¿Castigo de Dios?

¿Castigo de Dios?

Basta hojear en la Biblia los relatos del peregrinaje del pueblo de Dios registrado en los libros del Éxodo, los Números, y el Deuteronomio, para encontrar numerosos testimonios de la actitud divina ante la infidelidad, reiterada y contumaz, de los judíos.

 Acabo de recibir esta consulta: ¿Se puede pensar que la pandemia desatada por el Covid - 19 sea un castigo de Dios?. Yo añadiría a la pregunta: ¿sensatamente?. Así se excluye desde el comienzo tanto el fundamentalismo desorbitado que agita terrores apocalípticos, cuanto el relativismo incrédulo del católico «progresista», que descarta con una sonrisa la cuestión in limine.

Basta hojear en la Biblia los relatos del peregrinaje del pueblo de Dios registrado en los libros del Éxodo, los Números, y el Deuteronomio, para encontrar numerosos testimonios de la actitud divina ante la infidelidad, reiterada y contumaz, de los judíos. La noción de castigo va asociada a una imagen de Yahweh, que incluye el desfogue de su ira, manifiesta en el juicio contra el pecado; este es siempre desobediencia, incredulidad, apostasía. Aparece también el juicio y castigo de las naciones paganas, ya que el de Israel es un Dios universal, único y celoso de su gloria. En una y otra dirección se destaca asimismo la paciencia de Dios y su amor misericordioso, dirigido a obtener del pecador la conversión, ya que Él «no quiere la muerte del pecador, sino que se convierta y viva». Esta expresión ilustra un rasgo del Dios de Israel, que se reitera de continuo en los nebiyîn, los escritos proféticos.

Los términos mencionados parecen hallarse siempre en vinculación intrínseca: la ira es expresión de la santidad divina, de la que ha querido hacer participar al hombre; se manifiesta en el juicio, en el cual se muestra que Yahweh gobierna soberanamente el mundo, donde se ejerce como factor decisivo la libertad y consiguiente responsabilidad de la criatura, hecha a imagen del Omnipotente. Se citan las ciudades paganas castigadas por su maldad, como Babel, Sodoma, y Nínive, a las que se suma la misma Jerusalén cuando es llamada infructuosamente al arrepentimiento. En la dialéctica de la historia, los imperios paganos son instrumentos para la corrección del pueblo de Dios. Son bien elocuentes estos pasajes de la profecía de Ezequiel: «Les infligiré justos castigos: la espada, el hambre, las bestias feroces y la peste» (Ez. 14, 21)... «Ustedes caerán bajo la espada; los juzgaré en el territorio mismo de Israel, y así sabrán que yo soy el Señor (ib. 11, 10).

Respecto de la peste, es interesante recordar el castigo que se impone a la necia jactancia de David al realizar el censo del pueblo, a pesar de la sensata recomendación en contrario de Joab. Se le propone elegir entre tres años de hambre, tres meses de derrotas a mano de los adversarios, o bien »tres días en que la espada del Señor y la peste asolarán el país y el Ángel del Señor hará estragos en todo el territorio«. El rey eligió lo tercero, con este argumento: »Caigamos más bien en manos del Señor, porque es muy grande su misericordia, antes que caer en mano de los hombres«. Se produjo entonces la peste, y la muerte de setenta mil hombres. La conclusión del episodio es bien ilustrativa: »El Ángel extendió la mano hacia Jerusalén para exterminarla, pero el Señor se arrepintió del mal que le infligía y dijo al Ángel que exterminaba al pueblo: «¡Basta ya!. ¡Retira tu mano» (1 Sam. 24, 10 ss.). El episodio es retomado en el Primer Libro de las Crónicas, capítulo 21. Entre paréntesis: el término daber (o deber, peste) recurre en varios pasajes del Antiguo Testamento hebreo; la versión griega de «los Setenta» traduce thánatos, muerte.

