(68) Qué es -y qué no es- la Infalibilidad pontificia (P. Leonardo Castellani)

escudopontifA veces nos llevamos la sorpresa de creer que comulgamos todos en la misma fe por enunciar los artículos del Credo, pero resulta que si “rascamos” un poquito, vemos que hay expresiones dogmáticas que ciertos fieles no saben muy bien qué significan.

De esta manera, algunos hacen uso y abuso de ellas confundiendo a otros, a quienes la Catequesis recibida no les ha hecho profundizar suficientemente la fe como hubiese sido de esperar, y de ello se siguen no sólo malos entendidos, sino también, quizá, profundas frustraciones.

Una vez más, entonces, el p. Leonardo Castellani (*) nos sale al cruce. Hoy traemos uno de sus Ensayos Religiosos (Cristo, ¿vuelve o no vuelve?, Dictio, Bs.As.II Sección), de una gran actualidad y necesidad, y porque siempre es oportuno refrescar la fe que profesamos, y guardar la paz de las almas.  Sólo las negritas son nuestras.

“La Infalibilidad del Papa que Dios ha hecho, es una cosa milagrosa; pero no es tan milagrosa como la infalibilidad del Papa que algunos protestantes han hecho. Ni Dios mismo, con ser topoderoso, puede hacer la infalibilidad que hizo Mr. Charles Kingsley (novelista y clérigo episcopaliano inglés del s.XIX, padre del “socialismo cristiano”), por ejemplo, y que regaló gratuitamente al Sumo Pontífice. Por eso, para decir lo que es, ayuda decir juntamente lo que no es la Infalibilidad Pontificia.

-1. Infalibilidad no es el poder de hacer del mal bien y del bien mal

La doctrina de la Iglesia reconoce la existencia de la ley natural, existencia del bien y del mal, es decir, de un orden que nace de la misma naturaleza de las cosas. Orden que Dios mismo no puede deshacer, porque Dios no puede hacer cosas contradictorias (“Deus contra primum ordinem non agit, quia contra seipsum nemo agit”, dice San Agustín). Dios mismo no puede hacer que una blasfemia deje de ser pecado, porque Dios no puede hacer que la criatura no sea criatura y el Creador no sea Creador. Dios puede dispensar de una ley divina positiva, como la de comulgar alguna vez en la vida; la Iglesia puede dispensar de una ley eclesiástica positiva, como la de comulgar una vez al año: porque todo legislador puede dispensar de su ley, cuya obligatoriedad dimana de su propia voluntad.

Así, pues, la Iglesia podía quizá dispensar el impedimento del matrimonio de Enrique VIII con Catalina de Aragón, impedimento de afinidad en primer grado, aunque de hecho no lo dispensó; pero que de eso se deduzca que el Papa “tiene el poder de crear el bien y el mal” en tal desmesurada proporción, que pueda por medio de las indulgencias (!) asegurar el perdón a cualquiera, “etsi matrem Dei violavisset”, parece que es una consecuencia tan monstruosa, que es imposible que haya sido escrita. Y si ha sido escrita, parece que debe de ser por algún dejado de la mano de Dios. Y si fue escrita por el Rev. Charles Kingsley en una crítica de la historia de Froude en el MacMillan Magazine, en enero de 1864, parece que yo no debería repetir sus palabras, siquiera por no ofender los píos oídos y por respeto al género humano. Y sin embargo, las tengo que repetir, para que se vea hasta dónde puede llevar el prejuicio a un hombre de estudios, Doctor Divinity (doctor en teología), que dice creer en Jesucristo y tiene a todos los papistas por fanáticos: para que sirva de ejemplo de lo que decía arriba acerca de la razón humana.

