(100) El imperativo democrático

democEste 25 de octubre será para muchos católicos argentinos, un día sagrado. Pero no por ser domingo, ni por la clausura del Sínodo, sino porque nuevamente habrá aquí elecciones presidenciales…! 

Ahora bien, sabemos que la Iglesia «en virtud de su misión y naturaleza, no está ligada a ninguna forma particular de civilización humana ni a sistema alguno político, económico o social” (Vat. II, GS 42d). Habida cuenta de esto, parece muy poco razonable que se inste a los fieles a proponer uno u otro sistema como preferente por sí mismo, como condición sine qua non para cumplir con la conciencia cristiana.

Más llamativo e irracional resulta esto si se tiene en cuenta  que la Iglesia también ha enseñado que algunos sistemas políticos son conciliables con el orden natural y la fe católica, pero otros NO, y no es neutral ante ellos, sino que los ha denunciado y combatido explícitamente. Fundamentalmente, hay que tener presentes, porque no han perimido, de 1878, Quod apostolici muneris (contra el socialismo laicista); 1888, Libertas præestantissimum (contra el liberalismo); 1937, Mit brennender sorge (contra el nazismo); 1937, Divini Redemptoris (contra el comunismo); etc.  Pues hay que seguir afirmando -hoy más que nunca- que el liberalismo es pecado, y que el marxismo es intrínsecamente perverso (esto es, diabólico), y cuando un sistema está inficionado hasta la raíz de sus principios, lo más perfecto ha de ser rechazarlo. Porque donde no hay verdad no puede defenderse la vida, ni las condiciones para que ésta se desarrolle plenamente, según la voluntad de Dios.

Hace un tiempo, el p. Iraburu, en la interesante serie acerca de los católicos y la política, recordaba que

La Iglesia no debe ligarse a ningún régimen político concreto, como si él fuera de suyo el mejor, el que ella prefiere. San Pío señalaba que «hay un error y un peligro en enfeudar, por principio, el catolicismo en una forma de gobierno» (1910, cta. Notre charge apostolique 31).Y cuando por un tiempo una Iglesia local o una parte del pueblo cristiano ha incurrido en ese error, se han seguido muy graves males. No hay que sacralizar la monarquía, ni satanizar la república. Tampoco hay que adorar la democracia, y mucho menos la democracia liberal pluripartidista, ni deben ser consideradas ilícitas las otras formas de gobierno.

Sin embargo, hace algunas décadas la Conferencia Episcopal Argentina se ha empeñado en hacer creer a los argentinos que la defensa de la democracia, incluso hasta la más liberal y abyecta, es el primer mandamiento de todo bautizado que quiera ser buen ciudadano, de modo que la enunciación explícita del “imperativo democrático” sería una suerte de “supra-mandamiento”: “Ama a la democracia por sobre todas las cosas. Ser perfecto es amar y defender la democracia por sí misma y a todas las demás cosas (incluida tu religión y tus dioses) por amor a Ella”.

Nos encontramos entonces con todo un conjunto de “virtudes democráticas” que no son sino falsificaciones de las virtudes genuinas, en las que el Bien (propio y ajeno) es faro rector de toda acción libre del hombre.

Lo cierto es que de esta manera, la forma mentis del cristiano viene siendo sometida a un cimbronazo permanente, como si camináramos sobre arena movediza. ¿Es este el modo apto para un camino “en ascenso”?. La “columna vertebral” espiritual, que nos debería permitir mantenernos erguidos frente al mundo y sus máximas como antorchas encendidas, va siendo sistemáticamente sometida a inyecciones periódicas para que tarde o temprano se derrumbe (algo así como la termita con que se prepararon los derrumbes-implosión  de las torres gemelas).

El católico que se resista a este proceso de “ablandamiento” será tachado paulatinamente de fundamentalista, cerrado, ultramontano, anacrónico, nostálgico, ignorante, etc., etc. Pero lo más lamentable y lacerante es que este tipo de censura ya no provenga únicamente del mundo, sino de los mismos pastores, que deberían fortalecernos y ampararnos.

Suponemos entonces que nuestros obispos deben haber sido los primeros “ablandados” ya desde los Seminarios o congregaciones donde se han formado (miremos los programas de formación de los consagrados, con severas deficiencias no sólo teológicas sino en filosofía y en historia, y tendremos la respuesta a muchísimos interrogantes que hoy dejan a  muchos perplejos).

Y así muchos irán mañana celosamente a cumplir con su “deber ciudadano", guiados por la última declaración de la CEA sobre estas elecciones, titulada “Elecciones, servicio al bien común”, en que vuelve a encomiar el valor de la democracia como “una conquista que no puede ponerse en riesgo por la existencia de prácticas que puedan socavar su legitimidad. Nos interesa la consolidación y desarrollo de nuestro sistema democrático en paz.