El antropomorfismo que pinta a Dios arrepintiéndose se suma a los otros, la ira y la paciencia. Es una bella expresión de la misericordia divina. Todos los elementos señalados se encuentran en un texto del libro de Baruc, que no integra el canon hebreo sino la versión griega: «Al Señor nuestro Dios pertenece la justicia, a nosotros en cambio, y a nuestros padres, la vergüenza reflejada en el rostro, como sucede en el día de hoy... el Señor estuvo atento a estas calamidades y las descargó sobre nosotros, porque él es justo en todo lo que manda hacer... seguir los preceptos que él puso delante de nosotros» (Bar. 2, 6 - 10). «... Sin embargo, tú nos has tratado, Señor Dios nuestro, conforme a toda tu benignidad y a tu gran compasión» (ib. 2, 27).

No todo sufrimiento puede ser interpretado como castigo divino o llamado a la conversión; uno de los enigmas más dolorosos es el sufrimiento de los inocentes y su sentido. En el Antiguo Testamento, el Libro de Job y su discusión con Dios sobre este punto representa un anticipo de la respuesta que se revela en el Nuevo Testamento, en la cruz de Jesucristo, el inocente que se ofrece en sacrificio por los culpables. El castigo no es solamente pena que se impone a quien ha cometido un delito, sino también ejemplo, advertencia, corrección, enmienda.

Rigurosamente hablando, el único inocente es Jesucristo, Dios mismo que hecho hombre saca al hombre del camino sin destino, el atolladero en el que se había internado al decaer de su condición original; de la prehistoria originaria a la historia, por no aceptar la realidad de su inserción en el conjunto de la creación. «Ser como Dios», ser un dios, es siempre la gran tentación. Con la caída del hombre, la creación entera queda -como lo advirtió San Pablo, Rom, 8, 20- «sometida a la vanidad», mataiótēti . Esta palabra, mataiótesse traduce como vanidad; en la expresión griega se incluye un matiz de estupidez, sinrazón, insolencia orgullosa. Quien se somete a la vanidad es el hombre que prescinde de Dios y se empeña en forjar una nueva humanidad, la Humanidad, un orden diseñado por su soberbio arbitrio; en su pertinacia arrastra a toda la creación, de la cual había sido constituido rey. Ahora la esclaviza consigo a la nada.

El mensaje central del Nuevo Testamento es que Cristo, el Mesías de Israel, se hizo cargo del pecado de la humanidad entera y lo clavó en la cruz para disolverlo en ella. Leemos en la Primera Carta de Pedro: «Él llevó a la cruz nuestros pecados, siendo justo padeció por los injustos, para llevarnos a Dios» (1 Pe 3, 18). En la cruz la justicia de Dios se manifiesta como misericordia. Es este el momento de concluir que Dios es justo porque es misericordioso, y es misericordioso porque es justo. Esta paradoja -aparente- la expresó Tomás de Aquino escribiendo que «la obra de la justicia de Dios siempre se funda en una obra de su misericordia, y la supone» (I, q. 21, a. 4). Comentando el Salmo 50 -el célebre Miserere- dice que la misericordia de Dios es grande por siete razones: es incomprehensible, lo llena todo, está en todos, es sublime, eterna, virtuosa, y universal.

Una última observación que completa el conjunto de la revelación bíblica: por la fe en Cristo, muerto y resucitado, el hombre y con él la creación se encaminan a su fin, a su cumplimiento en el ésjaton -lo último, el estado definitivo-, «los nuevos cielos y la nueva tierra», que de lejos anunciaron los profetas.

El desarrollo precedente, articulado en la teología católica, puede servir de fundamento a la respuesta que se busca.

