El Papa Francisco y la pobreza material

Sobre el tema de la ayuda a los más necesitados, mi contestación siempre ha sido muy sencilla: «Cíteme una institución que haga más por los pobres y marginados que la Iglesia Católica». Hasta ahora a esta pregunta nadie se ha atrevido a responderme.

Aunque todavía no lleve muchos días de Pontificado, es indudable que el Papa Francisco ha expresado con evidente claridad, su opción por los pobres, y su lucha contra la pobreza, tanto material como espiritual, basada en la frase de Jesús en respuesta a los enviados de Juan Bautista. «Los pobres son evangelizados»(Mt 11,5 y Lc 7,22). Dios bendice a los que ayudan a los pobres: «A quien te pide da, al que desee que le prestes algo, no le vuelvas la espalda» (Mt 5,42). O como nos recuerda la Carta de Santiago: «La religiosidad auténtica e intachable a los ojos de Dios Padre es ésta: atender a huérfanos y viudas en su aflicción» (1,27). Y en el Juicio Final, seremos juzgados por nuestras obras de misericordia (cf. Mt 25,31-46). El propio Jesús vivió pobremente: «El Hijo del hombre no tiene donde reclinar la cabeza» (Mt 8,20). Es decir no es una novedad, sino una constante de la Sagrada Escritura y de la Historia de la Iglesia.

Sobre la pobreza material nos dice el Papa en su Discurso al Cuerpo Diplomático del 22 de Marzo: «¡Cuántos pobres hay todavía en el mundo! Y ¡cuánto sufrimiento afrontan estas personas! Según el ejemplo de Francisco de Asís, la Iglesia ha tratado siempre de cuidar, proteger en todos los rincones de la Tierra a los que sufren por la indigencia, y creo que en muchos de sus Países pueden constatar la generosa obra de aquellos cristianos que se esfuerzan por ayudar a los enfermos, a los huérfanos, a quienes no tienen hogar y a todos los marginados, y que, de este modo, trabajan para construir una sociedad más humana y más justa». Como decía el cardenal vietnamita Nguyen Van Thuan: «La expresión «Iglesia de los pobres» no significa que nosotros queramos que las personas sean siempre pobres, sino más bien en que se esfuercen en elevar su nivel de vida en todos sus aspectos». Y si la Iglesia atiende a las necesidades primarias de los pobres y necesitados, como sucede con tantos enfermos de Sida y estamos viendo en España con los comedores populares y otras muchas obras asistenciales, pero quiere, como nos recuerda el cardenal Bergoglio en su libro «Educar, elegir la vida», crear también una red educativa que ayude no sólo a formar individuos útiles para la sociedad, sino también a educar personas que puedan transformarla. Elevar el nivel educativo y promover los valores morales y religiosos, es la mejor manera de combatir la pobreza. Para ello ha sido una práctica antiquísima de la Iglesia llevar la educación a los más olvidados, creando con este objetivo muchas congregaciones y obras educativas. Se trata no sólo de transmitir conocimientos, sino formar personas maduras, definiéndose el proyecto educativo de la Escuela Católica por su referencia explícita al Evangelio de Jesucristo, con el intento de arraigarlo en la conciencia y en la vida de los jóvenes, teniendo en cuenta los condicionamientos culturales de hoy. Vivimos en un mundo globalizado, en el que los seres humanos estamos cada vez más cercanos, pero ello no significa que seamos más hermanos, y es que la fraternidad entre los hombres, cuando se vuelve la espalda a Dios, nuestro Padre, se vuelve algo sin sentido. Somos hermanos, sí, ¿pero quién es y dónde está nuestro Padre?

Más de una vez se me ha echado en cara las riquezas de la Iglesia. En su mayor parte son bienes culturales y artísticos y no se consigue desde luego elevar el nivel de las personas y pueblos enajenando el patrimonio artístico o destruyéndolo, como los talibanes políticos españoles que pretendían volar o dejarse derrumbar el Valle de los Caídos. Sobre el tema de la ayuda a los más necesitados, mi contestación siempre ha sido muy sencilla: «Cíteme una institución que haga más por los pobres y marginados que la Iglesia Católica». Hasta ahora a esta pregunta nadie se ha atrevido a responderme. Y si confiamos el dinero público de ayuda a los parados, como ha sucedido en Andalucía, a los partidos y sindicatos de izquierdas, el resultado es espectacular: hacer desaparecer, es decir robar, ochocientos millones de euros, unos mil millones de dólares, tiene su mérito, mientras por otra parte no puedo por menos de preguntarme que donde están las obras asistenciales de la izquierda a los pobres. Mucho hablar y poco o nada hacer.

