Unas monjas desaparecidas en vida, ¿y también del callejero?

Los adalides de la memoria histórica afirman que el régimen del 18 de Julio desenterró a todos sus muertos y por ello exigen al Estado actual reciprocidad. Este caso es un ejemplo de que no fue así

Los propios frentepopulistas en los años posteriores a la guerra y sus publicistas actuales sostienen que los sublevados vencieron gracias a la ayuda de Hitler, Mussolini y los moros. Esta mentira, como otras muchas que conocemos, intenta ocultar la responsabilidad de las izquierdas en suderrota. Una de las conductas que condujeron a ésta fue la dedicación de las aguerridas milicias socialistas, comunistas y anarquistas en los primeros meses de la guerra al aniquilamiento del enemigo de clase, desde la anciana viuda de un conde a un seminarista de dieciséis años, mientras las columnas de los nacionales se agotaban y desangraban corriendo hacia San Sebastián, Oviedo, Córdoba, Huelva, Zaragoza, Badajoz, Granada o Madrid.

Desde 1890, en la calle Sagasti empezó a levantarse un pequeñoconvento de la orden de clausura femenina de la Inmaculada Concepción, fundada por la portuguesa Beatriz de Silva en 1489. La vida de esa comunidad fue muy humilde, pues tenía que pagar la construcción de edificio.

El 19 de julio de 1936, las 15 monjas de la comunidad dejaron su convento y se trasladaron a un cercano piso en la calle de Francisco Silvela número 19 que era propiedad de unos benefactores de la orden.

La abadesa, sor María del Carmen (Isabel Lacaba), envió a cinco de sus hermanas con sus familias y así quedaron 10 instaladas en unas condiciones muy precarias: sin alimentos, con miedo, desorientadas, temiendo a los chivatos…

El 8 de noviembre, los nacionales, que estaban cercando Madrid, realizaron un bombardeo a causa del cual murieron varias personas. Como represalia, las milicias izquierdistas de la ciudad apresaron yasesinaron a ciudadanos indefensos. En el piso donde se cobijaban las monjas se presentaron nueve milicianos armados en tres coches. Sacaron por la fuerza a las 10 mujeres. Entre ellas estaba sor María de la Asunción (Asunción Monedero), casi paralítica debido a un reuma progresivo.

Para no tener que cargar con ella, los luchadores por la democracia estuvieron a punto de tirarla por la escalera. El portero de la casa lo impidió al bajarla por el ascensor. La abadesa abrazó a la hija del portero, que entonces era una niña, y le dejó en la mano 150 pesetas, que era todo el capital de que disponía la comunidad. Las metieron en los coches y desaparecieron.

José de Ezpeleta, uno de los principales investigadores de la represión roja en la provincia de Madrid, sospecha, porque no existen documentos ni testimonios, que tan peligrosas enemigas de la revolución proletaria fueronfusiladas inmediatamente por las valerosas mesnadas de la República, «en el antiguo cruce de la carretera de Aragón (hoy carretera de Barcelona) con la antigua carretera de la Alameda de Osuna, por la fecha y por cómo operaban los miembros del comité de Ventas».

Ya en la paz, el Ayuntamiento renombró la calle de Sagasti como de Las Mártires Concepcionistas en recuerdo a estas mujeres indefensas: Isabel Lacaba, Petra Peirós Benito, Asunción Monedero, Manuela Prensa Cano, Balbina Rodríguez Higuera, Beatriz García Villa, Ascensión Rodríguez Higuera, Juana Ochotorena Arniz, Basilia Díaz Recio y Clotilde Campos Urdiales.

Los adalides de la memoria histórica afirman que el régimen del 18 de Julio desenterró a todos sus muertos y por ello exigen al Estado actual reciprocidad. Este caso es un ejemplo de que no fue así. Muchas víctimas del Frente Popular y del Gobierno republicano siguen en la categoría dedesaparecidos. Si el Ayuntamiento de Madrid quitase a estas mártires su calle, la última huella de su paso por este mundo se borraría.

 

Pedro Fernández Barbadillo

Publicado originalmente en Libertad Digital

3 comentarios

Juan Mariner
Mi abuelo que fue quintado por los rojos en la etapa del frente de Lérida y del Ebro nos contó, a propósito de perder la guerra, que el ejército de la República tenía en las trincheras a los más desgraciados de la sociedad, con una ingente cantidad de enchufados en bibliotecas móviles, Guardias de Asalto, cuadras (Hipomóvil), oficinas itinerantes y socorros varios. Aparte de ser los más arrastrados socialmente los de las trincheras, entre ellos tenían sus discrepancias a diario los anarquistas y los ERC con los comunistas prosoviéticos. Ni los fusilamientos de los "emboscados" (gente en quintas que se escondían para no ir a la guerra) al lado de las trincheras lograban levantar la moral de la tropa. Al final de las fuertes refriegas era el momento de pasarse al otro bando (a pesar de hacer controles trampa contra los desertores los rojos), y mi abuelo lo hizo para salvar su vida, simulando que se había perdido o extraviado de su compañía para eludir estos controles trampa.

Los rojos perdieron la guerra por su ineptitud, a pesar de contar con todo el Tesoro del Estado.
23/09/15 12:34 PM
JuanM
"Los rojos perdieron la guerra por su ineptitud, a pesar de contar con todo el Tesoro del Estado."
Cuando tienes razón te doy la razón y cuando creo que no la tienes, pues... ya lo sabes. Y aquí tienes razón, porque, en efecto, así fue.
23/09/15 5:19 PM
Faramir
Aparte del martirio de estas monjas, que desconocía, me ha parecido interesante la mentira que señala el autor sobre los partidarios de la memoria histórica: éstos sostienen que sólo sus muertos están en fosas, cuando en infinidad de casos hay muertos 'del otro bando' que se hallan en la misma situación.
24/09/15 2:24 PM

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