La Iglesia comunica la salvación

El mismo Cristo ha asociado a la Iglesia a su obra salvadora. Ella es su Cuerpo, su Esposa. Todo el tesoro de la salvación se lo ha confiado a la Iglesia que lo distribuye a los hombres a manos llenas.

La historia de la salvación realizada por Dios se hace definitiva y de una vez para siempre en el Misterio pascual de su Hijo. Él es nuestra salvación, Él es el Salvador del mundo, bajo el cielo no se nos ha dado otro nombre que pueda salvarnos (cf. 1Jn 4,15; Hch 4,12).

El mismo Cristo ha asociado a la Iglesia a su obra salvadora. Ella es su Cuerpo, su Esposa. Todo el tesoro de la salvación se lo ha confiado a la Iglesia que lo distribuye a los hombres a manos llenas. Se convierte así en dispensadora de la salvación, administradora de los misterios de Dios (cf. 1Co 4,1) que Cristo le ha confiado para la salvación de los hombres. Por eso, la constitución Sacrosanctum Concilium, recogiendo un pensamiento común a varios Padres de la Iglesia, como S. Ambrosio, S. Juan Crisóstomo o S. Agustín, plantean el paralelismo (el tipo) de Adán y Eva con el de Cristo y la Iglesia: «Del costado de Cristo dormido en la cruz nació el sacramento admirable de la Iglesia entera» (SC 5). La Iglesia, nacida del costado abierto de Cristo, prolongará la salvación de su Señor.

Esta bellísima imagen ofrece una preciosa contemplación del Misterio mismo de la Iglesia y de la liturgia en su vida y misión. Los sacramentos originan la Iglesia, la constituyen, por ellos nace la Iglesia…, y, naciendo, la Iglesia recibe como vocación prolongar, entregar, distribuir, la salvación de Cristo a los hombres:

«Pero la Iglesia ha nacido principalmente del don total de Cristo por nuestra salvación, anticipado en la institución de la Eucaristía y realizado en la cruz. «El agua y la sangre que brotan del costado abierto de Jesús crucificado son signo de este comienzo y crecimiento» (LG 3). «Pues del costado de Cristo dormido en la cruz nació el sacramento admirable de toda la Iglesia» (SC 5). Del mismo modo que Eva fue formada del costado de Adán adormecido, así la Iglesia nació del corazón traspasado de Cristo muerto en la cruz (cf. San Ambrosio, Expositio evangelii secundum Lucam, 2, 85-89)» (CAT 766).

Así, la constitución Sacrosanctum Concilium da un paso más en los principios fundamentales de la naturaleza teológica de la liturgia, tan indispensable para conocerla, valorarla y celebrarla correctamente: la obra de la salvación continuada por la Iglesia se realiza en la liturgia. Es el modo sacramental en que la Iglesia obedece a Cristo continuando el plan de salvación.

En el número 6 de SC se desarrolla paso a paso la sucesión de la salvación de Cristo hasta su entrega a la Iglesia.

* En primer lugar hay una entrega y una misión: Como Cristo fue enviado por el Padre, así Cristo envía sus discípulos, llenos del Espíritu Santo.

* En segundo lugar, se especifica el envío: se trata de predicar y anunciar el Evangelio a todas las gentes, en todos los pueblos, y a proclamar de manera clara, valiente, elocuente, «que el Hijo de Dios, con su muerte y resurrección, nos libró del poder de Satanás y de la muerte y nos condujo al reino del Padre» (SC 6). Evidentemente, este núcleo kerygmático, central, poco tiene que ver con hablar de los valores y el buenismo moral, tan propios de la secularización, o lenguajes similares, siempre contemporizadores (nunca exhortando a la conversión, sino a lo políticamente correcto y acomodaticio).

* Pero el envío no es sólo predicar, enseñar. No es mera ilustración, adoctrinamiento o comunicación de ideas y verdades, sino comunicar y entregar la salvación, la vida nueva y sobrenatural, la adopción filial, la gracia santificante. Así lo especifica el Concilio: «Sino también a realizar la obra de la salvación que proclamaban mediante el sacrificio y los sacramentos, en torno a los cuales gira la vida litúrgica» (SC 6). Es decir, hay una voluntad positiva y manifiesta de Cristo para su Iglesia: que realice la obra de la salvación mediante los sacramentos y sin esto, o reduciéndose a aspectos sociales o de beneficencia nada más, la Iglesia no estaría realizando el encargo del Señor de transmitir la vida divina.

* El Bautismo y la Eucaristía, sacramentos mayores y principales, sostienen la vida de la Iglesia y dan toda gracia a los fieles. El Misterio pascual se actualiza plenamente en ambos sacramentos. «Por el bautismo los hombres son injertados en el misterio pascual de Jesucristo: mueren con Él, son sepultados con Él y resucitan con Él: reciben el espíritu de adopción de hijos por el que clamamos: Abba Padre, y se convierten así en los verdaderos adoradores que busca el Padre» (SC 6). Junto al Bautismo, la santa Eucaristía, memorial del Señor, sacrificio pascual de Cristo: «cuantas veces comen la cena del Señor, proclaman su muerte hasta que vuelva» (SC 6, citando 1Co 11,26).

