(43) Contra las vanas componendas, San Alfonso, doctor moral, y poeta

El mes de agosto para mí es uno de los más luminosos del año. No por razones personales (aunque en él celebro el cumpleaños de mi esposo, uno de los regalos más grandes que Dios me ha dado), sino por las maravillosas fiestas marianas de la Asunción  y de María Reina, además de las de santos que me son particularmente queridos: San Alfonso, San Pedro Julián Eymard, S. Juan M. Vianney, S. Pío X, S.Bernardo de Claraval. Bendito agosto, pues.

SAlfonso

Pensando en San Alfonso, recordaba uno de los sucesos que prácticamente determina su abandono de la abogacía, profesión que ejercía brillantemente en Nápoles, presionado por la arrogancia de su padre. En efecto, nunca había perdido ningún caso que se le hubiera encomendado, hasta que en una oportunidad, el juez falla en su contra debido a un fraude con unos documentos, y la respuesta terminante del santo es “¡Mundo, te conozco!, ¡adiós tribunales!”.

Como patrono de los abogados, nos ha legado unas maravillosas máximas para el abogado católico:

1. “No aceptar nunca causas injustas, dado que son peligrosas para la conciencia y la dignidad propias”.
2. “No defender causa alguna con medios ilícitos”.
3. “No cargar sobre el cliente expensas inútiles; de lo contrario, deberás reembolsarle”.
4. Defiende la causa de tu cliente con el mismo calor que si lo fuera tuya propia”.
5. “Estudia concienzudamente las piezas de los autos con el fin de sacarles los argumentos útiles a la defensa de la causa”.
6. “El retraso o la negligencia pueden comprometer los intereses del cliente; de ahí, que debe éste ser indemnizado de los perjuicios resultantes, si no se quiere contravenir la justicia”.
7. “Ha de implorar el abogado la ayuda divina para defender las causas porque Dios es el primer amparo de la Justicia”.
8. “No es digno de elogio el abogado que se empeña en la defensa de causas superiores a su talento, a sus fuerzas y al tiempo de que dispone, a fin de aparejarse para defenderlas concienzudamente”.
9. “Ha de tener siempre muy presentes el abogado la justicia y la honradez y guardarlas como la pupila de los ojos”.
10. “El abogado que por su propio descuido pierde la causa, queda en deuda con su cliente y debe resarcirle todos los daños que le ha ocasionado”.
11. “En su informe debe el abogado ser veraz, sincero, respetuoso y razonador”.
12. “Por último, las virtudes propias de un abogado han de ser la competencia, el estudio, la verdad, la fidelidad y la justicia”.

Hoy, podemos decir que la mayor parte de los sofismas, persecuciones, guerras, injusticias y aberraciones que presenciamos, vienen de la mano del mundillo de las leyes humanas, que pretenden reírse de las leyes de Dios. No quepa duda de que el Anticristo, ánomos por antonomasia, reinará en el mundo multiplicando leyes por doquier.

Y los cristianos, frente a este panorama, sabemos que nuestras principalísimas leyes no son negociables; no dependen del tiempo ni de “conveniencias” demagógicas.

¿Es posible que no se vea como una terrible tentación el someter la moral católica a las veleidades de las leyes humanas, disfrazándola con virtudes adulteradas?

Esto hacía pocos días atrás, un sacerdote -bastante desnortado, el pobre- que replicaba en una conversación refiriéndose a un adúltero: “¿Pero si Fulano tiene buena intención, podemos decirle así como así que está en pecado, sin lastimarlo?”(¡¡¡!!!).  Huelgan los comentarios, por supuesto, que darían para otro post. Digo sólo que el médico que mirando al leproso le lanza un alegre “Pero hombre, ¡qué hermoso cutis tiene!”, no merece el calificativo de médico, por satisfecho que haga sentir al paciente…

Y bien; hoy muchos curas de almas lo que menos hacen es curar, sino tapar la herida con sus propias manos, en vez de sanar con los medios que les ha encomendado Cristo, sobre todo en la confesión.