La Providencia del Señor de la historia no debe concebirse como una voluntad omnipotente y arbitraria sino como prudencia, sabiduría que no anula el juego de los múltiples factores que intervienen en la historia, sobre todo las intervenciones de la libertad humana y sus consecuencias, lo que en lenguaje filosófico se llama causas segundas. Me permito citar nuevamente a Santo Tomás, que insiste en numerosos pasajes de sus obras que la presciencia y providencia de Dios, y aun la predestinación de los hombres no imponen necesidad a las cosas ni anulan el carácter contingente de las mismas. A través de esos agentes se cumple el designio divino; se puede decir entonces que Dios permite el mal, el que el hombre realiza y el que se sigue de su torcida elección. Esa permisión sirve de castigo, corrección y enseñanza, en busca del bien. De paso digamos que Dios no arroja a nadie en el infierno, el condenado va allá por su cuenta, se marcha a su lugar, eis tòn tópon tòn tòn ídion , como Judas (Hch. 1, 25). Y entra en el orden de la sabiduría y la voluntad divinas, que soberanamente dirigen todo.

A propósito de la plaga del coronavirus, se ha discutido acerca del origen, de cómo el virus pasó del ámbito animal al humano. Los datos apuntan, como escenario más seguro, al mercado de Wuhan, ciudad de la China profunda; allí, al parecer, se sitúa el escenario del contagio. Se vendían en ese lugar toda clase de animales, cuya sangre derramada y sus excrementos ofrecieron la situación adecuada para la generación de la nueva plaga: se dice que pasó al ser humano del murciélago a través de un mamífero placentario, insectívoro, llamado vulgarmente pangolín. Aunque se conocen otras hipótesis acerca del origen del virus, me detengo en la descrita para ofrecer una interpretación. Como en los casos del VIH, el Ébola, el SARS y el MERS también en el del Covid 19 se verificó un salto de la naturaleza deturpada al autor de los abusos. El hombre, según el designio del Creador, se inserta en la naturaleza por medio de su trabajo y artesanía; es homo faber, pero antes es contemplativo del don recibido, al cual debe admiración y respeto; no le es lícito esquilmar el don de Dios, sino explotarlo sabiamente para su necesidad y provecho. El señorío del hombre sobre la naturaleza se ha convertido en abuso destructor del ecosistema; las consecuencias están a la vista. La naturaleza se cobra el precio de la violación a la que es sometida.

No me parece arbitrario referir a las consecuencias que sufrimos, que no se limitan al contagio de la peste, otras violencias ejercidas contra la naturaleza: la destrucción del matrimonio y la familia, en virtud de la ideología de género y de las leyes inspiradas en ella; la alteración de la realidad del sexo, y la propaganda abrumadora en favor de la homosexualidad; la educación errada de los niños por imposición del Estado; el manoseo de la dignidad de la mujer en el feminismo extremo; los crecientes femicidios (varones que asesinan a sus novias o ex novias, parejas o ex parejas); la amenaza de legitimación del aborto y la eutanasia; la idiotización de las multitudes por la televisión; el dominio de los medios económicos por grupos poderosos y funcionarios corruptos que crea pobres y excluidos, y un largo etcétera. En la cultura que se va imponiendo se insinúa un nuevo «orden» basado en el desorden, en la enemistad contra el don de la creación, contra la realidad y el concepto de naturaleza. Son virus que no saltan de la esfera animal; el virus por excelencia es la pretensión del hombre de convertirse en Dios, una pandemia que conduce a la muerte moral y espiritual. Como en el caso del ecosistema físico, también, en el ecosistema de la cultura, en el cual vive el hombre, el peligro cercano es la destrucción. Vivimos una especie de autocastigo, y la única salida es comprenderlo como un llamado a volver a Dios, lo que en el lenguaje bíblico se llama metánoia, conversión, que tiene una raíz intelectual: cambio del noûs, la mentalidad o manera de pensar, y de allí renovación de intenciones, sentimientos y proyectos.

Volviendo al Covid - 19, se me ha pedido también una opinión sobre las medidas adoptadas en nuestro país para conjurar el avance del mal. Las consecuencias económicas, sociales y psicológicas son incalculables. Los remedios que se intentan permiten la justa cavilación de muchos que se preguntan si no serán peor que la enfermedad. No es competencia mía dilucidar este asunto; la duda debería ser analizada cuanto antes.