La Iglesia de Cristo es Iglesia de los sacramentos, la Iglesia es litúrgica porque su vida gira en torno a la liturgia (que es la actuación salvadora de Cristo). Ya desde el mismo día de Pentecostés, la Iglesia naciente vive de la liturgia: tres mil fueron bautizados tras la predicación de Pedro. Esta Iglesia naciente «con perseverancia escuchaban la enseñanza de los apóstoles, se reunían en la fracción del pan y en la oración… y alababan a Dios» (Hch 2,41-47). La Iglesia apostólica daba la primacía a los sacramentos y a la vida litúrgica y era un elemento constitutivo e irrenunciable de su ser Iglesia, de lo que Cristo quiso para su Iglesia.

La expresión máxima de la vida litúrgica es la celebración de la santísima Eucaristía que configura y edifica la Iglesia (¡qué valor tiene, de qué modo solemne y respetuoso debe celebrarse, qué cuidado hay que tener para no vulgarizarla, ni menospreciarla celebrándola para todo y de cualquier manera![1]):

«Desde entonces, la Iglesia nunca ha dejado de reunirse para celebrar el misterio pascual: leyendo cuanto a él se refiere en toda la Escritura, en la cual se hace de nuevo presente la victoria y el triunfo de su muerte, y dando gracias al mismo tiempo a Dios por el don inefable en Cristo Jesús, para alabar su gloria, por la fuerza del Espíritu Santo» (SC 6).

El corazón de la vida de la Iglesia es la liturgia: así la quiso su Señor y Cabeza. Merece el máximo honor, un cuidado atento, solicitud pastoral, delicadeza espiritual.

Se equivocan quienes separan evangelización y sacramentos o incluso los oponen como si hubiere que elegir entre ambos, o quienes, considerando los sacramentos meramente simbólicos –o expresivos de la autoconciencia o del compromiso- los ven como accesorios, secundarios, realmente no-importantes; éstos se decantan sólo por evangelizar reduciendo la evangelización a una liberación social y terrena, educando en valores humanos.

Pablo VI salió al paso con la exhortación Evangelii Nuntiandi. No hay oposición entre evangelización y sacramentos (cf. EN 47) sino que la evangelización conduce y culmina en la vida sacramental: «Vivir de tal suerte los sacramentos hasta conseguir en su celebración una verdadera plenitud, no es, como algunos pretenden, poner un obstáculo o aceptar una desviación de la evangelización: es darle toda su integridad. Porque la totalidad de la evangelización, aparte de la predicación del mensaje, consiste en implantar la Iglesia, la cual no existe sin este respiro de la vida sacramental culminante en la Eucaristía» (EN 28).

Se ve así cómo la Iglesia, por su liturgia, continúa la obra de la salvación y por ella la liturgia es función principalísima de la Iglesia si quiere ser obediente a Cristo.

Javier Sánchez Martínez, pbro.

Córdoba

 



[1] Por ejemplo, la sucesión de una Misa tras otra, breves y rápidas, aunque apenas haya fieles ni ministros ni canto; o la pobreza de la vida litúrgica que para cualquier acto celebra la Misa, sin pensar en otras variedades de la vida litúrgica según los libros litúrgicos aprobados: Vísperas, adoración eucarística, Bendición de los catequistas, etc…

9 comentarios

Milagro Anza
Esa es la vocación común a la que fuimos llamados desde mucho antes de existir, Pues no sólo es trabajo de los sacerdotes o del resto de las almas consagrada, sino de todos los bautizados, sin importar quién y cómo eres o a que te dedicas.
Pidamos a Dios que nos conceda un ardentísimo celo por la salvación de todas las almas hasta el fin de lmundo.
18/07/16 11:29 PM
vicente
nos santifica.
20/07/16 6:34 AM
José María Iraburu
Artículo muy verdadero y oportuno.
La misión de la Iglesia es la misma de Cristo: glorificar a Dios, dando a los hombres salvación temporal y eterna. No es una gran ONG benéfica internacional. Jesús baja del cielo "para salvar al pueblo de sus pecados". Y el Bautista lo presenta: "éste que veis, éste es el que de verdad tiene poder para vencer y quitar el pecado del mundo". El pecado, y en la medida en que Dios quiera, sus consecuencias temporales, a veces terribles.

Y ojo, lo segundo que destacas: "en esta obra tan grande, por la que Dios es perfectamente glorificado y los hombres santificados, CRISTO ASOCIA SIEMPRE CONSIGO A SU AMADISIMA ESPOSA la Iglesia" (SC 7).
Gloria al Señor.
21/07/16 12:39 PM
Gabaon
Dios le bendiga Padre Javier.