-2. Infalibilidad no es impecabilidad

Dicen que en algunas lenguas estas dos ideas se expresan con una palabra común (unfehlhar en alemán, nepogriechimosti en ruso), lo cual hizo gritar a los viejo-católicos alemanes y a los cismáticos rusos cuando la definición Vaticana, que los ultramontanos habían fabricado un Papa igual que Dios. Por lo cual, en el II Congreso de Velehrad, en 1905, el obispo ortodoxo A. Maltzew propuso cambiar por la palabra bezochibotchnosti (sin error), para quitar piedra de tropiezo a nuestros hermanos orientales. Pero no es así en la lengua latina (falli = equivocarse) ni en la nuestra. Nosotros sabemos hace mucho tiempo que no todo es trigo limpio en la Iglesia Catolica, y que no sólo pueden pecar, sino que de hecho algunos Papas pecaron. ¡Miren a qué hora se despierta el buen diputado socialista! Lo sabía yo al hacer la primera comunión, que en el campo del Padre de familia el hombre enemigo sembró en medio del trigo limpio, cizaña.

El Papa es pecador como hombre privado, y por eso tiene confesor y se arrodilla ante él cada semana; pero es infalible cuando habla ex cathedra.

Esta expresión técnica de los teólogos (hablar desde lo alto de la cátedra de Pedro) expresa las condiciones y límites de la promesa divina, que son tres:

1) cuando habla como Doctor público y cabeza de la Universal Iglesia, no como hombre, no como teólogo, no como obispo de Roma, precisamente;

2) cuando habla acerca de cosas de la fe y de la moral, es decir, acerca del depósito de la revelación pública hecha por Cristo y clausurada por los Apóstoles;

3) cuando define, es decir, pronuncia juicio solemne, auténtico y definitivo acerca de si una verdad está o no contenida en ese deposito inmutable, no cuando aconseja, exhorta, insinúa o administra.

Ojo con esta palabra “depósito de la revelacion” (“Apostoli contulerunt in Ea, tanquam in repositorium dives, omnia quae sunt Veritatis”, dice Ireneo), que no significa una caja de verdades colgadas, pinchadas y clasificadas, como la teca de un naturalista.

En el capítulo último de Orthodoxy, Chesterton ha ilustrado las relaciones de la autoridad y el aventurero, con la comparación de su padre llevándolo de la mano a él pequeño al descubrimiento del jardín de su casa. “Yo sabía que mi padre no era un montón de verdades, sino una cosa que dice la verdad.”

El montón de verdades supraterrenas que al Hijo de Dios plugo traernos están todas contenidas en la Iglesia Católica de Pío XI, como lo estuvieron en la Iglesia Católica de San Pedro; no precisamente en la cabeza de Pío X I, ni en el símbolo de Pedro, ni en la Suma Teologica, ni en el Concilio de Trento; sino en la vida de la Iglesia viva, a la cual pertenecen Pío X I y el símbolo y la Suma Teologica y el Concilio. La inspiración personal de los protestantes agarrados a la Biblia es el extremo contrario del estatismo autorital de los rusos agarrados a los ocho primeros Concilios; y las dos exageraciones matan la verdad revelada, la primera por desangramiento, la segunda por estrangulamiento.

Porque la asistencia continua del Espíritu de Verdad prometida a la Iglesia, ni es la continua profecía, ni es la profecía momentánea y petrificada en un libro o en veinte cánones.

Entre los dos extremos de la momificación del dogma y el continuo nacimiento del dogma, hay un medio verdadero que es la vida del dogma. Y de esta vida del dogma es la infalibilidad el órgano regulador y propulsor, como el corazón que en el medio del pecho bate tranquilamente la medida.

-3. Infalibilidad no es ciencia universal

Algunos católicos poco instruidos se imaginan quizá la Infalibilidad como un estado de ciencia actual, y al Papa flotando en mares de certidumbre infusa, ideal y sintética acerca de todas las cosas divinas.

Si no hay católicos tan sencillos, protestantes sí que los hay; y de esta gruesa fantasía brota la objeción anglicana que arbola cándidamente Chillinworth, por ejemplo: “Vamos a ver; si el Papa es infalible, ¿por qué no publica un comentario infalible de todos los versículos de la Escritura?” (Murray, De Ecclesia, t. II, p.361) . Como si dijeran: “Si el Papa es infalible, que resuelva el problema aeronáutico de volar sin motor.”

De esta concepción nace también otra idea simplista, que ha cristalizado en el libro de Augusto Sabatier, Religions d’Authorite et la Religion de l’ Esprit.

