La historicidad de la Teología Moral

La Teología Moral Católica se inspira en el Evangelio y está al servicio no tanto de un orden fijo e inmutable, sino del Reino que viene, de una vida nueva que hacemos y esperamos, que está ya, pero todavía no ha llegado a su plenitud.

El Decreto del Concilio Vaticano II «Optatam Totius Ecclesiae» sobre la formación sacerdotal habla de la necesidad de renovar y perfeccionar la Teología Moral y dice: «Aplíquese un cuidado especial en perfeccionar la Teología Moral, cuya exposición científica, más nutrida de la doctrina de la Sagrada Escritura, explique la grandeza de la vocación de los fieles en Cristo, y la obligación que tienen de producir su fruto para la vida del mundo en la caridad.» (nº 16).

El fluir de la vida hace necesaria la renovación de la Teología Moral para evitar su anquilosamien­to, pues lo que pudo ser aceptable para resolver los problemas de ayer, es posible que ya no sirva para resolver los de hoy. Nuestra Moral tendrá que tener muy en cuenta los signos de los tiempos y la actuación de la gracia y providencia divina en el tiempo presente, por lo que hemos de practicar el discernimiento. Es indudable por tanto que muchas veces es necesario un cambio, dado que si nuestra moral no se renueva, se desvitaliza y pierde contacto con la realidad. Además la Teología nos enseña que somos el pueblo de Dios en marcha hacia el Reino, lo que nos indica que no podemos permanecer estacionados, debiendo saber distinguir lo permanente de lo variable. Hay necesidad de cambiar, puesto que la Moral es dinámica, pero se requiere una cierta estabilidad, ya que tampoco se trata de cambiarlo ni revolver­lo todo. (Un ejemplo matemático sobre esto: la evolución de nuestros conocimientos sobre el triángulo consistirá en descubrir en él nuevas propiedades y teoremas, pero nunca en encontrar que tiene cuatro lados).

Pero la llamada al cambio y a la evolución no implica una falta de respeto a la tradición y a lo que nos ha precedido. La actitud conveniente hacia las enseñanzas anteriores evita los extremos opuestos de canonizar el pasado o de olvidarlo. Un enfoque no histórico olvida con frecuencia que una doctrina anterior estuvo profundamente afectada por las circunstancias históricas y culturales en que surgió p. ej. ningún teólogo católico sostendría hoy la unión de la Iglesia y el Estado como ideal hacia el que hemos de tender. La Historia nos ha enseñado que el «ideal» no era en modo alguno un auténtico ideal, sino más bien la canonización de una peculiar manifesta­ción histórica.

Ciertamente el cambio se convierte en una amenaza para la persona que está cómodamente instalada o se cree en posesión de la verdad. Por supuesto que no todo cambio es bueno y que habrá errores en el camino, pero sin embargo el mayor error es no hacer ningún esfuerzo de adaptación.

La concepción histórica se da cuenta de la necesidad constante de crecimiento y de evolución y acepta también el hecho que las equivocaciones y errores acompañarán siempre a este creci­miento. Nuestro conocimiento es fragmentario: «Ahora vemos confusamente en un espejo; entonces veremos cara a cara. Mi conocer es por ahora limitado»(1 Cor 13,12). Quien no tenga esto en cuenta y deja de buscar honestamente la verdad, se convierte en un fanático peligroso.

El mensaje evangélico y las características propias del hombre y del mundo exigen un enfoque histórico de la Teología que al fin y al cabo es Historia de la Salvación. Nuestra postura ha de ser de auténtico sentido de humildad, de apertura sana, de estudio profundo y constante, puesto que la verdad no es monopolio de nadie, sino que se ofrece al que la busca, lo que es aún más cierto si nos referimos a la Verdad Absoluta. «La Iglesia Católica no rechaza nada de lo que en otras religiones hay de verdadero y santo. Considera con sincero respeto los modos de obrar y vivir, los preceptos y doctrinas, que, aunque discrepan en muchos puntos de lo que ella profesa y enseña, no pocas veces reflejan un destello de aquella Verdad que ilumina a todos los hombres»( Declaración Conciliar «Nostra Aetate» nº 2).