Hace unos años, precisamente, S.S. Benedicto XVI se refería a la actualidad de San Alfonso, al denunciar en nuestra sociedad, «claras señales de pérdida de la conciencia moral» expresando asimismo su preocupación por una falta de estima hacia el sacramento de la confesión.

Porque lógicamente, vida moral y sacramental, en el católico deben ir de la mano, como de la mano van libertad y gracia: la primera guiada por ésta, si no quiere estrellarse.

San Alfonso, recordado a menudo por sus riquísimos libros de espiritualidad, es sobre todo Doctor de la Iglesia por sus escritos sobre moral, patrono de confesores y moralistas, por proponer una síntesis equilibrada entre las exigencias de la moral católica y la conciencia y libertad del hombre, sin olvidar nunca la caridad.

Y hay que tener presente que tanto el clima de rigorismo jansenista que se vivía entonces, como el “buenismo” modernista que hoy todo lo corrompe, se nutren de la misma raíz venenosa pelagiana.

A repasar, entonces, las maravillas de la gracia.

Y también hay que desempolvar de San Alfonso su faz más silenciada, de poeta (¡Obispo y poeta!). Porque muchas veces el verso expresa mejor ciertas verdades que la prosa no acaba de asir convenientemente, o a las que el entendimiento no acaba de rendirse (¿será por eso que en este irreverente tiempo nuestro la poesía es tan poco tenida en cuenta?).

Es el caso de esta breve y sugestiva composición:

XLII “Ante el sepulcro de Alejandro Magno” (*):

tumbAleMno

Aquí termina toda la grandeza
Del mundo, y su hermosura y su riqueza.

La gloria, el esplendor, el poderío
Son pasto de gusanos, polvo frío.

Feliz quien muerto al mundo la hora espera
De recibir la negra mensajera.

¿Qué prefieres, cansado peregrino,
Mientras recorres tu áspero camino:

Hacer humildemente tu jornada
Y llegar a la patria bienamada,

O ser en este mundo rico y fuerta
Para llorar sin fin tu triste suerte?

(*) Sánchez Gamarra, Jesús A.: San Alfonso Poeta, Méjico, 1949.

8 comentarios

  
Ricardo de Argentina
"...podemos decirle así como así que está en pecado, sin lastimarlo?”(¡¡¡!!!). "
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Horroriza comprobar que este sacerdote tenga escrúpulos en reconocer el estado pecaminoso de un feligrés. Y de hacérselo notar. Y de creer -porque así lo parece- que pueda tener SOLO ese pecado.
De terror.

Esto trae a colación algo muy real y que podríamos llamar "la epidemia de soberbia" que inunda nuestras sociedades asoladas por el infecto Liberalismo. Nos creemos IM-PECABLES. Nos cubrimos con un manto de santidad fabricado a nuestra medida. Para que los demás se lo crean. Pero terminamos por creérnoslo nosotros también. ¿Y quién arregla eso entonces?

En otro orden: me ha impactado el dodecálogo para los abogados.
Hace muchos años me defendió un abogado, que era muy católico según él, de manera desastrosa. Perdí por goleada. Él se saltó por lo menos la mitad de las recomendaciones de San Alfonso.
Que Dios, ante cuyo estrado ya ha comparecido, se lo haya disculpado.
03/08/14 3:40 PM
  
DavidQ
Yo jamás sería abogado y no tengo más que admiración por San Alfonso.

Sin embargo, para quienes eligen esa profesión y no la abandonan con su primera derrota... ¿qué sería de nuestro sistema de justicia si no se defendiera al culpable?

Muy loable la actitud de quien defiende sólo al inocente, pero tal y como funciona el mundo, es menester también defender al que cometió un error y evitar en la medida de lo posible que la ley humana -en gran medida injusta también- caiga con todo su rigor sobre él.

Si el doctor sólo atendiera a los sanos, ¿dónde quedarían los enfermos? Y si ese doctor le dijera a todos los que perdieron el cabello por la quimioterapia que se miran feos así pelones, ¿les ayuda en algo?

