó contagiado de una meningitis bacteria que le tuvo al borde de la muerte…imaginaos, tan pequeño…gracias a Dios superó todo aquello, y pese a los malos pronósticos, salió de aquello sin apenas secuelas. La secuela más grande había quedado en nuestros corazones, eso sí. Es cierto que durante todo el proceso de su enfermedad e ingreso, que fue largo, tedioso, y lleno de subidas y bajadas, yo me sentí fuerte, y muy sostenida. Pero cuando pasaron unos meses, y viendo que el niño salía adelante, empecé a tener miedo. Miedo de pasar otra vez por lo mismo. Las que hayáis pasado por algo así me entenderéis. Ver sufrir a un hijo, y más cuando es un bebé, Tan inocente, tan frágil…despierta en tí una sensación de impotencia que no se puede explicar con palabras. No quería de ningún modo volver a pasar por aquello. Y por eso decidí que no quería más hijos. Si no había bebé, no había sufrimiento posible, esa ecuación tan chula me monté en mi cabeza.

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30.01.18

También en nuestra casa caminamos hacia el martirio

San Antonio Abad, cuya fiesta celebramos hace poco, decidió irse al desierto en búsqueda de la santidad. Ya que hasta entonces el martirio se veía como la única fuente de santidad, y por aquella época había desaparecido, el Padre del Monacato encontró una nueva forma de “martirio”, de testimonio[1]. Santa Teresa afirmaba que existen dos tipos de mártires en el mundo: Los mártires “a espada” –esto es, aquellos que dan literalmente la vida por Cristo en un acto puntual de amor heroico- y los mártires “a alfilerazos” –estos son los que dan su vida, metafóricamente, poco a poco, día a día, en un continuo acto de amor a Cristo-. De este segundo tipo de martirio quería hablaros hoy; porque si bien es cierto que el martirio a espada prácticamente ha desaparecido en el mundo occidental del s. XXI, el martirio a alfilerazos está más presente que nunca debido a la inmensa persecución social y política a los cristianos. Y aunque por suerte o por desgracia el martirio de concepción clásica sigue muy presente en el mundo oriental, me dirijo a un público occidental, que en muchos de los casos no sabe interpretar el momento que está viviendo.

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