(5) ¿Puede ser indiferente el Nombre, para un católico?

Quisiera no dejar de recordar hoy el que la Iglesia llama el Dulce Nombre, llamando la atención sobre la importancia que los nombres tienen en nuestra vida cristiana.

Mons. Aguer ha hablado hace poco sobre esto, y honrar nuestro nombre de bautismo es un modo muy sencillo pero fecundo de dar testimonio cotidiano de nuestra fe, sirviendo asimismo a la evangelización de la cultura.

Restauremos los nombres cristianos para las nuevas generaciones.

No despreciemos los gestos pequeños. No retrocedamos.

Con signos, gestos, palabras, se enhebran los actos que reforman o hacen apostatar a una civilización. En el cambio de los signos se ceba la revolución, y la dejamos hacer, subestimando al enemigo, dejando que se bastardeen las palabras, enfatizando ingenuamente las puras “intenciones”. Hay almas en juego en todo ello, y no son meras “formas”, porque Nuestro Señor no hace nada en vano, y no fue vano cambiar el nombre a Abraham, a Pedro, a Saulo.

Siguiendo a San Bernardo de Claraval, rezando y batallando, ¡miremos siempre a la Estrella, miremos a María!

En la preciosa comunión de los santos, aprovecho para pedir a los lectores una oración por un gran poeta argentino, Francisco Luis Bernárdez (*), que La ha tenido siempre presente, lo que se traduce en la belleza de sus obras, como en su

Soneto del Dulce Nombre

Si el mar que por el mundo se derrama
tuviera tanto amor como agua fría,
se llamaría, por amor, María
y no tan sólo mar, como se llama.

Si la llama que el viento desparrama,
por amor se quemara noche y día,
esta llama de amor se llamaría
María, simplemente en vez de llama.

Pero ni el mar de amor inundaría
con sus aguas eternas otra cosa
que los ojos del ser que sufre y ama,

ni la llama de amor abrasaría,
con su energía misericordiosa,
sino el alma que llora cuando llama.

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(*) Escritor con tonos netamente cristianos, participó -al igual que el escritor Leopoldo Marechal y el pintor Ballester Peña- de Convivio, encuentro de artistas cristianos que constituyó el marco para debatir diferentes aspectos y problemas del arte en sus variadas manifestaciones.

En sus primeros siguió los principios del ultraísmo, vinculándose con los poetas postmodernistas, hasta fraguar un barroquismo conceptuoso y original. Desde la publicación de El buque (1935), trató temas de espiritualidad con estilo clásico, como en Cielo de tierra (1937), La ciudad sin Laura (1938) -inspirada en la persona de su propia esposa-, Poemas elementales (1942), Poemas de carne y hueso (1943), El ruiseñor (1945), Las estrellas (1947), El ángel de la guarda (1949), Poemas nacionales (1950), La flor (1951), Tres poemas católicos (1959), Poemas de cada día (1963). Ya en su madurez, su poesía se identificó por un tono lírico influido por los poetas místicos, pero conservando su forma particular de enfocar la belleza de la vida. Bernárdez es uno de los muy escasos poetas argentinos que asumió explícitamente el catolicismo en su creación literaria.

Se caracterizó por la belleza de sus sonetos, por sus poemas de extenso metro (fue creador de un verso de 22 sílabas), y por su profundidad filosófica (por ejemplo, en La noche). Su traducción poética de los himnos litúrgicos del Breviario Romano, que aún hoy se rezan en algunos conventos argentinos,y sus trabajos en prosa, casi todos verdaderamente poéticos, completan la obra de este notable escritor argentino. En sus últimos años quedó ciego, aunque conservó siempre su actitud jovial y entusiasta y su amor por las letras.