A mí también me gustaría vivir en un mundo perfecto. Mientras tanto, trato de encontrarle lo bonito al rostro de un leproso.
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V.G.: Me alegro de que coincidamos en la admiración por S.Alfonso, David, pero no de que torciendo la argumentación, diga lo que yo no digo. ¿Se puede acaso curar a un enfermo diciéndole que no necesita cura? A quien le gustaría vivir en un mundo perfecto, es bueno que se comprometa en ello, aunque no lo veamos realizado, pues no es otra la misión que nos compete como hijos de la luz. La luz purísima y sencilla, bella y embellecedora de todas las lepras, que sólo proviene de la Verdad.
03/08/14 5:41 PM
  
andrea
..."Y hay que tener presente que tanto el clima de rigorismo jansenista que se vivía entonces, como el “buenismo” modernista que hoy todo lo corrompe, se nutren de la misma raíz venenosa pelagiana."

Eso es lo que yo pienso o veo también. El buenismo de hoy en el fondo piensa que los sacramentos no ayudan a santificarse(ej.consejos de moral matrimonial de algunos curas de hoy:-si ud.señora y su marido están de acuerdo en usar tal método anticonceptivo,está bien(sic)" .Total ,evidentemente, la gracia del sacramento no ayuda a sobrellevar una familia numerosa. Y así miles de ejemplos.
04/08/14 1:16 PM
  
Silvia Inés
Mi hijo sacerdote lleva su santo nombre y es de la F.San Pio X. Comparto tu afecto por estos queridos patrones y pido a ellos te bendigan y sigas siempre con tus artículos tan edificantes.
04/08/14 11:46 PM
  
DavidQ
Lo que quiero decir es que la crueldad disfrazada de verdad no lleva a ningún lado.
Claro que yo podría ir y decirle al adúltero todos los horrores del infierno a los que está exponiéndose sin faltar a la verdad, pero ¿qué voy a obtener de eso? Lo pudo hacer Jesús en varias ocasiones, diciéndole a aquéllas mujeres -y muchísimos otros varones- lo asquerosos que se veían ante sus ojos y en lugar de eso dijo cosas como "vete y no peques más" (Jn 8, 11), "Dame de beber" (Jn 4, 7) y "hoy tengo que alojarme en tu casa" (Lc 19,5).
La actitud cristiana no es, pero se parece más al doctor que le dice al leproso que tiene un cutis hermoso (debajo de esas horrendas llagas), que al que huye de él tapándose la boca con un pañuelo. La caridad y la misericordia no se pelean con la verdad, por el contrario, es imposible alcanzar la Verdad sin una gran dosis de amor.
Dijo Joseph Ratzinger cuando ya era Papa que "en el prostituto que usa un condón hay una semilla de santidad". No dijo que fuera santo, cosa que habría sido mentira; pero tampoco le condenó al infierno sin remedio, porque también habría sido mentira. Con un poquito de amor puedo ver la belleza del rostro demacrado por el dolor, y la semilla de santidad en los esposos que se ponen de acuerdo antes de pecar.
La pregunta es si voy a permitir que esa semilla crezca o voy a pisotearla creyendo que hago honor a la verdad.
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V.G.: ¿Es para ud. crueldad llamar pecado al pecado? ¿Y qué me cuenta de entregar al Hijo de Dios a la muerte, y muerte de cruz por nuestros pecados?
Ud. mismo cita Jn.8,11, en que Ntro. Señor insta a "no pecar más". ¿Le parece cruel?

Porque Jesús nunca habló de la posibilidad de condenación, claro...:
Mt. 25,41: "Entonces dirá también a los de su izquierda: ``Apartaos de mí, malditos, al fuego eterno que ha sido preparado para el diablo y sus ángeles.." ¿Ha borrado esos versículos de su Biblia, por ser malsonantes?