Como coro de la corrupción instalada cada vez con más saña en el sistema electoral, prosigue la declaración:

“El pueblo argentino vive un año de especial significación cívica con una agenda electoral intensa que representa el ejercicio soberano de la voluntad popular. Se expresa así la “Nación que queremos”.

Lamentando que el proceso eleccionario se desarrolle en un “clima de agravios, sospechas y denuncias que debilitan la credibilidad de personas e instituciones”, sugiere que  (…) no deberían escatimarse esfuerzos en orden a mejorar los procedimientos, asegurar la transparencia y evitar todo tipo de sospechas que terminen provocando desconfianza y acentúen las divisiones entre los argentinos”, limitándose a esperar  “Que ningún signo de violencia o intolerancia ensombrezca el acto eleccionario y, al mismo tiempo, esperamos actitudes de nobleza para reconocer y respetar la legítima y soberana voluntad popular”.

No importa si las sospechas son sobrecogedoramente fundadas, con extensas pruebas de la corrupción de los candidatos propuestos.

No importa el robo, la mentira y la traición, el asesinato de inocentes, la injusticia y la impunidad más grosera.

No hay que mirar lo que vemos, ni prestar oídos a lo que ensordece.

Hay que seguir bailando como ebrios, celebrando la inmundicia, porque se supone que de eso se trata “la paz que buscamos”… No es la paz de Cristo, desde ya, sino la de los cementerios.

¿Se nos propone tal vez la conversión al Evangelio, a la Verdad, a la defensa de la vida y la familia, haciendo mención explícita del orden natural, pisoteado escandalosamente por doquier? ¿Importa en algo la presencia de Cristo, a quien se ha ido borrando de la vida pública cada vez que no resulta funcional al régimen? Nada de eso:

Frente a ello sólo cabe recomponer una actitud de respeto, de diálogo sincero y de participación comprometida. Es necesario (…)  una cultura del encuentro que facilite la amistad social. Así podremos vivir las elecciones como un acontecimiento esperanzador, que refleje el nivel cívico de un pueblo que va a las urnas con la convicción de que es el mejor modo de expresar la voluntad de ser una Nación cada vez más inclusiva para todos los argentinos.
De este acontecimiento, que debe ser una auténtica fiesta cívica en el marco de la Constitución Nacional, son garantes el Estado, los Partidos Políticos y los Ciudadanos. A cada uno le corresponde un papel y una responsabilidad que hacen al bien de la República. Todos somos responsables, nadie puede sentirse ajeno…”

“Amistad social” entre el lobo y el cordero. Festejemos, porque las promesas mesiánicas se harán posibles gracias a la virtud democrática y a la legítima y soberana voluntad popular, por supuesto infalible… ¿Qué tal si hacemos un poco de historia, para recordar los regímenes criminales que subieron por esa dichosa voluntad? 

Por lo menos hablan de “fiesta cívica”, y no “fiesta religiosa”, pero todo llega, si seguimos a este paso…

Al cierre de la declaración, entonces, llegamos al clásico “sí pero no”, al que ya estamos habituados:
“Los ciudadanos, en el ejercicio de nuestra libertad y derechos, tenemos que conocer y discernir sobre las propuestas que mejor respondan a nuestros principios y convicciones, como así también sobre la idoneidad y coherencia de las personas que buscan nuestro voto. Todos tenemos derecho a desear un país mejor.”

¿Cuáles son los principios y convicciones que se supone debe haber en la grey católica?

¿Y qué hacer cuando en las “personas que buscan nuestro voto” no hay ni idoneidad ni coherencia como para merecer el gobierno de una nación a la que aspiramos legítimamente?

Una de dos, entonces. O los católicos dejan de ser católicos, porque ya han desistido de los principios, o los pastores -si son católicos- denuncian, y advierten a sus fieles acerca de las condiciones pésimas de estas elecciones, sin mirarlas como una “fiesta”, proponiendo a todos su celebración.

Los obispos de Haití, -pese a ser país consagrado al demonio-, han tenido en estas mismas circunstancias la honestidad de señalar claramente, que “según la experiencia de la Iglesia Católica, la lógica del ‘partido’ divide más que une. La misión de la Iglesia es unir, crear una comunidad unida, no separarse como hacen los partidos.”

Pero la principal unidad se da en la Verdad, que aquí hace rato ha dejado de predicarse con claridad.

Allí asomará entonces alguno: “¿Pero es posible alcanzar la santidad si no se es profundamente democrático?”…Porque esa es la cuestión. A tal punto van llegando las cosas en la manipulación ideológica de las conciencias, que si algún fiel osara cuestionar la democracia en un momento de lucidez, tal vez correría al confesionario temiendo haber sido presa de una tentación satánica, cosa que claro, no haría por el uso de anticonceptivos, o por ver espectáculos “artísticos” blasfemos, o por vivir en adulterio -en buena conciencia-, o por promover la “tolerancia” hacia la sodomía. Porque hoy, en que hasta los mandamientos deben ser debatidos y “consensuados”, nadie ose tocar el Sacrosanto Consenso y Voluntad Popular.