En mi ciudad de Logroño, el comedor popular, llamado Cocina Económica, lo atienden las Hijas de la Caridad. Con la crisis sus necesidades han aumentado notablemente, pero lo mismo ha sucedido con la generosidad de los donantes. Ello me lleva a hacerme y a haceros una pregunta: ¿Qué estamos haciendo para combatir la crisis y sus consecuencias de pobreza?: Creo que sería conveniente que cada uno de nosotros reflexione y trate de responderse a esta pregunta.

 

P. Pedro Trevijano, sacerdote

 

5 comentarios

Javier A. Rodríguez G.
El problema no es tanto saber cuántos pobre existen, sino cuantos ricos hay, es más, ¿por qué son ricos? No puede reducirse la pobreza a simple estadística, subsanable por una justicia relativizada, sin considerar las causas sociales, políticas y culturales de fondo. El problema real no es la pobreza sino la riqueza, es decir, la estructura social está concebida para que miles de pobres sustenten los privilegios y riquezas de unos pocos, por tanto, es absolutamente imposible hacer algo eficaz contra la pobreza sin afectar el monopolio de la riqueza; esto es un axioma... Formar personas "útiles " a la sociedad siempre ha sido fácil y hasta conveniente, por lo relativa que se hace esa utilidad según los "modelos" de sociedades; empero, la formación de seres humanos con la conciencia existencial de justicia, igualdad, libertad y solidaridad, siquiera cercanos al hermoso mensaje de Jesús el de Nazaret, sería en verdad una auténtica revolución cristiana... ¿Estarán nuestros jerarcas dispuestos a sufrir el destino de Pablo?, muriendo por la verdad, o ¿se seguirá con los eufemismos cómplices, las medias verdades y las estadísticas invertidas y parcializadas? De otra parte, aquel que pretenda estar frente a Dios en su verdad; sin consideración política alguna, necesariamente tiene que estar también de frente contra el capitalismo como instrumento de explotación y generador atroz de pobreza. ¿Quién es el hipócrita, el que en la duda busca al padre, o el que en su cara lo traiciona?
31/03/13 11:53 PM
Jaime
No era pues el protestantismo la herejía “total”; se podía ir más allá, pues de hecho se fue. Pero ahora, si se llegan a unir, fundir o combinar entre sí capitalismo liberal, comunismo y mo¬dernismo (como no es imposible), entonces se habrá tocado fondo, “las profundidades de Satán”; y ya está hecha la cuna del Anticristo. Estas tres herejías, dominantes hoy, son las Tres Ra¬nas del Apocalipsis “que eran tres espíritus impuros”, dice san Juan: “tres grandes herejías”, interpreta 'san Agustín; “los cuales salieron haciendo prodigios a preceder a los Reyes de toda la tierra para la Guerra Grande”, que precederá al “día grande del Omnipotente Dios”, añade el Profeta (Apoc. XVI, 13).(Castellani)
2/04/13 2:37 PM
mercedes
es cierto que la iglesia trabaja por los pobres en muchas abras sociales en el mundo entero. tambien es cierto, lo digo con conocimiento de causa, que en la izquierda hay muchas obras sociales, en personas y en colectivos. yo si que estoy en contra de los gobernantes, de los grandes, de los poderosos,entre ellos entran algunos poderosos de la iglesia.
2/04/13 6:50 PM
Jaime
mercedes: ¿en contra de los "grandes"? ¿actúen como actúen?
Entre las obras sociales de la izquierda están por ejemplo los abortorios, donde unos cuantos se lucran asesinando inocentes. Hay que elegir, y socialismo, modernismo y capitalismo salvaje son incompatibles con el cristianismo. Las ideologías que prometen el Paraíso en la Tierra son las peores y más criminales. El que se quiera creer que la izquierda es buena para los pobres, allá él, que se vaya a Cuba o a Corea del Norte. Y el que piense que los pobres son mejores personas que los ricos comete un craso error.
2/04/13 10:14 PM
Sanchoman
Ya sé que Jesús puso a los ricos en la picota con aquello de la aguja y el camello, pero las cosas han cambiado mucho desde entonces, y yo diría que el dinero honestamente ganado no tiene por qué ser un estigma, es más, ser rico por tu propio esfuerzo te da la posibilidad de ayudar a quien lo necesite mucho mejor que si no tienes nada.
Aunque ahora estoy jubilado, mi trabajo ha consistido en gestionar en dinero de los demás, por lo que con pleno conocimiento digo, que trabajando honestamente es imposible hacer millonario.
Todas las empresas llevan una caja B, por lo que el fraude es general con escasas y honrosas excepciones más propias de la imposibilidad de delinquir que de la voluntad de no hacerlo.
Decir que la mayoría de los bienes de la iglesia son culturales, no es de recibo, pues todos sabemos que la iglesia es el mayor terrateniente de España y algo parecido en inmuebles. Su responsabilidad es la gestión de ese patrimonio.
7/04/13 1:30 AM

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