La sobreactuación del estado atropella las garantías democráticas; la república se encuentra con sus instituciones en cuarentena, y es gobernada por el Poder Ejecutivo mediante «decretos de necesidad y urgencia». Muchos fieles están indignados por la reclusión de la Iglesia, que se somete medrosamente al dominio estatal; los templos se abren para el reparto de alimentos, pero no para que se pueda entrar a rezar en ellos. Ni siquiera se pudo el Viernes Santo, para besar el Crucifijo, y tocar con devoción el manto de la Madre Dolorosa.

¿Qué se seguirá de este penoso antecedente?. Afortunadamente no han faltado sacerdotes que con prudencia y coraje han hecho y hacen uso de la libertad cristiana. ¡No es lo mismo la Misa por internet!.

No se me oculta que esta opinión mía, que presento modestamente y cum formidine errandi, puede desagradar a muchos. Me atrevo a divulgarla recordando lo que decía Francisco de Quevedo en su Epístola Censoria al Conde - Duque de Olivares:

¿No ha de haber un espíritu valiente?

¿Siempre se ha de sentir lo que se dice?

¿Nunca se ha de decir lo que se siente?.

+ Mons. Héctor Aguer*.

*Académico de Número de la Academia Nacional de Ciencias Morales y Políticas, Académico Correspondiente de la Academia de Ciencias y Artes de San Isidro, Académico Honorario de la Pontificia Academia de Santo Tomás de Aquino (Roma).

 

27 comentarios

JUAN.
¡QUÉ PARRESIA!. Excelente, Sr. Arzobispo, ojalá sus hermanos en el Episcopado tomen buena nota, lo que significa ser un buen sacerdote y hablar: con Claridad, con Verdad, con Valentía y con auténtica Caridad (y no blandenguería), elementos esenciales y rarísimos en nuestros días en la Jerarquía de la Iglesia.

Dios le llene de bendiciones en Vísperas del Domingo de la Divina Misericordia. Un saludo afectuoso en el Señor desde España.
18/04/20 10:34 PM
Oscar Jesse
Excelente, como todos sus notas. Extrañamos su presencia en la arquidiócesis de La Plata
18/04/20 11:35 PM
Jorge Frech
El coronavirus es permitido por Dios para nuestro bien, lo entendamos o no. Ciertamente todos pecamos, si ofrecemos nuestro dolor a Dios moriremos en su Gracia y gozaremos del Paraiso muy pronto, si solo nos arrepentimos iremos al Purgatorio y seremos purificados de todo apego y Tambien alcanzaremos el Cielo. Si morimos renegando, estaremos perdidos para siempre.
Ciertamente el ayuno y la oracion nos serviran como siempre han servido para dos propositos: acercarnos mas a Dios purificando nuestras intenciones y acciones, y obtener la intervencion Divina para aplacar el virus y sus consecuencias.
Monsenor Aguer, gracias por su disertacion sobre este tema, me gusto mucho lo que se refiere a Santo Tomas y Tambien las reflexiones suyas sobre el tema.
Que Jesus y Maria lo bendigan siempre!
19/04/20 12:34 AM
Rubén (de Argentina)
¡Excelente Monseñor! Respecto a esto:



"Rigurosamente hablando, el único inocente es Jesucristo..."



tengo entendido que la Santísima Virgen María comparte dicha inocencia pues fue también libre de todo pecado (incluso del pecado original).
19/04/20 1:09 AM
Maru Tadeo
Excente artículo. Un nuevo orden basado en el desorden. Han querido destruir a la familia y ahora todos encerrados en familia. Misericordia, que vuelva la Eucaristía.
19/04/20 3:41 AM
Rapin
La Virgen también es inocente. Es la Inmaculada.
19/04/20 4:41 AM
Rapin
Sólo Dios sabe el destino eterno de Judas.
19/04/20 4:43 AM
Rapin
Monseñor los que están en Amazonia, no pueden ver la Misa ni por televisión. El problema de los pueblos de Amazonia, durante el Sínodo, se diluyó en la pelea de la ordenación o no de los varones casados. Fue lo único que importó, digamos la verdad. La evangelización y administración de los sacramentos a los aborígenes: Quedó absolutamente olvidada.

