El Papa preside la Misa de imposición de la ceniza

«Somos el único evangelio que leen todavía los hombres de hoy»

El Papa Benedicto XVI instó ayer tarde a los cristianos a ofrecer el testimonio de la fe a un mundo que se encuentra en dificultad y que tiene necesidad de regresar a Dios. En el Miércoles de Ceniza, el Papa ha insistido en el necesario testimonio evangélico de los cristianos, porque «en la mayoría de los casos somos el único Evangelio que leen todavía los hombres de hoy».

(Agencias/InfoCatólica) El Santo Padre presidió la celebración eucarística en la Basílica de Santa Sabina, donde también tuvo lugar el tradicional rito de la bendición e imposición de la ceniza. Previamente el Pontífice había presidido una asamblea de oración en la iglesia romana de San Anselmo en el Aventino. Desde allí partió la procesión penitencial hasta Santa Sabina en la que participaron cardenales, arzobispos, obispos, los monjes benedictinos de San Anselmo, los padres dominicos de Santa Sabina y numerosos fieles.

En el inicio de la Cuaresma, con el rito de la imposición de las cenizas, Benedicto XVI recomendó vivir en plenitud esta experiencia espiritual, este “itinerario que está íntimamente relacionado con las actitudes de la conciencia y presupone un sincero propósito de revisión”.

El Papa constató que en el evangelio de ayer “Jesús relee las tres obras de piedad fundamentales previstas por la ley mosaica. La limosna, la oración y el ayuno caracterizan al judío observante de la ley. Con el paso del tiempo estas prescripciones habían sido mermadas por la herrumbre del formalismo exterior, o incluso se habían transformado en signo de superioridad”. Benedicto XVI aseguró que “Jesús evidencia de estas tres obras de piedad una tentación común. Cuando se realiza algún acto de bondad, instintivamente surge el deseo de ser estimados y admirados por ello. Y esto, por una parte nos encierra en nosotros mismos, y por otra, nos proyecta fuera, hacia los que los demás piensan y admiran de nosotros”.

En este contexto el Santo Padre retomó la invitación de Jesús a redescubrir estas tres obras de piedad viviéndolas de forma más profunda, “no por amor propio, sino por amor de Dios”. Para Benedicto XVI “limosna, oración y ayuno son el camino de la pedagogía divina que nos acompañan hacia el encuentro con el Señor Resucitado; un recorrido que hay que realizar sin ostentaciones, en la certeza de que el Padre celeste sabe leer y ver en lo más profundo de nuestro corazón”.

 

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