Es de admirar la voluntad retorcida que tienen algunas personas en hacer decir a los demás lo que no dicen, con tal de sembrar cizaña mientras agitan la bandera de la paz.
No hay peor sordo que el que no quiere oír. Una pena.
05/08/14 4:57 PM
  
DavidQ
No es lo mismo decir "no peques más" que "eres una asquerosa ramera". Hay una pequeña diferencia.
También es distinto "malditos al fuego eterno" expresado el día del Juicio, cuando ya no hay esperanza de salvación, que decirle "bastardos fornicarios" a los que crecieron en una cultura que desconoce el sacramento del matrimonio.
La creencia de que el único modo de evangelizar es con gritos, maldiciones y condenas es lo que me molesta; y que todo lo que suene a comprensión y cariño es corrupción y vileza lo que me parece poco cristiano.
Quizás usted borró de su Biblia aquél "perdónalos Señor porque no saben lo que hacen", porque le sonaba demasiado "new age". Es de admirar esa voluntad retorcida de condenar al cura que trata de acercar a las almas y no alejarlas, sólo porque acepta escuchar antes de mandar al infierno.


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V.G.: Mire David, aquí quien prejuzga y condena es ud., pues coincido "de aquí a la China" con ud. en su rechazo a los "gritos, maldiciones y condenas"; el primer párrafo me espanta igual que a ud. y no veo por qué ha de suponer que sea mi estilo: modere un poco su frondosa imaginación. Mi rechazo (no condena, eso lo agrega ud.) de la actitud de ese sacerdote, es en un contexto en que por ej., a una Iglesia repleta insta a comulgar a TODOS, indiscriminadamente, sin la menor advertencia sobre el estado de gracia necesario para ello, por ej. Y que al hablar de asistentes circunstanciales, miembros de sectas -no necesariamente cristianas-, sostiene que él no es nadie para decirles que están en el error. ¿Ud. sabe lo que es el hartazgo? Yo no tengo nada contra el dulce de leche, al contrario, me encantan los dulces (físicos y espirituales), pero si alguien se empeña en ofrecerme una dieta sólo a base de azúcar, siento náuseas. Bueno: así estoy (seguramente junto a buena cantidad de lectores que no me malinterpretan)frente a la pastelería de los modernistas. Le ruego un esfuerzo de comprensión para esta pecadora.
06/08/14 8:45 AM
  
DavidQ
Como menciono en el otro tema, sobre la confesión, yo supongo que usted ha tenido malas experiencias y ha vivido rodeada de cristianos dulzones.
Pero eso no debería cegarla ante la posibilidad de que esa sea una experiencia aislada o de que usted está malinterpretando las intenciones del doctor que se niega a decirle al leproso que se mira asqueroso con las llagas en la cara.
Usted afirma, sin lugar a dudas, que el doctor que no le señale al leproso lo feo que se mira no merece llamarse doctor. Yo tengo dudas de eso.
Y más dudas me entran cuando sé que al pecador que se le dice que no tiene salvación efectivamente lo dejo sin salvación. Usted, el doctor y yo sabemos que las llagas de la lepra no se curan. Que aquél hombre jamás llegará a ser modelo de televisión. Pero si en lugar de decirle "feo" le digo "póngase esta crema, tome esta medicina" quizás logre evitar que la enfermedad siga avanzando. Incluso puedo llegar a la blasfemia absoluta de decirle que a pesar de lo feo que es Dios lo sigue queriendo y que para Él es hermoso y merece vivir.
Es cierto, decirle a alguien, sobre todo a un pecador, que Dios lo ama es dulzón y empalagoso. Para usted, que lo ha oído mil veces. Pero para un hombre que se levanta todos los días y no se mira en el espejo porque se da asco a sí mismo, quizás sea la primera vez que lo escucha.
Usted no se imagina cuánta gente hay en el mundo que jamás ha recibido una palabra de amor, cuántos jóvenes hay que recibieron el último beso de sus padres cuando todavía eran bebés y que hoy sólo reciben regaños y descréditos.
Esa es la gente que llega al confesionario a decir "padre, soy feo, mi rostro está lleno de llagas". Usted no sabe cuánto le costó pronunciar esas palabras, aún cuando a veces las dice con altanería para ocultar su propio rechazo a sí mismo.
Si en ese momento el cura -o el doctor- le dicen "tienes un cutis hermoso", es posible que estén salvándole la vida. Esta o la eterna. Quizás ambas.
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V.G.: Es evidente que ud. tiene un problema de falta de interpretación. Lo "dulzón" no es a mi juicio el que se mencione el amor de Dios ni la misericordia, David, sino que NO se mencione siquiera "la otra parte". Para poner ungüento, amor, consuelo, curación, debo partir de la aceptación de que existe efectivamente una dolencia, no ignorarla.
Por otro lado, le comento que sí, que la lepra es curable, como el pecado en esta vida. Y por supuesto, el pecador más empedernido puede llegar a santo con la gracia de Dios, pero si se la niego porque creo que no la necesita....Me gustaría que trate de comprender el razonamiento. Gracias.
06/08/14 8:44 PM
  
