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6.02.19

(238) Lobos en la playa –la misa panameña de Mons.Oscar Miñarro-

Miñarro4Guardaos de la levadura de los fariseos, que es la hipocresía. Mas nada hay tan oculto que no se haya de manifestar, ni tan secreto que al fin no se sepa. “. (Lc.12, 1)

Aunque ya se ha difundido en otros sitios, no nos parece ocioso ni tardío referirnos a la Misa celebrada por Mons. Oscar Miñarro (obispo de la diócesis argentina de Merlo-Moreno, responsable de la Pastoral de Juventud Nacional y de quien ya nos ocupamos en otro post) en el marco de la última JMJ, en la PLAYA (parece que a la hora de elegir las periferias, ésta goza de cierta preferencia, por sus mayores posibilidades de “vestir al desnudo”…).

Aunque nos gustaría mucho más abordar varios temas “positivos", lo hacemos pensando en la extrema confusión que hoy padecen  muchísimos hermanos nuestros sinceramente y de buena fe, que nos tachan de preconciliares, cismáticos, cerrados, y que andan como mareados, sin saber si sus brújulas se han vuelto locas o si le han dado la vuelta  las coordenadas. En atención a ellos, que los hay y nos consta, preferimos citar a la propia Iglesia, que no depende de nuestros gustos particulares, sean de laico o consagrado.  

La publicación de estas imágenes no responde a un afán de sensacionalismo, sino a la reflexión del centro mismo de nuestra fe, porque aunque parezca mentira, aún hay fieles que no saben que hay lobos con ropaje de pastores esquilmando a las ovejas y agraviando el tesoro más preciado de la Iglesia. Este tesoro no les pertenece para manipular a su antojo, sino que su custodia les ha sido confiada como a servidores.

Y la reparación es necesaria, sí, pero también saber quién es quién, para no torcer el rumbo. Y no se puede saber quién es quien, si además del anuncio callamos las denuncias, a tiempo y a destiempo.

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18.01.17

(156) Defensa del pudor y pedagogía del corazón (A.Caponnetto) II: Educación para un amor casto

viviendaEn la segunda parte de esta conferencia -a nuestro juicio la más sabrosa-, Antonio Caponnetto se refiere al pudor en el lenguaje, el vestido y la vivienda, desembocando en la relación íntima entre pudor y ateísmo, por su abolición de la intimidad, imprescindible para la relación con el Creador.

Tras revisar los pecados contra el pudor, especialmente en nuestra cultura, culmina refiriéndose al amor casto, y a la defensa de ellos por medio de la educación del pudor entre niños y jóvenes, tarea urgente como pocas entre las familias cristianas.

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13.01.17

(155) Defensa del pudor y pedagogía del corazón (Antonio Caponnetto)

alegoria del pudorGracias a la generosa disponibilidad de algunos colaboradores del C.F. San Bernardo de Claraval -en este caso, de mi querida ahijada Manuela Pinzón-, estamos tratando de digitalizar algunas de las muchas conferencias que integran los ya 19 Encuentros de Formación Católica de Bs.As., y que hasta ahora sólo disponíamos en archivos de audio (* al pie el temario completo).

Dado que en Buenos Aires estamos en pleno verano, en que campea la impudicia en modas y costumbres, parece oportuno que sea ésta la primera que publiquemos, correspondiente al Encuentro de diciembre 2016.

De paso, a quienes conociéndolo poco, creen que Antonio Caponnetto sólo se ocupa de temas históricos y polémicos, valga esta muestra de una temática moral y espiritual para profunda edificación y regocijo de nuestros lectores.

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31.12.16

(151) 2017, Centenario de Fátima, ¿cómo celebramos su comienzo?...

FatimaGobbiEl Nuevo Año viene siempre preñado de expectativas, pero sobre todo cumpliéndose en unos meses el Centenario de las apariciones de Ntra. Sra. de Fátima, y precipitándose una serie de acontecimientos eclesiales más que significativos.

Con este “telón de fondo”, no es ocioso plantearse cómo celebrar este Fin de Año y comienzo del que llega. Sabemos que más de una familia se lo ha planteado a menudo, tratando de remar “contra corriente” en medio de un ambiente para nada favorable a la coherencia cristiana, que se ha apropiado de nuestras Fiestas, pero vaciándolas de su espíritu genuino, y adulterándolo todo.

Aunque hace un par de años publiqué ya algunas de estas citas, las vuelvo a compartir con mis lectores, como para tenerlas en cuenta en nuestros criterios de “celebraciones navideñas".

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8.09.14

(49) Nuestros hijos y el canto de las “sirenas Violettas”…

“Dejad que los niños vengan a Mí, y no se lo impidáis

porque el Reino de los Cielos pertenece a quienes son como ellos” (Lc.18,16)

violettyCo.

Hay padres y educadores a quienes si uno les pregunta, manifiestan cierto interés, hasta entusiasta, en que sus hijos vayan al Cielo. Y si uno les dice que para ir al Cielo, sus hijos deben cumplir los mandamientos, todavía asienten, sin mucha réplica.

Pero cuando uno toma uno por uno los mandamientos, y señala la necesidad de que los niños empiecen a vivir cotidianamente en un ambiente que posibilite esa vida cristiana (de esto se trata), y se advierte que eso conlleva una renuncia a actitudes, gestos, modas, diversiones que no tienen nada que ver con el Evangelio… la cosa se pone más “peliaguda”, y se empieza a fruncir el ceño.

No robar y no matar está muy bien, pero…si uno “tiene que” faltar a misa por algún otro “compromiso familiar” algún domingo…”¡Dios no va a ponerse en contra de la familia!¡la tía quiere que estemos temprano para almorzar”

Y si los chicos de hoy van a bailar habitualmente con sus amigos…y el tipo de bailes que se estila es inexorablemente provocativo y hasta groseramente insinuante sexualmente, “¡bueno, es lo que se usa, la nena no puede quedarse arrinconada!”

Y si las jóvenes suelen vestirse hoy de un modo muy “científico” (es decir, promoviendo el uso del microscopio para ver sus prendas)…”¡no podemos pretender que salgan como monjas!”

Y si mañana tienen que recurrir a la mentira o al robo (eufemísticamente llamado coima) para salir adelante en ciertos momentos de la vida…”¡uno no puede vivir en una burbuja!”

Y la verdad es que como padres, nadamos entonces en la hipocresía, enseñando a nuestros hijos a hacerlo en todos los estilos, hasta para competir en las Olimpíadas.

No es verdad que nos importe tanto que nuestros hijos vayan al cielo, si desde la preadolescencia no nos esforzamos en impregnar su  ambiente y costumbres con la lógica del Evangelio, que -hay que decirlo con todas las letras- es una lógica diametralmente opuesta a la del mundo. No es la lógica de la conveniencia, ni de la moda, ni del éxito fácil, ni del aplauso. Y no puede carecer, por supuesto, de la Cruz. Para nosotros, como padres,  y para ellos.

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