Pasó la disputa. Pero esos Pueblos siguen carentes de los sacramentos. Y ni Tirios ni Troyanos se acuerdan de eso; sino que se han olvidado olímpicamente de esos hermanos católicos, y en sus ciudades pobladas de Catedrales, Abadía, Iglesias, sobrando Obispos, Curas y Religiosos, se quejan porque no pueden ir presencialmente a Misa, a causa de la Peste.

Las Pestes son situaciones muy bravas. Le recomiendo que lea el libro Pestilence del sabio Cardenal Gasquet donde se puede ver las diversas calamidades de la peste negra de 1346 y siguientes. Ese libro está en Ingles (idioma que Ud. domina) y lo encuentra fácilmente en la Web. Entre al Sitio Archive y encontrará ese libro y otros..

La Eucaristía es eminente fuente de Gracia. Pero no dudo ni un instante que Dios otorga su Gracia a quienes fundados en la virtud de la Obediencia cumplen lo que la Iglesia les manda y aconseja, aun viendo la misa por Televisión. Como dice San Benito en el Prólogo de la Regla: Obsculta, o fili, præcepta magistri, et inclina aurem cordis tui et admonitionem pii patris libenter excipe et efficaciter conple, ut ad eum per oboedientiæ laborem
19/04/20 5:26 AM
Benigno Soto
Excelente artículo, como todos los de Mons. Aguer.
Quedaría mejor si quitara los últimos 5 párrafos.

AUTORIDAD CIVIL sanitaria. "Atropella las garantías democráticas". Es mucho decir. No he leído el articulado de esas normas, pero dudo mucho del "atropello". Si no son contra-Dios, hay obligación de obedecer a las autoridades civiles (Cristo, San Pedro, San Pablo: Mt 22,21; 1Pe 2,13ss; Rm 13,1ss; 1Tim 2,1-2; Tit 3,1-3)

AUTORIDAD DE LA IGLESIA. "Se somete medrosamente al dominio estatal". Da al César lo que le corresponde. ¿Por miedo? Gran acusación. Juicio temerario.
19/04/20 10:05 AM
Juan Javier
Muchas gracias, me ha aclarado muchas cosas que con lo que está pasando, me sorprendía la reacción de la Iglesia en general, pero hay esperanza, gracias.
19/04/20 10:55 AM
Horacio Castro
Nadie podría negar con fundamento, que Dios decide anticipar temporalmente el castigo eterno que corresponde para los que consumaron toda clase de pecados o crímenes de extrema atrocidad, dando oportunidad a los culpables de convertirse. Nadie puede negar que a otros culpables Les permite vivir felizmente hasta morir en la propia cama, para finalmente recibir el castigo eterno. Dios permite el mal para sacar el bien, así que se entiende que permita una terrible pandemia que será la más severa advertencia para otros considerados ‘inocentes’. ANTE EL MISTERIO es oportuno que el Arzobispo emérito explique que “no todo sufrimiento puede ser interpretado como castigo divino o llamado a la conversión; uno de los enigmas más dolorosos es el sufrimiento de los inocentes y su sentido”. Pero si el tema del artículo es “¿se puede pensar que la pandemia desatada por el Covid - 19 sea un castigo de Dios?”, es difícil explicar que Monseñor Aguer exponga consideraciones de carácter científico y económico. Si bien en Levítico 11 se enumeran los ‘animales limpios e inmundos’ como alimento, los católicos no están obligados al respecto. Cabe preguntar entonces por qué la reflexión de M. Aguer acerca de que en el mercado de Wuhan se vendieran toda clase de animales, con su sangre y excrementos derramados, incluyendo murciélagos. Tampoco está relacionado con la cuestión del castigo, que aventure un comentario sobre medidas sanitarias adoptadas con prudencia por el Gobierno Argentino, opinando
19/04/20 11:56 AM
Horacio Castro
Tampoco está relacionado con la cuestión del castigo, que aventure un comentario sobre medidas sanitarias adoptadas con prudencia por el Gobierno Argentino, opinando que ‘los remedios que se intentan podrían tener consecuencias económicas, sociales y psicológicas incalculables peor que la enfermedad’. Somos muchos los que preferimos esas medidas que limitan actividades económicas, de las que se saldrá progresivamente, y no las decisiones prácticamente malthusianas de los presidentes de EE. UU., Brasil, y en su momento México y el Primer Ministro del Reino Unido. Tampoco corresponde mencionar los “decretos de necesidad y urgencia” como si estuvieran destinados para que ‘no se pueda entrar a rezar en los templos ocasionando que ni siquiera se pudiera el Viernes Santo, besar el Crucifijo, y tocar con devoción el manto de la Madre Dolorosa’. Además, que se abran los templos para el reparto de alimentos no es una decisión de autoridades argentinas.
19/04/20 12:50 PM
Hermenegildo
Me sorprende que Monseñor Aguer utilice neologismos ideológicos como "feminicidio".
19/04/20 12:51 PM
hornero (Argentina)
"El señorío del hombre sobre la naturaleza se ha convertido en abuso destructor del ecosistema; las consecuencias están a la vista. La naturaleza se cobra el precio de la violación a la que es sometida".

