(73) La incomunicación al servicio de la Confusión -con una pregunta...-

Hace unos días, conversando con una laica de misa diaria, pastoralmente muy “comprometida” y con sincero amor por la Iglesia, en un momento que se mencionó la necesidad de oración por el Sínodo, respondió sorprendida “¿Qué Sínodo? No sé nada de eso…” 

Pero no fue la única. Otra persona, que de alguna manera coordina una capilla perteneciente a la misma parroquia, manifestó la misma absoluta ignorancia al respecto.  Pero no…no me refiero a un remoto pueblo en medio del Amazonas; sino a la diócesis de San Miguel, en Buenos Aires (28 parroquias para unos 950.000 habitantes), donde comprobamos que para muchos, todavía no ha llegado sino por “vía extraordinaria” (léase internet, comentarios de un conocido, algún medio de comunicación del mundo, etc.) ninguna noticia “formal” sobre el Sínodo de las Familias.  “Es verdad aunque ud. no lo crea". Porque la verdad es que no todo el mundo tiene internet, ni todo el mundo lee las páginas católicas, aunque nos pese, y su única fuente de información y formación es la Parroquia. Y lo cierto es que debe haber alguna misteriosa razón por la cual los habitantes de algunas localidades son sistemáticamente soslayados espiritualmente, y sobre todo, mantenidos en la ignorancia, tanto doctrinal como eclesial.   -¿Y las periferias? -Bien, gracias. 

Las sectas, mientras tanto, siguen a la orden del día, y los fieles con mayores responsabilidades pastorales son en una gran cantidad los más “ecuménicos”. Consecuentemente, para ellos todo da lo mismo, siempre y cuando se trate de crecer en “aperturismo". De este modo, mientras algunos buscan la unidad con todo tipo de credos, cada día se disuelve más notoriamente hasta el menor conocimiento y comunicación “ad intra", indispensable para la más elemental Comunión.

Eso sí: todos somos hermanos, y hay que construir la Comunidad, crecer en comunión, y procurar que estemos todos muy juntitos y rejuntaditos cada vez más.  ¿Pero no es escandaloso que haya todavía católicos que ni se enteran tampoco de los martirios que están padeciendo nuestros hermanos en Oriente a causa de su fe? (extrañamente, no conocemos aún a ningún mártir del diálogo en grado heroico…)

Lo importante, sin embargo, para muchos, es seguir “abriendo puertas” en la Casa, más y más. Convirtamos incluso las grandes ventanas en puertas y portones, y promovamos la guerra a las paredes de todo tipo. ¡Abajo los muros! (auspicia Pink Floyd)… Miremos gráficamente: ¿qué queda? Nada. Ha desaparecido la Casa, y el Hijo Pródigo que quiera regresar, no sabrá adónde hacerlo… La casa se ha mimetizado con el bosque hasta tal punto, que habrá que plantear la conveniencia de volver a los árboles, donde es lo mismo un hijo que una ardilla o una lagartija…

Y en esta situación, está lleno de gente de buena fe, claro, pero que no comprende nada. Y si uno suma parroquias y diócesis en que no se informa convenientemente a los fieles sobre los momentos que transitamos en la Iglesia con este Sínodo -sobre todo para orar insistentemente por ello-, en unos pocos meses, varios millones de católicos se despertarán un día con algunas “novedades” desconcertantes, informados sin anestesia, por los medios mundanos (generalmente torcidos, tendenciosos, etc.), y la confusión y daño por la ignorancia será mayor que ahora.

Los lobos tienen en cuenta que los cambios bruscos son bastante traumáticos, pero si se van introduciendo en silencio, por lo bajo, provocan mucha menos reacción en el rebaño, y un buen día, ya estará todo el mundo acostumbrado. Claro que no hace falta cambiar la doctrina, si la praxis ya está instalada, y sobre todo si se acomoda sin hacer demasiado ruido. Con atontar a todos y silenciar a algunos, es suficiente.

Para no extendernos demasiado, simplemente pregunto por curiosidad, a ver si sólo aquí hay gente que vive “en un termo": ¿le ha llegado a todos los lectores, por medio de sus Parroquias, alguna noticia acerca del Sínodo de la Familia?.  Si no es así, sugiero que pregunten a sus párrocos por qué se silencia el tema, y traten de enterar a sus hermanos sobre el asunto, promoviendo sobre todo mucha oración, que la cuestión no es de poca monta.¿Hay, eclesialmente hablando, temas más urgentes que tratar y sobre el cual formarse responsablemente?..

Los párrocos que saben que hay lobos disfrazados de pastores, ¿están haciendo todo lo posible para prevenir a sus fieles -¡que el propio Señor les ha confiado!- sobre las confusiones que se avecinan, o simplemente esperan sentados que luego los arrastre la corriente, para lamentarlo? ¿Somos o no, piedras vivas…?

Que el Glorioso patriarca San José, Custodio del Redentor, proteja abundantemente a los redimidos por Cristo.

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