DavidQ
Por que usted asegura que no se menciona la otra parte?
Usted cree que el leproso no sabe que esta enfermo y el pecador ignora su pecado? Asume usted libremente que el leproso jamas ha sentido sus lesiones y que el pecador carece totalmente de conciencia?
Si fueramos maquinas, si no existiera la fe ni la mas miserable particula de Dios en nuestra vida, seria logico suponer que el pecador carece totalmente de conciencia y que es necesario restregarle con violencia su pecado en la cara para que lo comprenda.
Pero mas veces que menos, el pecador que busca el consuelo del cura lleva ya en su alma una carga con la que ya no puede mas. Ya no vivimos en los tiempos antiguos en los que los hombres iban a Misa porque era obligatorio y se confesaban porque asi era la costumbre. Hoy una persona que menciona la palabra "Dios" es porque en algun lugar de su alma el Senor le ha dado una semilla de fe. Y aunque no use las formulas correctas en latin, su conciencia le dice que algo ha hecho mal. Si no fuera asi, qué necesidad tenia la pareja de mencionarle sus habitos maritales al cura? No le habria bastado decir "eso es cosa nuestra y usted no se meta"? O mas facil aun, alejarse de la Iglesia que solo quita tiempo y paz mental?
Cuando el enfermo llega con el doctor es porque algo le duele. No diga usted que "la otra parte" no esta presente porque hoy en dia ningun sano va al hospital a perder su tiempo.
Al contrario, la parte que siempre es escasa es la del amor. Jamas habra bastante amor en el mundo hasta que Cristo vuelva.
En estos tiempos en que las oportunidades de atraer un pecador a la Misericordia de Dios son escasas, si tengo la oportunidad de decirle una cosa y solo una cosa antes de que se vaya para siempre, no le voy a decir "PECADOOOR". Eso ya lo sabe. Por eso vino. Le voy a dar la buena noticia, le voy a decir que hay remedio.
Con un poco de suerte, quizas se quede.
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V.G.: Al contrario de ud., yo creo en su buena intención, David, y coincidimos en algunos puntos. El inconveniente es que ud. divorcia conceptos que para mí son equivalentes: Amor y Verdad; no concibo uno sin el otro, porque se corresponden en Cristo mismo. Sin el otro, cada uno es un puro remedo de sí mismo.
Pero objeto algunas expresiones:
1.- Dios no tiene "partículas" porque no es materia.
2.- La conciencia debe ser formada, y el hacerlo no es "restregar con violencia el pecado en su cara". Lo de la violencia lo agrega ud.
3.- ¿A qué viene lo de las "fórmulas correctas en latín", que sólo ud. menciona? (¿A ud. de pequeño, le pegaban gritándole en latín?). Se le ha deslizado una falta de amor en el discurso...
4.- ¿Cómo hace para atraer a otros a la fe, si ud. cree que la Iglesia "sólo quita tiempo y paz mental"?????
Repase por favor sus contradicciones.
07/08/14 2:27 AM

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