«La autoridad es servicio» y se ejerce en «la comunión jerárquica»

Benedicto XVI explica el «sagrado deber» de gobernar que tienen todos los sacerdotes, comenzando por el Papa

Benedicto XVI reanudó ayer su tradicional Audiencia General de los miércoles en la plaza de San Pedro. Tras el balance que ofreció la semana pasada de su viaje apostólico a Portugal y Fátima, el Papa centró su catequesis en el oficio del sacerdote de gobernar la porción del pueblo que Dios le ha confiado. El Papa explicó que comunión y jerarquía «no son contrarias una a la otra», sino que «son juntas una sola cosa, la comunión jerárquica».

(Zenit/InfoCatólica) Benedicto dedicó su catequesis de hoy a la misión sacerdotal de gobernar, la tercera de las tres misiones del sacerdote explicadas por el Papa en sus últimas catequesis, junto con las misiones de enseñar y santificar.  “La autoridad es servicio”, ha dicho el Santo Padre. La misión sacerdotal de gobernar consiste en “guiar, con la autoridad de Cristo, no con la propia, la porción del Pueblo que Dios le ha confiado”, explicó. 

En este marco, el Papa reconoció que “en las últimas décadas, se ha utilizado a menudo el adjetivo “pastoral” casi en oposición al concepto de “jerárquico”, así como, en la misma contraposición, se ha interpretado también la idea de 'comunión'”. “En la opinión pública prevalece, en esta realidad “jerarquía”, el elemento de subordinación y el elemento jurídico: por eso a muchos la idea de jerarquía les parece en contraste con la flexibilidad y la vitalidad del sentido pastoral y también contraria a la humildad del Evangelio”, constató. “Pero éste es un sentido mal entendido de la jerarquía, históricamente también causado por abusos de autoridad y de hacer carrera”, aclaró.

Jerarquía y autoridad

El Papa indicó que “la opinión común es que “jerarquía” es siempre algo ligado al dominio y así no correspondiente al verdadero sentido de la Iglesia, de la unidad en el amor de Cristo”. Para el Pontífice, la causa de este error en el concepto de jerarquía se debe a la dificultad que existe en la actualidad para comprender su origen sagrado. Con esta referencia, el Papa indicó que “esta autoridad no viene del hombre mismo, sino que tiene su origen en lo sagrado, en el Sacramento”, que “hace del individuo un servidor de Cristo y sólo en cuanto siervo de Cristo éste puede gobernar, guiar por Cristo y con Cristo”.

En su catequesis, Benedicto XVI se refirió también a la autoridad concreta del Papa, “punto de referencia de todos los demás pastores y de la comunión de la Iglesia”. “Tampoco puede hacer lo que quiera, al contrario, el Papa es custodio de la obediencia a Cristo, a su palabra resumida en la regula fidei, en el Credo de la Iglesia, y debe preceder en la obediencia a Cristo y a su Iglesia”.

Respecto a la misión sacerdotal de gobernar, el Papa explicó que el pastor lo es propiamente “guiando y custodiando a la grey, y a veces impidiendo que se disperse”. Reconoció que “sin una visión claramente y explícitamente sobrenatural, no es comprensible la tarea de gobernar propia de los sacerdotes”, ya que esta dimensión “implica el concepto de autoridad y tiene su origen en el mandato del Señor de apacentar su grey”.

La autoridad en nombre de Jesucristo

Benedicto XVI aprovechó esta explicación para preguntar qué significa para los cristianos la autoridad. Reconoció que las experiencias del pasado reciente, con las dictaduras del siglo XX en Europa, “han hecho al hombre contemporáneo sospechar de este concepto”.

Pero añadió que precisamente esos regímenes recuerdan que “la autoridad, en todo ámbito, cuando se ejercita sin una referencia a lo Trascendente, si prescinde de la Autoridad suprema, que es Dios, acaba inevitablemente volviéndose contra el hombre”. Y se refirió al tipo de autoridad a la que está llamada la Iglesia: una autoridad “que es servicio” y que se ejerce “no a título propio, sino en el nombre de Jesucristo”

Benedicto XVI continuó explicando que Cristo apacienta a su grey “a través de los pastores de la Iglesia”. “Es Él quien la guía, la protege, la corrige, porque la ama profundamente -explicó-. Pero el Señor Jesús, pastor supremo de nuestras almas, ha querido que el colegio apostólico, hoy los obispos, en comunión con el sucesor de Pedro, y los sacerdotes, sus más preciosos colaboradores, participaran en esta misión suya”.

Citando a san Agustín, el Papa destacó que “la norma suprema de conducta de los ministros de Dios” es “un amor incondicional, como el del Buen Pastor, lleno de alegría, abierto a todos, atento a los cercanos y a los alejados, delicado con los más débiles (···) para manifestar la infinita misericordia de Dios con las palabras tranquilizadoras de la esperanza”.

Gobernar es guiar y servir

Y añadió que “para ser Pastor según el corazón de Dios es necesario un profundo arraigo en la viva amistad con Cristo, no sólo de la inteligencia, sino también de la libertad y de la voluntad”. Y también “una clara conciencia de la identidad recibida en la ordenación sacerdotal, una disponibilidad incondicional a conducir a la grey confiada allá donde el Señor quiere y no en la dirección que, aparentemente, para más conveniente o más fácil”.

El Papa indicó que el sacerdote sólo puede sacar la fuerza en Cristo Jesús, para gobernar como él: “La manera de gobernar de Jesús no es la del dominio, sino que es el humilde y amoroso servicio del Lavatorio de los pies”, dijo. Y añadió: “Y la realeza de Cristo sobre el universo no es un triunfo terreno, sino que encuentra su culmen en el leño de la cruz, que se convierte en juicio para el mundo y punto de referencia para el ejercicio de una autoridad que sea verdadera expresión de la caridad pastoral”.

Finalmente, exhortó a los sacerdotes a apacentar las ovejas: “No tengáis miedo de guiar a Cristo a cada uno de los hermanos que Él os ha confiado, seguros de que cada palabra y cada actitud, si descienden de la obediencia a la voluntad de Dios, traerán fruto”, pidió. “El sentido profundo y último de la tarea de gobernar que el Señor nos ha confiado”, concluyó, es “formar a Cristo en los creyentes, a través de ese proceso de santificación que es conversión de los criterios, de la escala de valores, de las actitudes, para dejar que Cristo viva en cada fiel”.

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