Hemos de tomar conciencia de lo compleja que es la realidad y de lo difícil que es abarcarla desde un solo punto de vista. Hay que buscar la verdad, pero si la buscamos con honradez encontraremos una plataforma básica común con todos los hombres de buena voluntad. La Teología Moral Católica se inspira en el Evangelio y está al servicio no tanto de un orden fijo e inmutable, sino del Reino que viene, de una vida nueva que hacemos y esperamos, que está ya, pero todavía no ha llegado a su plenitud.

La voluntad de Dios para el cristiano de hoy es que aprenda a convivir con las múltiples y rápidamente cambiantes visiones del mundo, sabiendo distinguir lo bueno de lo malo, con el convencimiento que, aunque el misterio del mal es un hecho innegable, también lo es el que la gracia sigue actuando. Sobre todo se percibe una mayor y más generalizada sensibilidad frente a la injusticia, la violación de los derechos humanos y la explotación de los más débiles. Si es verdad que ha aumentado la posibilidad de hacer el mal, también lo ha hecho la de obrar el bien, y hoy muchas personas dedican parte de su tiempo a ayudar a los demás. Aunque no hay que ser ingenuos, tampoco hay que exagerar los diagnósti­cos sombríos. Nos guste o no, nuestra Iglesia es una Iglesia peregrina en movimiento.

 

P. Pedro Trevijano, sacerdote

10 comentarios

Bruno
Algunas sugerencias para matizar y mejorar el artículo:

1) Como ejemplo de algo que ha cambiado y que "ningún teólogo católico sostendría hoy", se sugiere en el artículo la "unión de la Iglesia y el Estado como ideal hacia el que hemos de tender". La expresión “unión de la Iglesia y el Estado” es poco concreta y puede significar dos cosas:

- La teocracia o el cesaropapismo: En ese caso, la afirmación es errónea porque nunca ha sido ese el ideal de la Iglesia, ni en el pasado ni ahora.

- La confesionalidad del Estado: En ese caso, la afirmación también es errónea, porque ese sigue siendo el ideal de la Iglesia hacia el que debemos tender, como dejó claro el Concilio Vaticano II.

2) La afirmación de que la "moral es dinámica" resulta algo confusa. Más bien, se podría decir que nuestra comprensión de la moral es dinámica, pero la verdad moral es la que es y no cambia con el tiempo.

3) El artículo dice: "La Teología Moral Católica se inspira en el Evangelio y está al servicio no tanto de un orden fijo e inmutable, sino del Reino que viene, de una vida nueva que hacemos y esperamos, que está ya, pero todavía no ha llegado a su plenitud".

Esta afirmación, tal como está, no es correcta, ya que la Teología moral católica a la vez se basa en un orden de verdades morales inmutables y está al servicio del Reino presente y futuro de Dios.

4) El artículo dice que es necesario "un enfoque histórico de la Teología que al fin y al cabo es Historia de la Salvación".

L
2/04/14 8:45 PM
Bruno
(II)

4) El artículo dice que es necesario "un enfoque histórico de la Teología que al fin y al cabo es Historia de la Salvación".

Yo diría que la Teología y la Historia de la Salvación no se pueden identificar estrictamente, porque Dios es eterno y la verdad sobre él no se limita a la historia temporal de la salvación, ya que, de otro modo, se hace depender a Dios de los hombres, algo que conceptualmente no tiene sentido. El enfoque histórico es propio del cristianismo, pero no se debe exagerar, especialmente en el ámbito moral.

5) Después de todo el elogio del cambio en la moral (un cambio que, en realidad, sólo puede ser secundario y accidental), la única matización que se incluye en el artículo es que "se requiere una cierta estabilidad, ya que tampoco se trata de cambiarlo ni revolverlo todo".

