Maeztu y la España del catolicismo integral

Maeztu se convierte en el principal teórico de la contrarrevolución en España, el responsable de la actualización del discurso político de la derecha católica integral, para la que el orden social debe estar unido a la búsqueda del bien común.

«Este no es un país para viejos», cantaba Yeats en el formidable arranque de su poema «Bizancio». Al parecer, ni siquiera la España de los años de nuestra dolorosa posguerra incivil, cuando se exaltaba la causa de quienes se creían con honestidad, pero desacierto, los depositarios exclusivos de la defensa de la nación, fue país para un patriota, inspirador del régimen construido tras aquella insoportable sangría. Ramiro de Maeztu ni siquiera constó como precursor ideológico del franquismo, y alguna incomodidad cultural debía apuntar tal marginación. Hemos tenido que esperar a los primeros compases del siglo XXI para que aparecieran dos buenos estudios sobre su obra, los de González Cuevas y Villacañas.

Setenta años de silencio desde aquella jornada de espanto en el cementerio de Aravaca, al que dos Ramiros, Ledesma y Maeztu, llegaron cogidos de la mano el 29 de octubre de 1936. Nadie se ha molestado en editar las obras completas del intelectual vitoriano, como se ha hecho con casi todos sus compañeros de las sucesivas generaciones por las que transitó: la del 98, la del 14, la de la Dictadura, la de la República. Un despropósito intelectual de especial dureza, porque estamos, contra lo que suele pensarse, ante uno de los gigantes del pensamiento español contemporáneo. Que nadie se engañe por las simpatías o antipatías que pueda producir su evolución. ¡Pobre España donde la opción ideológica, y no la calidad de una obra, es la que lleva al aplauso o a la marginación, a la atención o al silencio!

Propuesta modernizadora

Periodista infatigable, sumado al movimiento de regeneración de España desde los años finales del siglo XIX, pronto saldrá de las actitudes estéticas de sus compañeros de grupo para integrarse en una propuesta de modernización muy atenta a lo que estaba sucediendo en AlemaniaGran Bretaña o Estados Unidos. ¡Qué penosa circunstancia es que la ignorancia sectaria haya llevado a tantos españoles a desconocer una personalidad tan poco abundante en nuestra patria! Porque Maeztu no fue el mustio retrógrado clerical, al servicio de ideas propias del siglo XVI. Antes bien, evolucionó desde un proyecto modernizador, firmemente hincado en el reformismo social más avanzado de su tiempo, hasta la convicción de que la crisis que vivía Europa en el seno de la Gran Guerra era el resultado del abandono de unos principios que identificó con el catolicismo.

Mientras la mayor parte de sus compañeros del 98 o del 14 enfilan el camino del republicanismo, Maeztu experimenta una verdadera conversión. Nada hay en ella de oportunismo político: otros espacios ideológicos habrían valorado con mayor énfasis su inacabable cultura y la elegancia de su pluma. Al autor de «La crisis del humanismo» le preocupa que el hombre se haya apartado de la Verdad; una Verdad objetiva, que no puede ser el resultado del simple acuerdo entre opiniones.

Maeztu defiende la vigencia de la objetividad frente a la primacía del subjetivismo. Con ello, se opone al giro dado por el pensamiento occidental desde el siglo XVII, y halla en la historia de España la plasmación de una lealtad a aquellos principios que pueden sacar al mundo de la crisis.

Búsqueda del bien común

Maeztu se convierte en el principal teórico de la contrarrevolución en España, el responsable de la actualización del discurso político de la derecha católica integral, para la que el orden social debe estar unido a la búsqueda del bien común. Maeztu no es el defensor de un nacionalismo que justifique la fortaleza del Estado absoluto. Es el adalid de una comunidad cristiana, unida en torno a unos valores intangibles, proporcionados por el acto fundacional del cristianismo y la reafirmación de sus principios en el Concilio de Trento.

Maeztu dejó de creer en el liberalismo, pero no implicó ello su conversión a un régimen de autoridad basado en la fuerza del ejército o las milicias armadas del fascismo. Su desengaño fue producto de un hallazgo radical, de los que obligan a tomar un camino que puede llevar a la incomprensión e incluso a la entrega de la propia vida. En vísperas de la dictadura de Primo de Rivera, el escritor vitoriano había realizado ya una angustiosa denuncia de la moral del humanismo, que él consideraba opuesta al auténtico valor del ser humano.

Si la crisis religiosa condujo a Unamuno a un misticismo evangélico, entendido como forma natural del liberalismo, su conversión llevó a Maeztu a considerar que en la doctrina católica se encontraba una alternativa de justicia social, respeto a la dignidad del hombre y preservación de sus valores eternos. España se había constituido en torno a estos principios, y había vivido en plenitud mientras luchó por ellos contra la reforma protestante, el liberalismo y el socialismo. Es decir, contra las formas que había ido adoptando la Revolución desde el inicio de la Edad Moderna. España había de ofrecer su propia modernidad: una tradición que no era reacción, sino lo contrario de la revolución.