Hace unos años, el Papa pedía a los católicos que tuviesen en cuenta a la hora de elegir a sus gobernantes, los principios no negociables en la vida pública y que no son verdades de fe sino de orden natural , es decir, no son una meta o fin político sino una BASE para su ejercicio, a saber:

1. Vida  La persona es sagrada e inviolable, desde la concepción hasta la muerte natural.
2. Familia reconocimiento y promoción de la estructura natural de la familia, como unión entre un hombre y una mujer basada en el matrimonio, y su defensa contra los intentos de equipararla jurídicamente a formas radicalmente diferentes de unión.

3. Libertad de enseñanza  Los padres tienen el derecho y el deber de educar a sus hijos. Son ellos -no el Estado, ni los empresarios educativos, ni los profesores- los titulares de ese derecho, que nadie puede conculcar.
4. Bien común  El Estado está al servicio de la sociedad y no al revés. El papel de la autoridad es ordenar la comunidad política no según la voluntad del partido mayoritario sino atendiendo a los fines de la misma, buscando la perfección de cada persona, aplicando el principio de subsidiariedad y protegiendo al más débil del más fuerte.

La Red Federal de Familias (ojalá en nuestra Jerarquía hubiese voces tan claras) advierte que desde la creación de la Red

“la vigencia de esos principios ha sido prácticamente desterrada de nuestro sistema legal e institucional, por la acción de los diversas instituciones y órganos políticos, con el apoyo cada vez más comprometido y cómplice de los medios de comunicación masiva y de opinión, de muchos de los cuales el Estado es propietario, por sí o por conocidos personeros suyos. (…) Todo ello bajo la servil sumisión a la presión de los organismos, asociaciones e intereses internacionales, con despreciable abandono del ejercicio de la Soberanía Nacional por parte de la Argentina”,

Pero el camino de la renuncia es un inmenso tobogán con cantos de sirenas, y son muchos los que comienzan por creer que hoy “sólo” se trata de callar el nombre de Cristo o esconder la Cruz (¡ni hablar de Cristo Rey!) esgrimiendo el respeto y la tolerancia, y mañana terminarán cediendo a todas las pretensiones de la ideología de género, buscando siempre la “quinta pata al gato” para acallar sus conciencias, justificando la cuadratura del círculo.

Y bien: ante la aceptación de la necedad como sistema, parece que no cabe sino la obediencia ciega, y la suspensión de todo juicio, con un progresivo temor a pensar.  Pero no se puede ser una cosa y su contraria al mismo tiempo, y por muchos malabares que se intenten no se puede servir al Evangelio mientras se brega por un “orden” que pretende alinear a Cristo junto a Buda, la Pachamama y el mismísimo Lucifer, porque hay que ser democráticos a toda costa, para una “pacífica convivencia”.

¿Cómo hace un cristiano de HOY para defender aquellos principios no ne-go-cia-bles (QUE SOLO SON UN PISO), cuando el imperativo democrático nos impone el vivir negociando, mirando con indulgencia a quienes relativizan su escarnio cotidiano en la educación, las leyes, la familia, los medios de comunicación, la economía, y todo orden de la vida?

Lo cierto es que en las elecciones presidenciales de mañana, aunque no hay ni UN solo candidato real que sostenga realmente los principios básicos señalados, nuestros pastores siguen empujando al rebaño a las fieras, proponiendo como obligación cuasireligiosa el sufragio, y sacralizando por doquier la voluntad popular.   verdadmentir

“¡Viva Barrabás! ¡Crucifíquenlo! Esto es lo justo y encomiable, porque así lo quiere el Pueblo, la voz de Dios…”   ¿De verdad a nadie le repugna?

Tal vez, como decía una señora de mi parroquia, muy “piadosa y carismática”, seguramente llena del Espíritu Santo, a quien le caía muy bien el candidato Sergio Masa: “Sí, es abortista…¿pero quién no lo es, hoy en día?”  Lo que hiela la sangre es el acostumbramiento a la mentira, por parte de los presuntos hijos de la luz. Y es irónico que mientras por una parte se esgrime la “adultez”, por ej. para imponer la Comunión en la mano, o para “desmitificar” los milagros de Nuestro Señor, a muy pocos pastores se les ocurre proponer el mismo juicio crítico a las contradicciones de ciertas “pastorales”.

