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13.05.16

Carta de apoyo a nuestro párroco valiente (Argentina)

Sr. Luis Fernando Pérez

Director de Infocatólica

Hermano en Cristo:

Le saluda un asiduo lector de Infocatólica. Los felicito por su valiente labor de difusión de la fiel doctrina católica y de los ejemplos de tantos católicos alrededor de todo el mundo que dan su vida por Cristo Rey.

Le escribo con el objetivo de que se conozca el caso de nuestro cura párroco que por estos días está siendo linchado mediáticamente en todos los medios locales y nacionales por promover la castidad y el pudor en la feligresía católica del pueblo de Lima, Provincia de Buenos Aires, Argentina. Quisiera que se conozca la verdad a través de un medio como Infocatólica que es objetivo y justo y que el ejemplo de este sacerdote sirva para que otros sacerdotes se animen a salir de la tibieza y defiendan la Eucaristía, defiendan la Casa de Dios y ayuden a recuperar el sentido de lo que es sagrado. Todo lo que le voy a relatar lo puede confirmar en los enlaces adjuntos:

Desde hace mucho tiempo el Padre Carlos Scarlata y un grupo de fieles hemos estado preocupados por las constantes y frecuentes faltas de respeto a la casa de Dios y a la Eucaristía por parte de algunos fieles, principalmente mujeres, que con sus vestimentas sumamente provocativas ofenden al Santísimo y son ocasión de tentación para los hombres que asisten a la Misa. El Párroco pidió en repetidas ocasiones asistir al templo modestamente vestidos, sobre todo a las mujeres. Este verano pasado (diciembre 2015-enero-febrero 2016) fue insoportable la audacia de las modas de las “cristianas” al punto que el Párroco y algunos fieles tuvimos que colocar carteles muy específicos  indicando la vestimenta no permitida dentro del templo. Estos son los carteles que desataron la ira de una parte de la población.

Algunas mujeres hicieron caso omiso a las homilías y a los carteles, por lo que el párroco, con el apoyo de algunos fieles, comenzó a pedir muy discretamente a algunas mujeres que se retiraran del templo, fueran a su casa a cambiarse y luego volvieran. Esto generó reacciones diversas, la mayoría aceptó la corrección fraterna pero un pequeño grupo se molestó y persistió en su conducta, incluidas algunas “catequistas”. Esa conducta se presentó también en las niñas que asisten a la catequesis, a las cuales sus madres las visten frecuentemente con calzas, pantalones cortos, ropas ajustadas, etc. El problema más serio comenzó cuando algunos catequistas preocupados del tema, con el apoyo del sacerdote, exigieron a las madres mandar a sus hijas vestidas decorosamente. Esa condición generó quejas de un pequeño grupo de madres que se negaron en reiteradas ocasiones a acatar la regla. El conflicto más grave se generó porque un grupo de madres comenzó a pedir a través de las redes sociales que destituyan al párroco y no conformes con eso, llamaron a medios locales para calumniar al sacerdote y para pedir su remoción, tal como lo pueden ver en los siguientes enlaces:

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2.05.16

En el tanatorio

Hace unos días tuve que ir al tanatorio, lo que empieza a ser habitual. La verdad es que estaba lleno. No exagero si podría haber unas mil personas en total.

Al terminar de saludar a los allegados del difunto, entré en la capilla para rezar un rato. La capilla en cuestión -más bien un oratorio, por el tamaño- tiene capacidad para unas 400 personas y está situada en uno de los pasillos centrales del tanatorio. Vamos, que no hay que buscarla para encontrarla.

Pues allí me puse a rezar. 40 minutos a media distancia entre el Sagrario, al frente y la puerta a mi espalda. Según pasaba el tiempo, empecé a pensar en cuánto tiempo tardaría en entrar la próxima persona, pero allí no entraba ni un alma. Por fin al cabo de un rato entró un grupo de seis o siete personas de mediana edad. ¡Qué sorpresa cuando entraron! y… ¡Qué sorpresón cuando pregunté! No, no, no iban a rezar, ni a celebrar una misa, sino a hacer una cosa que se llama despedida civil. Allí entraron todos juntos, pasaron por delante del sagrario como si nada y -en este momento me hicieron salir- abrieron el féretro para despedirse del difunto. Pocos minutos después salieron todos, en silencio y cabizbajos. Luego entraron unas señoras a limpiar, que se llevaron un susto de muerte al ver a alguien en la capilla (lo digo de verdad, gritaron y todo) y, pasando por delante del sagrario varias veces, terminaron su faena. Poco después me fui.

Al salir vi otra vez lo de antes, las mismas caras tristes, la misma gente desgarrada de dolor, familias destrozadas sin saber qué decirse y mucha, pero que mucha gente, sin esperanza. Vidas rotas que no encuentran consuelo porque no tienen una razón para vivir y porque no tienen una razón para morir.

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