Representan la historia de la religión de Cristo como una lucha continua entre la Autoridad y la Razón, con mayúscula; y atribuyéndose a sí mismos la libertad de la razón, nos regalan gentilmente la esclavitud de la Autoridad. En la cual mazmorra papal el entendimiento del pobre papista tiene que estar preparado para recibir cada día nuevas listas de credenda, nuevos dogmas y verdades que, so pena del infierno, debe creer ciegamente, aunque contradigan todo lo que creyó ayer y creerá mañana. Claro que Sabatier no lo dice así, porque tenía más talento que eso; pero así lo dicen al pueblo los bautistas yanquis en la plaza Once de Buenos Aires y los anglicanos en el Hyde Park de Londres.

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Pero no hay libertad para el entendimiento fuera de la verdad. Es no saber ontología, tener por un bien la libertad de pensar el error, que no es más que la esclavitud del espíritu a la carne y al orgullo. “La gente libre debajo de Dios” , llama San Agustín al pueblo cristiano.

Es no saber psicología, ignorar la elástica energía del entendimiento del hombre, centuplicada bajo la compresión benéfica de la Verdad Divina, como ya notara Aristóteles (X Etic., c. VII; De pan. anim. II), la elástica vitalidad de ese hijo del cielo, que como Anteo, hijo de la tierra, a cada golpe más gozoso salta y con freno es cuando más gallardea, piafa y salva barreras, mientras que sin freno se desboca y precipita.

Es no saber historia, ignorar por una parte el edificio estupendo de la Teología Católica, más sublime que la metafísica aristotélica y la ética platónica, que no son más que sus basamentos, arquitecturado bajo el rol de la Infalibilidad, por mentes como Atanasio, Agustín y Tomás de Aquino; ignorar, por otra parte, la descomposición casi instantánea de la teología protestante en manos del libre examen, la carrera al ateísmo pasando por el protestantismo liberal y el racionalismo, que hacía retroceder espantada en 1833 al alma religiosa de Newman y la ponía sobre el rastro de Dios. Descomposición de la cual escribió el mismo Loisy, a propósito de la encuesta “Jesus or Christ?” del Hibbert Journal: “Se siente uno tentadísimo de pensar que la teología contemporánea -excepción hecha de la católica romana…- es una verdadera torre babélica, donde la confusión de ideas es peor aún que la diversidad de lenguas.”

Es que dentro de la palestra de la Infalibilidad hay espacio amplísimo para el torneo formidable y benéfico de la Razón y la Autoridad Divina, para que se agarren Agustín y Jerónimo sobre los ritos judaicos, tomistas y suaristas sobre los Auxilios, mientras que fuera del recinto trazado por Dios mismo, la razón rebelde galopa al escepticismo que es su ruina, detenida un momento solamente por otra Autoridad bien innoble y esclavizante, la autoridad humana de un Estado civil, del Rey de Inglaterra, jefe de la Iglesia Anglicana; del ex zar Romanoff, ex jefe de la Iglesia Rusa.

De modo que el magisterio infalible de Pedro no es la plenitud de la ciencia adquirida ni de la ciencia infusa; y no ha sido instituido por la Providencia para crear nuevas creencias y dogmas, sino “para custodiar incorruptas las creencias reveladas por Jesucristo-Dios, ni una más, ni una menos” (“para que no andemos vagando a todo viento de doctrina”), a través de todas las vicisitudes de los tiempos, hasta el fin. He aquí cómo la entiende un gran escritor ateo, y hoy amigo de la Iglesia, pero que ha leído historia: “El viejo de blancos hábitos que asienta en la cima del sistema católico puede parecerse a los príncipes de horca y cuchillo cuando corta y separa, expulsa y fulmina; pero la mayor parte de las veces, su autoridad participa de la función pacífica del maestro de coro, que marca el compás de un canto que sus coristas conciben como él y al mismo tiempo que él.” (Charles Maurras, Politique, Dilemme I, pág. 382)