"Muchos fieles están indignados por la reclusión de la Iglesia, que se somete medrosamente al dominio estatal; los templos se abren para el reparto de alimentos, pero no para que se pueda entrar a rezar en ellos. Ni siquiera se pudo el Viernes Santo, para besar el Crucifijo, y tocar con devoción el manto de la Madre Dolorosa".

Monseñor Aguer señala aquí dos elementos fundamentales del "quid". La rebeldía del espíritu del mundo infiltrado en la humanidad y en la Iglesia. El ateísmo del pensamiento moderno no permite conocer las causas de este virus, porque niega la relación entre los seres materiales y el Creador, la que fue establecida también con el espíritu del hombre y con los ángeles. La conducta moral del hombre incide sobre la condición de su espíritu y de su cuerpo; y siendo que el hombre participa de la soberanía de Cristo sobre la creación, como sacerdote, profeta y rey, sus actos morales proyectan su desorden en la naturaleza, lo que se vuelve contra él; azuza las catástrofes geológicas, climáticas, o biológicas. Si a esto, añadimos la apostasía, todo se agrava.



19/04/20 3:11 PM
hornero (Argentina)
En cuanto a las autoridades civiles, es bueno hacer notar que en esta oportunidad han actuado en común acuerdo total al tomar las medidas sanitarias, principalmene la de encierro obligatorio. Es un hecho que merece una detenida reflexión. Jamás ha ocurrido que se haya establecido una decisión internacional de alcance total, sin que se hayan celebrados los acostumbrados y necesarios debates previos a los acuerdos. Como así también, el correspondiente acatamiento universal por parte de las poblaciones, sin necesidad de actos intimatorios propios de gobiernos tiránicos. No pareceiera un suceso de nuestro mundo, sino de un mundo idílico de buenas relaciones entre gobernantes y goberrnados a escala mundial. Podría interpretarse, con el rigor intelectual necesario, como una revelaciónde de que, no obstante el desvarío del mundo moderno, subsiste en la humanidad EL SENTIDO COMÚN, en el pleno significado aristotélico-tomista. Garanrtía de la inteligencia, a pesar de los desquicios sufridos a causa del irracionalismo en todas sus variantes. Es una señal de que no todo está destruido (lo dice María en San Nicolás), que hay reservas de las que puede surgir nuevamente un orden cristiano, cuando llegue el momento del pleno triunfo del Inmaculado Corazón de María en el mundo. Sí, Dios puede sacar un bien de este mal.