Esta matización es insuficiente, porque ni los herejes más extremistas piensan que haya que cambiarlo todo. Nadie cree que la Iglesia deba aceptar el genocidio o los sacrificios humanos. Por lo tanto, la afirmación del artículo podrían firmarla Boff, Masiá o Forcades, cuyas tesis se apartan obviamente de la fe de la Iglesia.
2/04/14 8:56 PM
Bruno
(III)

6) El artículo dice: "La voluntad de Dios para el cristiano de hoy es que aprenda a convivir con las múltiples y rápidamente cambiantes visiones del mundo".

No es cierto. Eso es lo que afirma el relativismo pluralista. La voluntad de Dios para el cristiano de hoy es que transforme, purifique y, cuando corresponda, intente poner fin a esas múltiples y rápidamente cambiantes visiones del mundo que no están basadas en la verdad.

7) El artículo dice: "supuesto que no todo cambio es bueno y que habrá errores en el camino, pero sin embargo el mayor error es no hacer ningún esfuerzo de adaptación".

Resulta muy difícil entender en qué se basa esta afirmación de que el "mayor error" es no hacer ningún esfuerzo de adaptación. De nuevo, es algo que firmarían Boff, Forcades y Masiá, porque para el progresismo no hay nada peor que no adaptarse al progreso.

Sin embargo, uno se pregunta: ¿es peor no hacer ningún esfuerzo de adaptación que, por ejemplo, masacrar niños, perder la fe en la resurrección o destruir el matrimonio? Quizá D. Pedro Trevijano, que sin duda no está de acuerdo con las diversas heterodoxias de los personajes mencionados, no ha pensado del todo bien esta frase.
2/04/14 8:56 PM
José María Iraburu
(1) Esta vez, querido Pedro, no estamos de acuerdo. Quizá lo estamos en el fondo, y la diferencia esté más en las palabras. En un artículo breve no siempre salen exactas. –Cuando entro ahora, después de trabajar en Word mi comentario, veo que ya Bruno ha dicho más o menos lo que estaba yo escribiendo. Perdona la insistencia.
Historicidad de la Teología moral... no tanto de un orden fijo e inmutable...
–La Moral cristiana se fundamenta en un «orden natural», que no cambia, y en una «Palabra divina» que permanece siempre: «los cielos y la tierra pasarán, mi Palabra no pasará». Por eso la Moral cristiana puede establecer y establece «un orden moral fijo e inmutable». Y toda la enseñanza de la Iglesia «de fidei et morum» (de fe y costumbres morales), se desarrolla siempre en forma homogénea, en el mismo sentido y la misma verdad. Otros preceptos positivos de la Iglesia, por supuesto, cambian según las circunstancia.
...muchas veces es necesario un cambio... o pierde contacto con la realidad. ...somos el pueblo de Dios en marcha... la Moral es dinámica, pero se requiere una cierta estabilidad»...
–La Moral cristiana enseña unas verdades válidas para todo tiempo y lugar, que no pueden cambiar. Otros preceptos positivos son prudenciales y cambiables. Que seamos «un pueblo en marcha» no cambia lo que digo. Afirmar que «la Moral es dinámica, pero requiere una cierta estabilidad»... o no dice nada o dice demasiado. La Moral cristiana fundamental tiene la estabilidad
2/04/14 11:09 PM
José María Iraburu
(2) ...olvida con frecuencia que una doctrina anterior estuvo profundamente afectada por las circunstancias históricas y culturales en que surgió p. ej. ningún teólogo católico sostendría hoy la unión de la Iglesia y el Estado como ideal hacia el que hemos de tender.
–El ejemplo no sirve. La Iglesia «distingue» poder político (del César) y poder religioso (de Dios). Y siempre enseña que cuanto mayor sea la «co-laboración» de los dos poderes, sin que ninguno invada el campo del otro, mejor será para el bien común del pueblo. Explico más esto en un artículo de mi blog «Reforma o apostasía» (105): «Nos quieren hacer creer que la confesionalidad católica de los Estados es de suyo mala, o que al menos es siempre inconveniente». Refuto ese criterio apoyándome justamente en documentos del Concilio Vaticano II.
...el mayor error es no hacer ningún esfuerzo de adaptación... la verdad no es monopolio de nadie... exigen un enfoque histórico de la Teología que al fin y al cabo es Historia de la Salvación.
–«El mayor error» no es el que señalas. El «derecho» al aborto, por ejemplo, y trescientas cuestiones más, son errores mucho mayores. Una historicidad de la Moral cristiana que implicase «cambios» no tiene nada que ver con que la Iglesia esté viviendo «la historia de la salvación».
2/04/14 11:10 PM
José María Iraburu
(3) Hay que buscar la verdad, pero si la buscamos con honradez encontraremos una plataforma básica común con todos los hombres de buena voluntad.
–Muchos filósofos del XVIII, hasta Hans Küng y otros, han propugnado, con la esperanza de conseguirla, «una plataforma básica común con todos los hombres de buena voluntad». Pero nunca la han conseguido ni de lejos. Más realista es la visión del Vaticano II, cuando dice que «a través de toda la historia humana existe una dura batalla contra el poder de las tinieblas», que durará hasta la Parusía (Gaudium et spes 37). Es «una lucha dramática entre el bien y el mal, la luz y las tinieblas» (ib. 13).
La voluntad de Dios para el cristiano de hoy es que aprenda a convivir con las múltiples y rápidamente cambiantes visiones del mundo, sabiendo distinguir...
–...«aprender a convivir» con las cambiantes visiones del mundo... Los actuales cristianos apóstatas aprendieron a «convivir" con los mundanos, aceptando sus pensamientos y costumbres. Pero nos ha sido dicho: «no os amoldéis a este mundo, sino transformaos por la renovación de la mente» (Rm 12,2).
... se percibe una mayor y más generalizada sensibilidad frente a la injusticia, la violación de los derechos humanos y la explotación de los más débiles.
¿Se percibe en el aborto, legalizado y financiado por los contribuyentes? Por no citar otras enormes miserias del mundo apóstata, mucho peores a veces que las de mundos paganos.
Perdona la sequedad del text
2/04/14 11:12 PM
José María Iraburu
(4)
El "sistema" -marditos roedores- se ha comido algunas palabras de los finales. Las completo:

