Sufrimientos que no deberían existir

En el interior del ser humano afloran dos actitudes posibles: o derrumbarse o elevarse. O amar más o cerrarse en el odio más profundo. Aquí depende de cada uno.

Hay sufrimientos que no deberían existir. Sufrimientos que nos doblegan por su injusticia y crudeza. Desoladores, terribles. Es tal su dureza, que llegan incluso a romper nuestra confianza y nuestro amor a Dios, de lo fuerte que golpean los cimientos de nuestra vida. Y aquí no se escapa nadie: hombres y mujeres, seglares y sacerdotes, niños y adultos. Todos, de una manera o de otra, sufrimos.

Un padre de familia nunca debería enterrar a su hijo. Un hijo jamás debería ver separarse a sus padres, a quienes ama. Una mujer no tiene que pasar por una violación. Un hombre debería morirse antes de ver una infidelidad de su esposa. Muertes de niños inocentes por la guerra, por los abortos o por cualquier maldita causa. Enfermos de cáncer o de sida, consumiéndose lentamente como velas. Injusticias ante la pérdida de un trabajo o la desigualdad social. Calumnias y envidias que son escupidas al manchar la buena fama de otro. Lágrimas ante el secuestro de un ser querido. Asesinatos a sangre fría por treinta monedas de plata o su correspondiente. Dolor, miseria, llanto.

No, sufrimientos como éstos no deberían existir... Pero existen. Están ahí. Y no podemos hacer nada para cambiarlo.

No obstante, en el interior del ser humano afloran dos actitudes posibles: o derrumbarse o elevarse. O amar más o cerrarse en el odio más profundo. Aquí depende de cada uno.

Permítanme presentarles a Stephanie. Una chica que ha sufrido todo lo que se pueden imaginar y mucho más. Su vida ha sido un purgatorio en vida. Pero, ¿cuál fue su actitud? La de amar y salir adelante.

http://www.youtube.com/watch?feature=player_embedded&v=8i1wRcX8D0s

El sufrimiento no debería existir. De acuerdo. Pero camina a nuestro lado, fruto de nuestra libertad mal aprovechada. En vez de señalar con el dedo a Dios y reprocharle, dejemos que nos mire a los ojos y nos diga: «Oye, tranquilo. Que aquí estoy Yo... que sé el tipo de color que te gusta».

 

P. Juan Antonio Ruiz J., L.C.

5 comentarios

Ana_MS
Lo que está claro es que algunas heridas solo Dios puede curarlas. Poner la confianza en un ser humano, es construir sobre arenas movedizas; solo lleva a la decepción, al desengaño y, de nuevo, al sufrimiento.

Un cordial saludo y gracias.
6/03/13 11:54 AM
César Fuentes
Ana, en parte te doy la razón: la confianza sólo se ha de depositar en Dios-, pero también es cierto que Dios nos usa para sus fienes, es decir, que las soluciones a muchos males vienen a través de sus instrumentos, los que El elija.

Un abrazo Ana y gracias al páter por el artículo.
6/03/13 5:41 PM
Ana_MS
Muchas gracias, César.

Otro abrazo para ti.
6/03/13 11:31 PM
Liliana
No, sufrimientos como éstos no deberían existir... Pero existen. Están ahí. Y no podemos hacer nada para cambiarlo.

Es verdad que existen y no podemos hacer nada, cuando le echamos culpas a Dios en vez de reconocer nuestros pecados.
Si creo que muchos de estos sufrimientos se pueden prevenir, Cristo entrego su vida, por nosotros para vencer al demonio y salvarnos de todo mal, hay que denunciar al diablo como autor de toda desgracia humana.
La Iglesia de Cristo, para mi, no es capricho del hombre , sino defensa del pueblo de Dios.
7/03/13 1:42 PM
Javiergo
P. Juan Antonio, me ha gustado su post. Tiene usted toda la razón. Y, estoy de acuerdo también con Liliana cuando afirma que sufrimientos como éstos, aunque no deberían existir, existen, están ahí y no podemos hacer nada para cambiarlo. Por otro lado, es doloroso decirlo, pero no se puede alcanzar nada sin dolor. El sufrimiento forma parte del crecimiento de la existencia, sin él no aprenderíamos nada. Según se haya sufrido en mayor o menor grado, se aprende más o menos, y algo está muy claro a este respecto, y es que nadie, absolutamente nadie, sale indemne de la vida. El daño nos viene siempre por donde sea, cómo sea, y cuando menos te lo esperas. Lo esencial pues es la actitud, y, en este sentido, nadie, absolutamente nadie en este mundo sabe mejor que un cristiano cómo encajar el dolor. Nosotros no tenemos más que mirar y contemplar la Cruz, y meditar la Pasión (todos los días del año, pero sobre todo ahora, en Cuaresma). Benedicto XVI dedicó la audiencia general del miércoles 17 de marzo de 2010 a impartir una Catequesis sobre la obra literaria y la doctrina de un gran Doctor de la Iglesia, San Buenaventura. Como viene a colación con este post, extraigo este breve fragmento de dicha Catequesis sobre el Doctor Seráfico. Dice así Benedicto XVI: "El amor se extiende más allá de la razón, ve más, entra más profundamente en el misterio de Dios. San Buenaventura quedó fascinado por esta visión, que coincidía con su espiritualidad franciscana. Precisamente en la noche oscura de
8/03/13 12:16 AM

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