Para quienes se han querido enterar (pueden ir al boletín NOTIVIDAAño XV, Nº 985, 22 de septiembre de 2015), se han presentado con meridiana claridad las trayectorias y propuestas, que nos deberían convencer de que cuando no hay Bien, no hay que elegir, máxime en un sistema que ha demostrado sobradamente el haber hecho del fraude un modus vivendi, para mantener la corrupción a cualquier precio. No es que aquí haya fraude: el sistema es ya un colosal fraude, fiesta del padre de la mentira.  

Y la doctrina del mal menor, cuando se trata de vidas humanas, es una infamia, pero si no se puede conciliar el sueño sin poner un papelito en un cajón, estimados lectores, busquen a Peter Pan, para que nos lleve al país del Nunca Jamás. ¿Pero acaso se puede vivir  eligiendo la mentira como norma de vida?

Sólo la Verdad nos hace libres, y sin Ella (que es Cristo), NADA podremos hacer.

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Infocatólica agradecerá vuestra generosa colaboración; le sugerimos cómo hacerlo.

16 comentarios

  
Antonio1
Catecismo de la Iglesia Católica:
1904 “Es preferible que un poder esté equilibrado por otros poderes y otras esferas de competencia que lo mantengan en su justo límite. Es éste el principio del «Estado de derecho» en el cual es soberana la ley y no la voluntad arbitraria de los hombres” (CA 44)

1907 Supone, en primer lugar, el respeto a la persona en cuanto tal. En nombre del bien común, las autoridades están obligadas a respetar los derechos fundamentales e inalienables de la persona humana. La sociedad debe permitir a cada uno de sus miembros realizar su vocación. En particular, el bien común reside en las condiciones de ejercicio de las libertades naturales que son indispensables para el desarrollo de la vocación humana: “derecho a actuar de acuerdo con la recta norma de su conciencia, a la protección de la vida privada y a la justa libertad, también en materia religiosa” (cf GS 26, 2).

1915 Los ciudadanos deben cuanto sea posible tomar parte activa en la vida pública. Las modalidades de esta participación pueden variar de un país a otro o de una cultura a otra. “Es de alabar la conducta de las naciones en las que la mayor parte posible de los ciudadanos participa con verdadera libertad en la vida pública” (GS31).
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V.G.: Muchas gracias por las citas, a las que por supuesto, no hay nada que objetar.
Ahora bien:
La democracia "no puede favorecer la formación de grupos dirigentes restringidos que, por intereses particulares o por motivos ideológicos, usurpan el poder del Estado" (1991, enc. Centesimus annus 46).
"En la base de loa valores no pueden estar provisionales y volubles “mayorías” de opinión, sino sólo el reconocimiento de una ley moral objetiva que, en cuanto “ley natural” inscrita en el corazón del hombre, es punto de referencia normativa de la misma ley civil». Por eso, cuando «el escepticismo llegara a poner en duda hasta los principios fundamentales de la ley moral, el mismo ordenamiento democrático se tambalearía en sus fundamentos, reduciéndose a un puro mecanismo de regulación empírica de intereses diversos y contrapuestos… En una situación así, la democracia se convierte fácilmente en una palabra vacía" (1995, enc. Evangelium vitæ 70).

Ud. me explicará cómo se ha cuida el bien común, pisoteando la ley natural...
25/10/15 8:22 AM
  
Martin Ellingham
Virginia:
Estoy de acuerdo con un 90% de lo que dice (tal vez con más).
Permítame hablar del 10% acerca del cual creo que disiento. Lo haré planteándole un caso práctico: ud. sabe cuál es el sistema político vigente en la China de hoy, con un régimen político de partido único (el comunista) y toda una legislación anticristiana. En ese contexto, se presentan dos candidatos, ambos comunistas, para un cargo público: Lin, partidario de tolerar a los católicos y a su culto público, por parecerles una minoría insignificante a la cual desprecia; Lan, favorable a una prohibición absoluta del catolicismo y el encierro de los fieles en campos de concentración.
¿Qué debe hacer un católico en esas circunstancias? ¿Abstenerse para no ser cómplice del sistema perverso? ¿O debe votar a pesar del sistema perverso? Si vota, ¿a quién debe votar si los dos candidatos pertenecen al mismo partido, el comunista y oficialmente ateo? Además, resulta que ninguno de los dos candidatos sostiene los principios no negociables, porque son ateos y comunistas. La única diferencia es que Lin es tolerante con la Iglesia y Lan perseguidor.