La defensa de Maeztu del régimen de Primo de Rivera fue el resultado de una profunda fe en la historia y en las posibilidades de España. En una época de crisis, cuando la nación temblaba bajo los pies de todos aquellos hombres que buscaban un remedio para salvarla, Maeztu sostuvo la ambición intelectual de un proyecto que proporcionó algunas de las mejores reflexiones de aquellos años sobre la cultura española y, desde luego, la más fina apología del tradicionalismo católico escrita en el siglo XX. No conocer a Maeztu, ridiculizar su trayectoria, es una de las muchas maneras que se han ejercido de renunciar a la idea de España a costa de la delgadez de nuestro impulso patriótico en lo que llevamos vivido desde la insensata y trágica experiencia de nuestra guerra civil.

 

P. Fernando García de Cortázar, sj

Publicado originalmente en el diario ABC

12 comentarios

Ricardo Seguí
Detrás de estas interesantes, aunque superficiales, observaciones sobre el pensamiento de Maeztu, de nuevo se encuentra la dificultad de García de Cortázar para valorar ideas y doctrinas con un fundamento que supere al democratismo liberal. Bien está alabar la figura desconocida de Maeztu. Pero en su sitio. No todo se reduce a democracia y dictadura, derecha e izquierda.
16/06/14 11:33 AM
fraterlupus
Se dice:

"..... Al parecer, ni siquiera la España de los años de nuestra dolorosa posguerra incivil, cuando se exaltaba la causa de quienes se creían con honestidad, pero desacierto, los depositarios exclusivos de la defensa de la nación, fue país para un patriota, inspirador del régimen construido tras aquella insoportable sangría".

Claro, que los depositarios de la defensa de la nación eran también las izquierdas, que para algo llevan siglo y medio de deconstrucción de la nación española, por lo que ésta tiene de católica, y que en la Guerra Civil y aún antes gritaban "Viva Rusia", y ahora, en la restauración democrática, son el sostén de cualquier movimiento separatista.

Las izquierdas, que no soportan siquiera los símbolos de la nación española (siempre haban de Estado Español o de "estepaís" no han aportado otra cosa que destrucción de la identidad nacional.
O sea que no se me ponga usted tan exquisitamente centrista y equidistante.
16/06/14 4:49 PM
Ricardo de Argentina
A mi juicio Ramiro de Maeztu tiene grandes
méritos en su haber, de los cuales destacaría dos:

1. Es un ejemplo de quien, habiendo conocido al Liberalismo, más aún, habiéndolo adoptado y defendido y habiéndose propuesto conocerlo a fondo, apenas comenzada esta tarea lo rechazó visceral y definitivamente.
Tuvo el privilegio de haber conocido de primera mano a la Hispanidad y a la Revolución Liberal, y a ésta en una de sus fuentes, Inglaterra. Y optó abierta, decidida y valientemente por la primera.

2. Es referente obligado para el Hispanismo Americano, especialmente a través de su obra cumbre, "Defensa de la Hispanidad".

En otro orden, quisiera señalar que es notorio que a ambas orillas de la Hispanidad, un mismo término, "nacionalismo", tiene acepciones muy opuestas, lo cual mueve a la confusión.
En la Península "nacionalismo" hace referencia a la Patria Chica, que prioriza lo local por sobre lo universal.
En cambio en América "nacionalismo" hace referencia a la Patria Grande, heredera de "las Españas de Ultramar", a la Gran Nación Hispanoamericana. Por eso es que lo que para vosotros es una mala palabra, para nosotros encarna un ideal.
No parece que sea bueno que en un mismo idioma una palabra tenga acepciones no ya diversas, sino francamente antitéticas, por lo cual creo que alguien con suficiente autoridad debería ocuparse de terminar con esa confusión.
16/06/14 7:05 PM
CARLISTA SEVILLANO
Carlismo puro.
18/06/14 11:20 AM
Catholicus
la guerra civil es un drama enorme. La insentatez por contra no hay que buscarla en la gloria de tantas decenas de miles que entregaron su vida por defender a la Fe y a la patria.

Mucho más amor hay en la entrega aquella que en la tibieza y compromiso actuales.
Como nos enseñó el Papa, se tiene un deber de gratitud para con todos los "alzados".