(1)La Moral cristiana fundamental tiene la estabilidad de la naturaleza y de la Palabra divina.

(3) Perdona la sequedad del texto; pero el sistema sólo admite comentarios de unas 250 palabras.
3/04/14 12:25 AM
Pedro Trevijano
Bruno: Le agradezco el interés que se ha tomado en estudiar mi artículo, que ciertamente es incompleto, por lo que seguramente sacaré artículos sobre los elementos permanentes de la moral y sobre los que cambian. Dice la "Gaudium et Spes": "Afirma además la Iglesia que en todos los cambios, subsisten muchas cosas que no cambian y que tienen su fundamento último en Cristo"(nº 10). Pero que hay cambios es indiscutible; por ejemplo tenemos un Código postconciliar de Derecho Canónico, distinto del de 1917. Saludos Pedro Trevijano
3/04/14 12:48 AM
Bruno
D. Pedro:

Muchas gracias por la aclaración.

Saludos.
9/04/14 4:45 PM
José Antonio Chamorro Manzano
Conforme a las afirmaciones de que hay muchas personas que dedican parte de su tiempo a ayudar a los demás y de que nuestra Iglesia es una Iglesia peregrina en movimiento, desearía hacer una pequeña aportación mía, por si ella pudiese ser de utilidad a esas personas que se apartan del Cristianismo y que tanto nos preocupan:

– Por designio de Dios, cada persona vamos acumulando en nuestra respectiva alma, de manera imborrable e inmodificable y con todo detalle, y en condiciones de presente real, la visión de nuestro recorrido por la vida terrena, con todos sus actos y todas sus omisiones y con todos sus pensamientos, ideas, intenciones, etc. Y de esa manera caracterizada, cada alma será vista y ha de convivir por toda la Eternidad, en la universal convivencia de todas las almas habidas, en el Seno de Dios.
10/04/14 11:37 PM

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