Respecto de la Argentina, creo que antaño (1931) los obispos eran más claros en la exposición de la doctrina y concisos en sus indicaciones pastorales:
“1º.- Los que tienen derecho de votar están obligados, por regla general, a ejercitar su derecho, siempre que no se interponga algún obstáculo de gravedad proporcional a la importancia de la elección; porque la abstención se convertiría en complicidad y en responsabilidad ante Dios, siempre que ella pueda contribuir al triunfo de un candidato indigno o a la derrota de un candidato notablemente mejor.
2°.- Entre varios candidatos o listas aceptables, desde el punto de vista católico, se ha de votar por los que, en conciencia, parezcan más aptos para procurar el mayor bien de la Religión y de la Patria, aunque no pertenezcan al propio partido; porque el bien público es superior al bien del partido.
3°.- Cuando todos los candidatos o listas que se presenten sean inaceptables, desde el punto de vista católico, se ha de votar por los menos inaceptables, de cuya actuación se puedan temer menores perjuicios para la Religión y para la Patria”.
Saludos.

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V.G.: En el caso que ud. presenta, Martín, creo que la opción es más clara: un voto que colabore con Lin me parece claramente aconsejable, pues no debemos buscar nuestro propio martirio, y menos el de nuestro prójimo, PERO en esa situación lo que se ve claro es que se habita en el seno de un régimen perverso y enemigo.
Por el contrario, en nuestro caso se lo presenta sistemáticamente(y esto es lo que me merece el mayor repudio) como un modelo perfecto, plenamente compatible con el cristianismo, y eso es lo que lleva a muchos católicos ingenuos a vivir nadando en la mentira y la ridiculez.
Baste sólo el ejemplo de que cuando se perpetra algún sacrilegio, lo primero por lo que se rasgan las vestiduras es por la "ofensa a la democracia", cuando ella es la que engendra a muchísimos sacrílegos al amparo del relativismo, tal como se hizo en el mundo clásico.
25/10/15 10:25 AM
  
Andrés Robles
Hay que ir mas a fondo. Que dice el magisterio clásico del sufragio universal?. Si bien la doctrina católica, como muy bien explicaste, no se vuelca tajantemente por un sistema de gobierno, reconoce que el sufragio universal es algo diabolico, que atenta contra el orden jerarquico deseable por Dios y representa una autentica rebelión del hombre contra Dios y el orden y la autoridad que el dispensa.
Ya lo decia Pio XII, de feliz memoria y no tan alejado de nuestra epoca "el sufragio universal es la mentira universal".
Podemos hoy hacer un analisis teologico de la historia y ver que la decadencia politica catolica, ante el ataque de la masoneria, empezó ya con claudicaciones de Pio IX y Leon XIII, errores reivindicados por el primero, no tanto por el segundo.
No dudamos del error pastoral de ambos romanos pontifices, tambien de feliz memoria, pero se puede ver donde el asalto del enemigo, en magnifico consorcio, hizo mella de la pasividad del catolico de a pie, que olvidó los dichos de Nuestro Señor "Al que me haya negado, trainganlo y matenlo en mi presencia" y "Al que pueda que venda su alforja y compre luego una espada".
Hay que hacernos cargo de los errores del pasado, decir Señor nos equivocamos, pactamos con Baal y hoy reina de facto el demonio en el plano temporal, de la mano de la masoneria internacional.
No hay opcion catolica en el voto, votar es pecado, que Dios se apiade de nosotros.
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V.G.: Por supuesto que hay que ir más a fondo, Andrés, y sé que he "disparado" una serie de temas, cada uno de los cuales ameritaría un extenso punteo.
No coincido con tu última frase, pero me he centrado en la continuidad del tristísimo silencio de una Jerarquía de larguísima tradición liberal, para conducirnos adonde estamos parados: la inercia y complicidad católica con un sistema profundamente enemigo por sus presupuestos básicos, pues hoy la "base" es justamente la oposición de lo que debería ser nuestro piso.
25/10/15 2:41 PM
  
Martin Ellingham
V.G.

Gracias por su atinada respuesta a mis preguntas retóricas :)

Celebro que no sea víctima del "jansenismo político" que cada año electoral rebrota en nuestra desolada Patria.

Saludos.
25/10/15 5:48 PM
  
Antonio1
Si no son partidarios del sufragio universal, quieren decir que no son partidarios de que las personas decidan sobre las cuestiones públicas que les afecten? ¿son partidarios entonces del sufragio censitario, que decidan los ricos, o los nobles, o los guapos, o los militares que hayan ganado una guerra porque tenían más armas? ¿Me dice usted que yo no puedo participar en decisiones que afectan a los impuestos, a la protección social, a la seguridad del país, porque no soy un caudillo, un rey o un noble?
¿De verdad han estudiado ustedes los documentos de la Iglesia de los últimos cincuenta años sobre el tema?
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V.G.: ¿De verdad tiene ud. una confusión tan grande sobre este tema?
El espacio de un comentario no alcanza para desarrollar el tema, pero sintetizo: a) la soberanía popular es un mito ridículo. El pueblo no decide nada más que lo que le impone el Nuevo Orden Mundial a través de sus mil medios de propaganda política. b) El sufragio universal es una inmensa mentira, porque tampoco sabe "el pueblo" qué es lo que vota ni elige. Lo razonable es que uno decida y opine sobre lo que sabe, no cualquier cosa. Y no hablo del voto calificado, que ud. señala, porque no se trata de poder económico ni cultural, sino de que simplemente, cada uno elija lo que conoce. ¿Sabe ud. lo que son los cuerpos intermedios?...