Me ha impactado esta parte:
Se equivocan quienes separan evangelización y sacramentos o incluso los oponen como si hubiere que elegir entre ambos, o quienes, considerando los sacramentos meramente simbólicos –o expresivos de la autoconciencia o del compromiso- los ven como accesorios, secundarios, realmente no-importantes; éstos se decantan sólo por evangelizar reduciendo la evangelización a una liberación social y terrena, educando en valores humanos.

Sus palabras me recuerdan a las del Santo Padre Pablo XVI en Evangelii Nuntiandi (también a las de S. JPII en CT). Pero me queda la duda de cuál problema es mayor hoy, ese que usted señala, o el otro que señalaba el Santo Padre y que ahora nos indica también el Papa Francisco cuando ha escrito: "En muchas partes hay un predominio de lo administrativo sobre lo pastoral, así como una sacramentalización sin otras formas de evangelización" (EG. 63.)

Le agradecería su impresión.
21/07/16 11:22 PM
Javier Sánchez Martínez
EStimado Gabaon:

Me pide una opinión y eso le ofrezco, una impresión personal a una cuestión derivada de un artículo de liturgia sobre la SC.

Para mí el problema mayor hoy, ya que me lo pregunta, es la absoluta confusión que se refleja en la actividad pastoral.

1) Por un lado, persiste la oposición sacramentos-evangelización, ofreciendo un modelo pastoral secularizado, donde lo importante es la experiencia grupal, lo afectivo y emotivo, sin transmisión auténtica de la fe y sin conducir a Cristo y la vida litúrgica.

2) Por otro lado, sufrimos a quienes emplean la liturgia como única cauce de evangelización y por ello le aplican toda la batería de inventos y creatividades saltándose los libros litúrgicos: la Misa como fiesta, moniciones multiplicadas, oraciones inventadas, y un larguísimo etc.

3) Por otro lado más, tal como vd. señalaba citando a EG 63, parroquias y comunidades que se limitan al mínimo, es decir, un servicio de Misas y catequesis de 1ª comunión, pero sin una tarea formativa constante y seria. ¿En cuántas parroquias hay verdaderas catequesis de adultos? ¿Retiros parroquiales mensuales, pláticas, Ejercicios espirituales?

4) Incluso parroquias, (¡sálvase siempre la buena voluntad!) que hacen lo mismo de siempre pero que le añaden el estribillo de "nueva evangelización" o de "periferias" o de "hacer lío", pero realmente no hay nada de sustancia.

Estas dimensiones se dan a la vez, por zonas, parroquias o diócesis... con lo que todos tiran del ca
22/07/16 10:59 AM
Javier Sánchez Martínez
Por cierto, y ya que estoy con el ordenador escribiendo, os agradezco a todos los comentarios.

Pretendo, a través de una larga serie de artículos, desglosar la teología litúrgica que aparece en la Constitución Sacrosanctum Concilium, su letra, que muchos no han leído, y le atribuyen lo que no dice. Pero sobre todo, teología sobre la liturgia, que es muy necesaria.

Gracias a todos.
22/07/16 11:31 AM
Luis Fernando
Copio lo que no aparece del comentario de D. Javier:


Estas dimensiones se dan a la vez, por zonas, parroquias o diócesis... con lo que todos tiran del carro pero en direcciones bien distintas y opuestas y el carro así no avanza sino que sufre tensión.
Esa es mi apreciación, que espera le sirva y le responda.
Saludos.
22/07/16 11:39 AM
P. Ender Artigas
Gran artículo:
Es un gran tesoro que la Iglesia nos ha dejado y sigue cuidando: el misterio de Cristo hecho celebración. No hay que dejar que, por cuestiones personales, dañemos este gran depósito de fe manifestado en la Liturgia de la Iglesia.
Gracias a los sacramentos podemos crecer en la gracia y seguir configurándonos con Dios.

Gracias padre.
23/07/16 8:29 PM
Gabaon
Dios le bendiga Padre Javier.

Pues me han encantado sus impresiones, Padre. Muchas gracias.

De su primer punto (1) he sido testigo. En lo que he visto noto dos vertientes. Una que se parece mucho a su cuarto punto (4), esa diría yo es la más extendida. Y luego están los que ya tenían como herramienta de trabajo esta evangelización kerygmática de la que habla EG antes de su publicación. Estos grupos tienen menos extensión, pero sí se nota en ellos mucho de esta separación entre evangelización y sacramentalización. Algunos incluso oponen kerygma y catequésis como si lo primero agotara la necesidad de La Iglesia y lo segundo fuera un virus que tomamos en el camino.

Espero con agrado sus siguientes aportes. Mis saludos.
25/07/16 7:07 PM

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