-4. Infalibilidad no es poder despótico de gobernar la Iglesia y aun los Estados

El Sumo Pontífice es jefe supremo de la Iglesia y su potestad es inmediata, ordinaria y episcopal. No podría, sin embargo, disolver el Episcopado, que es institución divina; porque Cristo quiso que fuese monárquico-aristocrático el gobierno de esta sociedad visible y cuerpo místico. Pero este poder de mandar, que llaman de imperio, no es el poder de enseñar, que llaman de magisterio, al cual está prometida la Infalibilidad. Lo cual no impedirá que el tigre Clemenceau vocifere en el Senado en 1864, cuando se iba a definir: “Quieren hacer [los ultramontanos] al Papa como en los tiempos en que los reyes eran sus tenientes”; porque ¿qué obligación tienen Ellos (“What They don’t know” que dice Chesterton) de saber estas cosas?

Sobre el poder temporal de los príncipes, los Papas no tienen ninguna jurisdicción directa, como han enseñado casi unánimemente los Teólogos, Santos Padres, Apóstoles y el mismo Cristo. Es conocido el ejemplo del jefe del Centro Alemán Mallinckrodt negándose a seguir una insinuación meramente  política de León XIII (votar las leyes militares de Bismarck), por parecerle dañosa a la patria, conducta que fue aprobada por el mismo Pontífice.

-¿Qué es, pues, la Infalibilidad?

La Infalibilidad Pontificia no es más que la promesa del Hijo de Dios de que la fe de Pedro y sus sucesores no fallará; antes bien, servirá de sostén a sus hermanos, y de este modo la Iglesia de Pedro será hasta el Fin del Mundo columna y fundamento de la verdad revelada. Para negar que Dios pueda hacer eso, hay que negar que hay Dios.

¿Cómo lo hará Dios, por revelación, por inspiración, por simple vigilancia, por su eterna presciencia sola y habitual providencia?… El hecho es que si lo ha prometido, lo hará.”

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(*) El p. Leonardo Castellani (1899-1981) fue un sacerdote católico argentino, jesuita, escritor y periodista; filósofo y teólogo por la Gregoriana de Roma y psicólogo por la Sorbona de París, políglota y dominador hasta el detalle de la exégesis bíblica y de la Summa Theológica de Santo Tomás de Aquino. Escribió ensayos de temática religiosa, filosófica y socio-política, novelas, cuentos y poesía. Siempre brillante; siempre digno de ser redescubierto.

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16 comentarios

  
Macu
Gracias Mª Virginia por esta clase magistral de catequesis

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V.G.: Al p. Castellani, querrás decir. Podemos agradecerle con oraciones por su eterno descanso.
22/01/15 11:07 AM
  
Salvador Carrión
Dos precisiones en cuanto al artículo acerca de la infalibilidad pontificia. De una parte, una simple puntualización histórica, en cuanto al monarca Enrique VIII, (y a la ruptura de éste con Roma, que daría lugar al nacimiento de la Iglesia anglicana), casó con Catalina de Aragón, viuda de su hermano Arturo. No existía, pues, tal impedimento de afinidad en primer grado, sino en segundo de la línea colateral. Y es que la afinidad se computa como la consanguinidad: si entre dos hermanos carnales, se da consanguinidad en segundo grado y en línea colateral, Catalina era afín, asimismo en segundo grado y en línea colateral, de Enrique en cuanto éste era consanguíneo (hermano) de su difunto marido (Arturo), y por ello, su cuñado (hermano "político). Y ello puesto que la afinidad se da entre la mujer y los consanguíneos del marido, y también, lógicamente, entre el marido y las consanguíneas de la mujer. El problema histórico no parece deba ser planteado, pues, como se afirma en el artículo, en el ámbito de la dispensa del impedimento, que a lo que parece, se concedió por quien tenía potestad para ello, sino en el de la pretensión posterior del monarca de obtener del Papa la anulación de su anterior y legítimo matrimonio, dado su propósito de repudiar a la reina Catalina y unirse así en matrimonio con Ana Bolena. El trasfondo histórico subyacente se dejará sentir en un elemento fundamental: el anglicanismo nació más como "un cisma" que como "una herejía" ; más como una ruptura con el Papado que como una negación de otros dogmas. A diferencia de Lutero, el anglicanismo innovó muy poco en el resto de la doctrina, excepción hecha, claro es, del no reconocimiento del primado papal, y de la atribución al rey de la condición de cabeza de la Iglesia nacional.