Juan Pablo II, en la encíclica Evangelium vitæ, denuncia que «en la cultura democrática de nuestro tiempo se ha difundido ampliamente la opinión de que el ordenamiento jurídico de una sociedad debería limitarse a percibir y asumir las convicciones de la mayoría y, por tanto, basarse sólo sobre lo que la mayoría misma reconoce y vive como normal», sea ello lo que fuere.
Según esto, «la responsabilidad de la persona se delega en la ley civil, abdicando de la propia conciencia moral, al menos en el ámbito de la acción pública» (69).
La raíz de este proceso está en el relativismo ético, que algunos consideran «como una condición de la democracia, ya que sólo él garantiza la tolerancia, el respeto recíproco entre las personas y la adhesión a las decisiones de la mayoría; mientras que las normas morales, consideradas objetivas y vinculantes, llevarían al autoritarismo y a la intolerancia» (70). «De este modo [por la vía del relativismo liberal] la democracia, a pesar de sus reglas, va por un camino de totalitarismo fundamental» (20). Y a él ha llegado ya, pues «en los mismos regímenes participativos la regulación de los intereses se produce con frecuencia en beneficio de los más fuertes, que tienen mayor capacidad para maniobrar no sólo las palancas del poder, sino incluso la formación del consenso. En una situación así, la democracia se convierte fácilmente en una palabra vacía» (70).
ES UNA FALSEDAD que la participación de los cristianos en política deba ser exclusivamente por la vía del sufragio.
25/10/15 11:58 PM
  
marcos perez
Me parece como sintesis exacta de la Doctrina de la Santa Madre Iglesia ,lo que dice Andres : " no hay opcion catolica en el voto......".
Lo que seria deseable ,aunque lamentablemente es casi una utopia , que nuestros obispos ,en lugar de escribir largas e inentendibles parrafadas sobre lo que hay que votar, recordaran que los catolicos nos debemos por entero a pelear por el reinado social de Nuestro Señor. En lugar de hablar del calentamiento global ,que hablen de la " Quas Primas "......
criollo y andaluz
26/10/15 1:30 AM
  
Ricardo de Argentina
Yo en cambio creo que no hay que perder tiempo ni en votar, ni tan siquiera en pensar en votar a Lan o a Lin. Hay que utilizar todas las energías en derrocar el sistema, lo cual no se consigue con elecciones, salvo que el sistema sea estúpido.
Es necesario distinguir de una buen vez que "actuar en política" no implica "implicarse en la partidocracia". Esto es un gravísimo error, sumamente difundido. Actuar en política es una actividad muy noble, en cambio implicarse en los partidos suele ser sucio y hasta obsceno.
Actuar en política también es proponerse, muy seriamente, la destrucción de un sistema basado en la mentira, en la corrupción, en la dependencia de minorías poderosas foráneas y en la difamación sistemática.
Si esto es "jansenismo político", entonces soy jansenista.
Irreductible e impenitente.
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V.G.: Yo justifico el voto en el caso que propone Martín, pero no en el nuestro. La situación argentina es una payasada, no una "opción" de nada.
26/10/15 4:54 AM
  
Ricardo de Argentina
Andrés Robles, me cuesta creer que pienses seriamente que ir a votar ofende a Dios. Yo entiendo, como Virginia, que no es así.

El problema está en su contraria: se da a entender -y de hecho muchos lo entienden así- que NO VOTAR ES PECADO. ¿Esto es verdad?
Si no se va a votar o vota por razones de pereza o de negligencia, el pecado es meramente esa pereza o esa negligencia, pero no la omisión del voto en sí. El cual puede llegar a ser delito o contravención civil, pero no pecado.
26/10/15 5:07 AM
  
Andres Robles
Ricardo, votar alimenta el sofisma de que la Verdad y la tendencia al bien comun se equiparan con el voto de la mayoria y de que la Verdad tiene algo que ver con el objeto que la observa.
"La verdad es la verdad, aunque nadie la crea, y el error es el error, aunque todo el mundo lo crea" Fulton Sheen

Hay que ver que pensaban los santos doctores de la iglesia, el magisterio y la filosofía clasica del sufragio universal y sobre todo, de la democracia representativa, que no es mas que una mera partidocracia donde nos esquilan para obtener votos, a la música del poder foraneo.
Hoy nos creemos iluminados y desechamos ciertos pensamientos por ser antiguos. No por ser antiguo algo deja de ser Verdad.
La realidad es que los sistemas que hoy la mayoria piensa que son benignos y la solución, fueron deshechados hace mucho tiempo por gente mucho mas sabia que nosotros, que se sentaba a contemplar a Dios y meditaba estos temas, que no estaba configurada con lo politicamente correcto sino con la persona de Cristo.