19/04/20 4:39 PM
Nestor
Antes de entrar en otros temas, señalar que es imposible desconocer la gran actividad biotecnológica reciente en la producción artificial de virus en laboratorios, sin poder desconocer tampoco la proyección militar y bélica, en términos de guerra biológica, que tiene esa actividad.



Señalar también que en Wuhan hay un laboratorio chino destinado precisamente a esas manipulaciones biológicas de virus.



Con esos antecedentes no se puede sin más asumir la hipótesis de la reacción de la naturaleza ante el abuso humano.



Y menos aún para incurrir en la personificación de la naturaleza que se cobraría el precio de una violación.


Saludos cordiales.
19/04/20 11:47 PM
Chico
Pues a mi entender le falta claridad al escrito porque hay que decir que Dios si castiga y en todo mal hay muchas causas y una es que Dios castiga porque ama al hombre, porque quiere que se arrepienta y porque tiene que hacer penitencia sufrir en su carne por sus pecados a semejanza de Cristo que sufrió siendo inocente. Sufrir con Cristo para suplir lo que le falta a
Su Pasión
20/04/20 3:51 AM
Horacio Castro
Desde mediados del siglo pasado se realizan investigaciones sobre guerra bacteriológica. Ninguna potencia militar es ajena a esta actividad. Como dato revelador encontramos que sólo en Estados Unidos la información oficial reconoce que se mantienen inmunizados contra la viruela bastante más de un cuarto de millón de personas integrantes de fuerzas militares de elite y civiles especializados en tareas esenciales. Es así porque en los laboratorios se mantiene activo el virus de la viruela, para la preparación de vacunas, pero en algunos centros también para su eventual uso en guerra biológica. Pese a que la viruela se declaró mundialmente erradicada en 1980 constituyendo ésto un enorme éxito de la OMS. Actualmente el Presidente Trump tiene una situación complicada para las elecciones de noviembre y hasta es posible que el partido Republicano cambie su candidato para las presidenciales como resultado de las proporciones de la actual pandemia en EE. UU. No extraña el empeño puesto por organismos públicos y privados de Estados Unidos en culpar a las autoridades chinas como responsables voluntarias del desastre. Realmente no existen pruebas contra China y no puede ser que yo en enero estuviera enterado de la gravedad del brote del nuevo coronavirus y Donald Trump no. China avisó a la OMS en tiempo y forma 8dicienbre 2019) y suministró al mundo la información sobre el genoma del virus y estrategias para combatirlo.
20/04/20 10:35 AM
Nestor
China es muy grande, y si mal no recuerdo, hay solamente dos laboratorios en China dedicados a este tipo de actividades tan benéficas, de modo que habría infinidad de otros lugares donde podrían estar situados, sin ser Wuhan, que es precisamente de donde salió el virus...

Está bien que no es probable que mi vecino saque la lotería, pero si lo veo que sale a la calle gritando y abrazando a todos, justo a la hora del sorteo, entonces probablemente sí, sacó el premio.

Steve Mosher tiene bastante información interesante sobre el tema:

//www.lifesitenews.com/blogs/author/steve-mosher

Saludos cordiales.
20/04/20 7:09 PM
Horacio Castro
Steven Mosher es un especialista en marketing antichino como parte de una estrategia que procura mantener la anterior superioridad económica estadounidense en el comercio internacional. Hasta ahora eso le permite inyectar en la mayoría de mercados una gran cantidad de dólares impresos sin necesidad de un respaldo material sino la promesa de bienes y servicios. Es muy apreciado por católicos en su condición de abortista converso. Hay que leer sus artículos para comprender (salvo por ejemplo su convicción antiabortista) que en su mayoría son conmovedoramente increíbles. Quien quiera puede comprobarlo dando una vueltita por lifesitenews.
20/04/20 8:19 PM
Horacio Castro
Lean por ejemplo (el traductor Google es de gran ayuda) www.lifesitenews.com/blogs/why-coronavirus-will-not-take-hold-in-america-like-it-did-in-italy-and-south-korea
20/04/20 8:45 PM
Rafaelus
Si relacionamos esta situación con la sugerencia de Néstor acerca de que