9 comentarios

  
DavidQ
Mi hijo más pequeño se llama Emmanuel. Hay que ver que se ha ganado el nombre a pulso :)
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Rta.: ¡Bendito sea, David, jajaja!
13/09/13 2:28 AM
  
Alf_3
Sí entiendo que los nombres cristianos actualmente son algunos, despreciados, aunque los hay también apreciados por épocas.
Hoy muy difícilmente se escogerían nombres como : Bonifacio, Urías, Pancracio, y tantísimos más ya olvidados, pero si leyésemos las vidas de tales Santos, resultaría que son de lo más venerables.
Hoy nos gustan los nombres 'diferentes', orientales, místicos, nativos precolombinos, etc.
El único valor que les doy a estos últimos, es que podrían llegar a ser cristianos, si la persona con tales nombres alcanzara la santidad, y así ampliarían el Santoral.
13/09/13 5:28 AM
  
Israel
¡Ay, Virginia!. Me has tocado un tema muy personal... Mi nombre es Jesús y siempre celebré mi santo el día 2 de enero, día en que, por lo menos esa es mi creencia, se celebraba el Dulce Nombre de Jesús. Ahora por lo visto, me veo obligado a celebrarlo conjuntamente con los Manolos, lo cual no me seduce...
De todas formas, sigo (y seguiré) celebrándolo el día 2, le pese a quien le pese (de hecho, con mi tío Jesús, sacerdote, nos felicitábamos ese día). Un saludo.
13/09/13 8:24 PM
  
Anónimo...
Israel... bienvenido.
(teniendo en cuenta que es la primera vez que participa... espero y deseo que sus escritos difieran un poco del resto; sino en la forma (que también -¿porqué emplear quinientas palabras cuando algo se puede expresar perfectamente en diez?-) que sea en el fondo.
: )
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Rta.:Estimado Anónimo: le sugiero probar a poner un poco de miel en el jugo de limón con que, por lo visto, gusta desayunar. Que María Reina lo colme de bendiciones.
13/09/13 10:51 PM
  
Juan
Mi madre todavía llama día del Santo al cumpleaños. "te llamo por tu santo", nos dice. Esas reminiscencias de un mundo que supo ser católico, antes de ser esto que es, y de una generación de Kevins y Jonathans pasamos a una de Abriles y Azules y de ahí a una de Almas, Indias, Thiagos y Santinos.
En fin...capaz que el peor enemigo de nuestra religión sea el mal gusto.
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Rta.: Jajaja! No sé si el peor, pero indudablemente la belleza tiene mucho que ver con la santificación del mundo que nos rodea, por supuesto; ¡y que Dios bendiga a tu madre!
14/09/13 4:20 PM
  
Lupe
Virginia, respeto lo dicho por usted, pero a pesar de lo que puedan decir algunos lo que quieran pero hay nombres de santos que son horrorosos y pues serán muy santos y con grandes méritos, afortunadamente a mi mama no se le ocurrió llamarme Aurelia ( a mi me parece espantoso el nombre cito) en cambio me puso Alicia Guadalupe como a una hermana que murió siendo una bebe
15/09/13 5:18 AM
  
Ivana
Si mal no recuerdo, cambiar los nombres de hijos y ciudades fue una de las "estrategias" para cortar con la Cristiandad en -o luego de- la Rev. Francesa... Es interesante tenerlo en cuenta para causar efecto contrario! aunque sea en una medida pequeña, jaj.
Para la historia, en palabras de mis profesoras de la univ. (no precisamente muy "pro Cristiandad") la elección de los nombres, no deja de ser un signo de lo arraigado de la fe en la cultura de la época... Recuerdo que en esa clase mi pensamiento fue: la Cristiandad se hace presente y da un testimonio hoy, en esta aula, aún en esto que parece pequeño..

Es hermoso que nuestro nombre tenga raíces en nuestra fe.
Yo por mi parte, agradecida a todos los Santos Juanes y Juanas! ♥
18/09/13 6:16 AM
  
Bruno
Precioso el artículo. Y gracias por darnos a conocer a ese poeta argentino católico.
30/09/13 11:47 AM
  
Ricardo
No sabía que Bernárdez era católico, más ganas de darlo a conocer aún (soy profesor argentino de Literatura y en la facultad ni me lo nombraron... Ahora entiendo el por qué)
Y sí, hay que pensar y rezar el nombre de cada hijo.
Saludos y Dios los bendiga

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V.G.: ¡cuánto me alegro de que lo conozca ahora! Si quiere puedo enviarle bibliografía suya por correo electrónico con mucho gusto, para darlo también en sus clases. Un cordial saludo en María Reina.
11/09/16 2:39 AM

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