Estoy esperando hace mucho que algun blogero de preciada pluma como Virginia de Gristelli o el Padre Iraburu, dediquen una serie a explicar el tema, para que nos curen del veneno que la gran mayoría de los obispos y presbiteros nos han hecho tomar en decadas de aliento al apoyo al sistema.
Cuantas veces no han alentado en homilías a la veneración de la partidocracia como la cura de todos los males? Sin embargo en la oferta electoral de nuestro pais, no vemos ningun partido que se golpee el pecho y defienda los valores tradicionales católicos, contradicción por donde se lo vea.
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V.G.: El p. Iraburu publicó hace tiempo una serie sobre Católicos y Política.
26/10/15 4:06 PM
  
Gabriel B.
Lo fuerte para el cristiano es que socialmente es peor desentenderse de un acto cívico como es el voto. En otras palabras, si se alienta a no votar porque la política está corrupta, se allana el camino a los caudillos y "mesías" políticos, y quienes votarían serán los directamente beneficiados con la política.
Comprendo la confusión de cada cristiano que toma en serio su fe frente a una elección política. Y es que tampoco es fácil llegar y "hacer algo" con nuestras ideas, nuestros valores. Se requiere tiempo y dinero, de hecho muchos líderes o lobbystas son profesionales de la política, financiados de distintas maneras; además que como en política se trata del poder, siempre está la tentación de usar herramientas que son cuestionables desde el punto de vista cristiano, como la difamación, la agresividad verbal u otras muy usadas en la arena política.
Saludos

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V.G.: Gabriel, con tus argumentos los católicos "buenos" siguen sirviendo hace décadas a la corrupción reinante, en vez de combatirla con eficacia.
26/10/15 4:31 PM
  
Jaime Fernández de Córdoba
La democracia no es sólo una forma de gobierno; desde hace ya tiempo, especialmente desde el final de la II G.M., es también una ideología.
Cuando interesa, incluso se justifican ataques a países con la excusa de que sus regímenes no son democráticos.
La democracia liberal es el sistema propio del capitalismo.
Las élites ya no son reyes ni nobles, no hay una aristocracia basada en la tradición que rinde culto al honor y al valor; pero hay otras élites, basadas en el poder económico, la manipulación de la información y la demagogia.
Es un sistema donde la gente en realidad no tiene ningún poder porque no tiene obligaciones; tiene "derechos" que graciosamente otorga el Estado. Los derechos naturales del individuo han desaparecido, porque el estado se puede inmiscuir en todo en nombre de "la mayoría"; de esto hay ejemplos todos los días. En realidad el hombre nunca ha sido menos libre; y este es uno de los puntos fuertes del sistema.
Amparado en la sacrosanta voluntad de la mayoría (mantenida en la ignorancia, ideologizada y manipulada), el estado moderno tiene pocos límites. No reconoce el derecho a la vida, ni la patria potestad.
Sobrevive porque el capitalismo ha sido exitoso desde el punto de vista económico.
27/10/15 11:00 AM
  