En cuanto al tema, sin duda de muchísimo más calibre, de la infalibilidad, recordar simplemente que la infalibilidad prometida a la Iglesia reside asimismo en el cuerpo episcopal cuando ejerce el magisterio supremo con el sucesor de Pedro, sobre todo en un Concilio Ecuménico (Concilio Vaticano II, Constitución Dogmática "Lumen gentium", y CIC, 891).
La asistencia divina es asimismo concedida a los sucesores de los apóstoles, cuando enseñan en comunión con el sucesor de Pedro, cuando (aunque sin llegar a una definición infalible, y sin pronunciarse de una manera definitiva), proponen, en el ejercicio del magisterio ordinario, una enseñanza que conduce a una mejor inteligencia de la Revelación en materia de fe y de costumbres. A esta enseñanza ordinaria los fieles "deben adherirse con espíritu de obediencia religiosa", que, aunque distinto del asentimiento de la fe, es una prolongación de él (CIC, 892).

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V.G.: Muchas gracias por sus precisiones, Salvador, pero su cita es inexacta, ya que en el primer punto (891) el Catecismo que ud. cita, se pone como ejemplo al Concilio Vaticano I (que precisamente definió dogmáticamente la infalibilidad pontificia), no II (que fue el único concilio pastoral, y cuyas constituciones no fueron todas dogmáticas, como LG y DV).
22/01/15 1:10 PM
  
andrea
Si es de Castellani ...es bueno!! LUZ EN LAS TINIEBLAS.
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V.G.: Jajaj! Ya lo creo, Andrea. Si Dios quiere, iremos trayendo más en los próximos posts.
22/01/15 2:36 PM
  
pedela
El problema es que se habla sin conocimiento.sobre la Iglesia todo el mundo opina sin tener ni idea de nada.
No conocía al principio a Castellani pero lo leeré.
Gracias por los datos aportados; son esclarecedores.
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V.G.: Muchas gracias por su comentario.
22/01/15 3:17 PM
  
Rexjhs
Le debo gran parte de mi conversión personal a las lecturas del Padre D. Leonardo Castellani. He leído muchos de sus libros, y he encontrado siempre en ellos la lucidez de la Verdad descarnada, la fidelidad a Cristo hasta el extremo, y, sobre todo, una guía segura o Manual de instrucciones para estos últimos tiempos. Veo desde hace años cumplirse toda su profecía, escrita en libros como el "Comentario al Apocalipsis de San Juan", "Su Majestad Dulcinea", "Cristo, ¿vuelve o no vuelve?" y "Los Papeles de Benjamín Benavides". También me ayudaron mucho en mi conversión personal el excelso "El Evangelio de Jesús". Bendito sea, y que interceda desde allí por su paisano, el Papa Francisco, y por la Iglesia.
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V.G.: Ciertamente, con todas las cruces que él llevó, nos ayuda mucho a sobrellevar las nuestras, y siempre con una sonrisa.
22/01/15 6:12 PM
  
Ricardo de Argentina
Yo creo que el P. Castellani ha sido un santo varón, y más aún, que merecería el título de Doctor de la Iglesia.
Quizás no sea éstos tiempos muy propicios para iniciar su causa, pero llegará el momento, estoy seguro.
22/01/15 9:16 PM
  
Arde Roma
Definitivamente debo de ser una coneja , porque no me he enterado de nada. Menos mal que la verdad, salta a la vista, y Dios no deja solos a los suyos, sino que les acompaña con signos, profecías y señales. Como lo son el hecho de que haya dos Papas.