"no es probable que mi vecino saque la lotería, pero si lo veo que sale ... gritando y abrazando ... a la hora del sorteo ... probablemente sí, sacó el premio",

observamos que el brote inicial de la epidemia en Wuhan China, coincide con un contexto en que suceden la guerra comercial entre USA y China, el atentado mortal contra un general iraní, ordenado por el presidente de USA, el BREXIT, e incendios forestales muy extensos en Brasil y Australia, todo ello frustrando la conmemoración del Holocausto. También, poco antes del brote inicial hubo una evento deportivo militar en Wuhan, China, en el que participaron militares usanos. Además, el brote inicial en China fue seguido por sucesos similares en Irán y Corea del Sur.

Entonces podemos suponer que sí hubo un atentado biológico, primero de USA contra China, aprovechando la presencia de militares usanos en Wuhan; China tiene capacidad comparable, estudió el virus, publicó su secuencia genética y, probablemente, lo modificó para lanzar un contraataque a través de Europa mientras quizá tenga ya la vacuna y con ella mantenga la enfermedad controlada en su territorio, en países colindantes y en Irán.
.
Tampoco debemos descartar la posibilidad de que grupos neonazis hayan desencadenado esto para estropear la conmemoración del Holocausto.
20/04/20 10:51 PM
Nestor
Lo dicho, es una maravillosa casualidad que el laboratorio chino de virus esté en Wuhan. Será que Trump lo hizo instalar allí para echarle la culpa a los chinos.

En el tema del castigo divino, Dios no puede no quererlo, porque ese castigo es justo, y por tanto, bueno. Y lo que Dios quiere sin más con su Voluntad Omnipotente en las creaturas, lo causa.

Por tanto, no se trata solamente ni en primer lugar de que el condenado se vaya a su propio lugar. Dios lo envía allí, como se ve por tantos pasajes de la Escritura que habla de que los pecadores impenitentes serán "arrojados" por Dios o por sus ángeles al infierno.

Saludos cordiales.
21/04/20 12:15 AM
Anibal d Buenos Aires
La Virgen es inmaculada por los méritos de Cristo, el único inocente per se.
21/04/20 1:24 AM
Adrián Ferreira
Hay una parte donde dice que Dios no condena y es el pecador quien va solito por cuenta propia al infierno hay un artículo de Néstor en los blogs de infocatolica donde trata el tema pero basta leer el catecismo y recordar parábolas como la del invitado que fue a la boda (cielo) sin estar vestido (estado de gracia) para la ocasión y fue expulsado a donde hay rechinar de dientes. La gente bo va por voluntad propia al infierno reciben la condena de parte del Señor que ha determinado esa pena para ciertos pecados que para algunos hasta ni pecados son como el desear la mujer del prójimo o adulterio.

De todas formas y a pesar de este pequeño error agradezco y valoro este artículo que arroja luces sobre el tema.
21/04/20 5:11 AM
Manuel
Perdóneme Monseñor Agüer:
pero bien dijo San Agustín: “todo lo
que sucede es por qué Dios lo hace
o lo permite “. Es así que Dios quiere
la pandemia y punto, y aquí el que
se siente ofendido es Dios, no ningunas
garantías democráticas, pues Dios no
es Democrático sino TEOCRATICO
22/04/20 2:48 AM
mario
Manuel, si fuera así, si Dios hubiese querido dos guerras mundiales, el holocausto, millones de muertos en la Unión Soviética, sólo para mencionar las más grandes y recientes tragedias de la historia de la humanidad... yo no sería creyente.
22/04/20 8:19 AM

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