Antonio1
Lo que propone Juan Pablo II es una mejora de la democracia, no una destrucción de la misma desde mundanos presupuestos ideológicos fascistas , en el sentido no peyorativo del término, sino descriptivo. ¿Usted lo que propone es la falacia de la democracia orgánica? La creación de cuerpos intermedios modelados por el dictador de turno para que se agrupen en ella cuerpos corporativos fácilmente dirigibles por un poder autoritario como en la España de Franco o la Italia de Mussolini? Esa es la forma de mejorar la democracia? Sustituir el relativismo de la mayoría por el relativismo de una minoría?
Mire usted, yo no necesito que un dictador ( si tienen la cultura general de un Franco, un Musolini o un Videla es para reír por no llorar) me diga en qué cosas estoy preparado para decidir y no. Yo estoy preparado para decidir de manera que no se pisoteen mis derechos, que no se censuren mis opiniones, que no se me encarcele ( o se me tire de un avión) si no pienso como el dictador. Y daré mi vida si hace falta porque no secuestren mi dignidad y me digan lo que tengo que pensar y en qué Dios tengo qué creer. Desarrolle su postura política, diga su alternativa política y veremos si es compatible con el principio de libertad religiosa como lo entiende la Iglesia, si es compatible con el respeto de los derechos humanos y el derecho natural como lo entiende la Iglesia, si es compatible con el Derecho de participación política como lo entiende la Iglesia, y si es compatible con las exigencias de dignidad y libertad ( somos creados. Imagen y semejanza de Dios) como lo entiende la Iglesia.
Me parece bien que se desmonten los límites de la democracia liberal pero diga claramente hacia dónde nos quiere llevar usted, y de qué tipo de oscuros regímenes es usted nostálgica.
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V.G.: Ay, Antonio....no se ofenda pero realmente cansa con su delirio de persecución. Y ya que estamos, ¿no le molestan las persecuciones actuales, en democracia -aquí y en muchos otros países- a muchísima gente de bien, sólo por ser católicos y no compartir el pensamiento único del Régimen?
No tengo por qué desarrollar nada más que lo que dice la Iglesia, porque no quiero "llevar a nadie a ninguna parte", aunque sí quisiera que nos encontremos en el Cielo. No soy democrática porque no es dogma del Credo católico; ¿algún problema?. Como el sistema me parece un soberano engaño en la práctica, no me parece sano vivir en la mentira.
Tal vez influenciada por el "tanto cuanto", si un régimen es plataforma apta para ir al Cielo, lo bendeciré, simplemente. Si es obstáculo para ello, lo maldeciré con la misma simplicidad.
Y por favor deje de endilgarme nostalgias (la nostalgia mira hacia atrás, yo prefiero mirar hacia adelante), intenciones y propósitos ocultos, que ya tenemos bastante con los servicios de inteligencia.
27/10/15 3:54 PM
  
gringo
Y exactamente qué alternativa propones a la democracia liberal?.
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V.G.: Una república, por ejemplo, que no hay por qué equiparar a una democracia liberal, sin más. Pero el régimen que sea, si responde al bien común y al orden natural, será justo, por supuesto.
27/10/15 4:06 PM
  
Gabriel B.
"...los católicos "buenos" siguen sirviendo hace décadas a la corrupción reinante, en vez de combatirla con eficacia."

Estimada Virginia:
Cómo combatir con eficacia. Es la gran pregunta. Porque el combate DEBE hacerse sin dañar, por acción u omisión, nuestros principios cristianos. Le daré un ejemplo personal: en mi época universitaria, un grupo de estudiantes de una universidad chilena intentamos hacer un movimiento católico, pero la experiencia fracasó porque se dio más importancia a la influencia y el poder que a la coherencia cristiana. Al final, el grupo estaba tomando tintes fascistoides, o sea usando los valores tradicionales, entre ellos los religiosos, como instrumentos de poder.
La moraleja es que todo cristiano que quiere participar en la política u otra actividad de interés público o ciudadano, debe PRIMERO trabajar por su conversión personal para descubrir su vocación y poner manos a la obra.
Saludos.


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V.G.: Eso está descontado, Gabriel, por supuesto. Y sí, conozco ese tipo de folklorismo católico de prédica pero sin coherencia, que es más lo que desparrama que lo que siembra...
27/10/15 8:58 PM
  
martin
Excelente nota!!! Como único dato que quiero aportar es que, el voto en blanco (sobre vacío) es el único voto que queda plasmado en la historia. Es el único voto que se lee como que "ningún candidato me representa". Si estoy equivocado me gustaría que me corrijan por favor. Saludos.
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V.G.: No, Martín. Según los gobiernos, muchas veces se han volcado los votos en blanco en favor hacia cierto partido, y en última instancia, el prestarse a la parafernalia democrática que sostiene que las urnas son la fuente sagrada del poder, no es del todo contundente... Personalmente creo que si no hay bien, no se puede intervenir en esa farsa. EL mal menor es un mal, y no es lícito elegir el mal en ningún caso.
26/10/17 7:22 AM
  
Joaquín
Comparto en la mayoría del contenido del articulo salvo por la alternativa de hacer efectivo el sufragio universal si se presenta un "candidato que defienda los principios católicos". Por otro lado, comparto plenamente el comentario del Adrian Robles, que sostiene que "votar alimenta el sofisma de que la Verdad y la tendencia al bien común se equiparan con el voto de la mayoría y de que la Verdad tiene algo que ver con el objeto que la observa."
Por más que se presenten los reyes católicos a elecciones partidocráticas, no se debe votar, sino se incurre en aceptar y avalar con el sufragio universal las reglas de la democracia liberal.
Vale aclarar también para los que se preguntan "y entonces, ¿qué hacemos?", que para alcanzar la santidad es necesario ser un católico con todas las letras y con lo que implica ser hijo de la Santa y Verdadera Iglesia, y con el solo hecho de llevar adelante el camino de la santidad, se hace mas por el bien común de la sociedad que el que puede hacer USA y la ONU con todos sus recursos económicos e influencias.
Saludos y unidos en Cristo Soberano.
26/03/19 1:50 PM

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