Dios le bendiga Virginia y le ayude a seguir avanzando en el único camino posible para la salvación.
22/01/15 10:11 PM
  
Leonardo
Hay muchas personas que tienen una versión muy particular del asunto, son las que piensan que el Papa es el que manda y cuando llega la hora por ejemplo hace cambiar la Doctrina para que sea mas moderna y actual y entonces el Papa de una vez se transforma en un promotor de profilacticos, como sugiere algun tonto que jamas ira a la Iglesia salvo que en la puerta repartan los antes mencionados.
Y usa como un tonto lo que la prensa masona le ha dicho sobre el Papa. Que el diablo apostará siempre a los tontos del minuto... ;-))
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V.G.: Por supuesto; y son los que promueven el desconcierto reinante.
23/01/15 1:32 PM
  
Maga
Qué sentido común muestra el artículo. Sin duda, muchos hermanos en la Fe tienen una concepción muy equivocada de este Dogma. Por cierto, Maria Virginia, el Padre Castellani es muy poco conocido aquí en España. Convendría hacer entre Argentina y España un esfuerzo conjunto para publicar todas sus Obras.
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V.G.: Ciertamente, sería una gran cosa! Sé que en España J.M.de Prada ha hecho bastante por su difusión, y aquí mismo no están todas sus obras disponibles, pues hay varios títulos ya agotados. Por mi parte, espero ir subiendo más cosas suyas, si Dios nos lo da.
26/01/15 7:18 PM
  
Rexjhs
En relación con lo que decía Maga, yo me descargué todas sus obras (legalmente, claro), en la web de SCRIBD. Basta con que se suscriba uno por un día (es un precio módico) y tiene acceso a descargarlas en pdf o word. Luego las imprime y las lee. Es un medio muy bueno para suplir la falta de difusión de sus obras en España. Un abrazo.
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V.G.: Muchas gracias por el dato, Rexjhs! ¿Están todas allí?
27/01/15 11:42 AM
  
Rexjhs
Sí, casi todas. Yo creo haberlas encontrado todas. Un abrazo.
27/01/15 11:14 PM
  
Luis Fernando
Viene bien que recordemos lo que Benedicto XVI dijo siendo cardenal Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe:

"El Papa no es en ningún caso un monarca absoluto, cuya voluntad tenga valor de ley. Él es la voz de la Tradición; y sólo a partir de ella se funda su autoridad."

Dicho el 30 de septiembre de 1988.
28/01/15 10:41 AM
  
José García Pérez
Para los que quieran leer las obras del padre Castellani introducir su nombre el google y saldrán casi todas en PDF y en you tube están sus conferencias remasterizadas, allí también se escribe Padre Castellani en el buscador
01/02/15 2:59 PM
  
antonio
Estimada Virginia:Es asi, uno debe buscar, y cuanto más se ama la verdad se la defiende.En esté camino, como le comenté al estimado Bruno, como nos hacen estudiar!!!!!!!!Me meti en el enémigo :Religion Digital, es importante,se reían de Burke, poruqe hablaban del Evangelio de San Mateo, un obispo argentino dijo se trata de un problema de evolución del dogma. Las enciclicas no son infalibles, si bien se deben acatar como hijos, salvo las que tratan de FE y MORAL, como dice el Padre. Llegue a la Veritatis Splendor, que también la comentó Hernández, en una publicación del Centro San Jerónimo, me metí en el Blog de Magister, y puse Veritatis Splendor, y buscar, y ahí aparce Benedicto XVI, explicandola; desde ya te lo recomiendo.., ésta y otras.Es muy bueno..
Hay que servir a la verdad.

La Veritatis Splendor, leyendola es muy hermosa, San Juan Pablo II, defiende al Matrimonio a partir de los 10 mandamientos, no se puede ignorar.
A mi el unico que me lava la cabeza es el Señor, y la busqueda de defender la VERDAD, que es el mismo SEÑOR.
Es como dice el Padre, sólo en FE y MORAL:Aquí claramente es infalible.
12/02/15 4:17 PM
  
María Arratíbel
Casi un año después de su publicación, comparto este magnífico post que sigue siendo igual de necesario.
¡Gracias!
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V.G.: Muchas gracias María, también yo lo creo así.
08/01/16 8:19 PM
  
Marisa
Impecable! Muchas gracias...
01/05/19 3:59 PM

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