Eso para quien tiene a Cristo, y no la democracia o el "talante", como Dios y Señor.
18/06/14 4:57 PM
Pedro F. Barbadillo
Estimado Carlista Sevillano:

Ramiro de Maeztu no era carlista. Su monarquismo era diferente del promovido por la Comunión Tradicionalista. Aparte de sus libros y artículos, está su vida política: fue diputado en las Cortes de la República por la Unión Regionalista Guipuzcoana, montada en torno a Renovación Española, no por la Comunión.
19/06/14 8:44 AM
antonio
Un Grande, persona ,que sin dudas debe estay en el cielo, de convicciones profundas, por lo tanto Cruces enormes.
Hay que leer sus obras, y la del otro pensador que se cita, un heroe sin igual, saludos a Ricardo, compartimos ,nuetra adhesión, a personas de nuestra Patria, ENORMES, que siempre citarón , y no de una forma ligera, a la España Católica, desde el Apóstol Santiago en adelante.
En todo esto recuerdo lo que dice mi Madre fallecida, la historia la hacen los que ganan.
Hay que recuperar, ir a las fuentes , quié las lee, quién es honesto intelectualmente.Hay que al archivo Histórico Nacional,no hablar con ligereza de personajes, ni personas, sin conocer sus cruces, sus sufrimientos, sus pensamientos, su vida.COMO MURIERON.
Aca es como en el plano personal, el murmurometro de la Historia,hablar,sin profundizar, recuerdo a mi director, es bueno pero......Es el Pecado Original, que como el mismo Padre, me dijo nos asemeja a Lucifer, por la soberbia.
Pienso que como en cualquier tema, hay que buscar, la verdad, si es de rodillas mejor, todos nosotros somos tendenciosos.
Aca hay personaje HistÓrico controvertidos, que la historia, lo escribe al reves, personajes publicos, en los medios que son de terror.Pero ir a las fuentes las ponen en evidencia.
19/06/14 2:19 PM
antonio
Y no puedo dejar de comentar a ese pensador,ENORME, que tuvo España, parecido a uno de mi patria.
Ya lo manifesté, un pensador que valia más que un ejercito, por eso a los dos los mataron.
España que grande,desde el apostol Santiago, da pena, que los personajes actuales renieguen de sus origenes.
Reitero las Navas de Tolosa, en el norte de España, toda Europa, pendiente de ese resultado, una minoria absoluta contra una mayoría también absoluta,los musulmanes podía haber entrado en Europa, y nosotros en esté momento seríamos musulmanes,


Lepanto ,que batalla!!!, tienen un complejo de inferioridad de ser Católicos impresionante, los cuentos de gallegos etc, conque el películas, actores impresentables, hay que sacar
pecho, santo orgullo de superioridad, ESPAÑOLES!!!!!!!!
20/06/14 2:28 AM
CARLISTA SEVILLANO
Estimado Sr. Barbadillo:

No dudo de que Vd tenga razón en cuanto argumenta, como espero que tampoco Vd tenga la menor duda de que todo cuanto se vierte en el artículo rezuma CARLISMO por los cuatro costados. Que se forme en unas filas ó en otras es algo propio del régimen liberal. Lo importante es la doctrina que se defiende. Y en eso, como podrá Vd comprobar, no hay dudas. Si ahora, por lo visto, se puede ser católico y socialista (?), ¿por qué antes no se iba a poder ser carlista y regionalista-guipuzcoano?. Las siglas es lo de menos. Lo importante es el pensamiento.
21/06/14 1:16 PM
abc
Carlista sevillano tiene toda la razón. Y la Cruzada del 36 fue la curta Guerra carlista ganada por el ideal carlista, aunque los carlistas hayan sido borrados del mapa político. Pero su ideal triunfó en toda línea.
21/06/14 6:24 PM
Pedro F. Barbadillo
Usemos la lógica.

En los años 30 existía el carlismo como movimiento político. Ramiro de Maeztu no se unió nunca a él. Ése es el hecho.

Maeztu fue impulsor de Acción Española, que proponía una restauración monárquica (renovada y lejos del liberalismo) en la persona de un descendiente de Alfonso XIII, no en ningún pretendiente carlista. Varios de sus amigos, como Eugenio Vegas Latapié, se vincularon al infante Juan y a Juan Carlos.

No me parece justo ni elegante por parte de los carlistas el apropiarse de un pensador que voluntariamente no quiso asociarse a ellos.
25/06/14 9:12 AM
CARLISTA SEVILLANO
Sr. Barbadillo, creo que no me ha entendido. Que no queremos apropiarnos de ningún pensador... Que lo único que digo es que lo que se vierte en el artículo es pura doctrina carlista, lo fuera el pensador ó no; que, por otra parte, no me interesa en lo más mínimo. Como si quisiera ser hincha del Osasuna ó integrante de una peña gastronómica en San Sebastián. Que lo que me interesa es la esencia del artículo. Y eso, fuera ó no carlista el pensador, es innegable. Eso es lo único a lo que me he referido. Aquí no cabe ni la justicia ni la elegancia. Cabe la evidencia.
2/07/14 11:42 AM

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