Mensaje de Pascua del Papa: «Vive Cristo, esperanza nuestra, y Él es la más hermosa juventud de este mundo»

MENSAJE DE PASCUA Y BENDICIÓN «URBI ET ORBI»

Mensaje de Pascua del Papa: «Vive Cristo, esperanza nuestra, y Él es la más hermosa juventud de este mundo»

El Papa Francisco celebró la misa de la Resurrección del Señor en una abarrotada Plaza de San Pedro. Después de la eucaristía, se dirigió a toda la concurrencia para la tradicional bendición Urbi et Orbi.

(ZENIT) «Vive Cristo, esperanza nuestra, y Él es la más hermosa juventud de este mundo. Todo lo que Él toca se vuelve joven, se hace nuevo, se llena de vida», son algunas palabras iniciales del Mensaje de Pascua del Papa Francisco, haciendo referencia a la recién publicada Exhortación Apostólica Christus vivit. «¡Él vive y te quiere vivo! Él está en ti, Él está contigo y nunca se va».

A las 12 horas, desde el balcón central de la Basílica Vaticana, el Santo Padre Francisco ha dirigido su mensaje de Pascua y la bendición «Urbi et Orbi» a todas las personas presentes en la plaza de San Pedro y a cuantos han seguido la celebración a través de la radio, la televisión y las nuevas tecnologías.

«La resurrección de Cristo es el comienzo de una nueva vida para todos los hombres y mujeres, porque la verdadera renovación comienza siempre desde el corazón, desde la conciencia», ha apelado el Papa a todas las personas del mundo.

Con el deseo de que «Cristo vivo dé su paz», el Santo Padre ha mencionado algunos países en conflicto o guerra: Oriente Medio; Yemen, Libia; también en el continente africano, especialmente Burkina Faso, Mali, Níger, Nigeria y Camerún, y Sudán del Sur. Ucrania, Venezuela y Nicaragua también están en el centro de la plegaria del Papa.

Francisco ha pedido que «ante los numerosos sufrimientos de nuestro tiempo, el Señor de la vida no nos encuentre fríos e indiferentes. Que haga de nosotros constructores de puentes, no de muros».

Así, ha hecho un llamamiento a los líderes por la paz mundial: «Que Él, que nos da su paz, haga cesar el fragor de las armas, tanto en las zonas de guerra como en nuestras ciudades, e impulse a los líderes de las naciones a que trabajen para poner fin a la carrera de armamentos y a la propagación preocupante de las armas, especialmente en los países más avanzados económicamente».

Indulgencia plenaria

La Iglesia concede la Indulgencia plenaria a los fieles que participan en esta celebración y reciban la bendición del Pontífice, siempre de acuerdo a las condiciones propuestas: Recibir el Sacramento del Perdón, recibir la Comunión, rezar por el Papa Francisco y experimentar una verdadera conversión del corazón, es decir, profundizar especialmente en el dolor de los pecados y el propósito de la enmienda, un verdadero rechazo del pecado.

Mensaje Pascual del Santo Padre

Queridos hermanos y hermanas, ¡feliz Pascua!

Hoy la Iglesia renueva el anuncio de los primeros discípulos: «Jesús ha resucitado». Y de boca en boca, de corazón a corazón resuena la llamada a la alabanza: «¡Aleluya!… ¡Aleluya!». En esta mañana de Pascua, juventud perenne de la Iglesia y de toda la humanidad, quisiera dirigirme a cada uno de vosotros con las palabras iniciales de la reciente Exhortación apostólica dedicada especialmente a los jóvenes:

«Vive Cristo, esperanza nuestra, y Él es la más hermosa juventud de este mundo. Todo lo que Él toca se vuelve joven, se hace nuevo, se llena de vida. Entonces, las primeras palabras que quiero dirigir a cada uno de los jóvenes cristianos son: ¡Él vive y te quiere vivo! Él está en ti, Él está contigo y nunca se va. Por más que te alejes, allí está el Resucitado, llamándote y esperándote para volver a empezar. Cuando te sientas avejentado por la tristeza, los rencores, los miedos, las dudas o los fracasos, Él estará allí para devolverte la fuerza y la esperanza» (Christus vivit, 1-2).

Queridos hermanos y hermanas, este mensaje se dirige al mismo tiempo a cada persona y al mundo. La resurrección de Cristo es el comienzo de una nueva vida para todos los hombres y mujeres, porque la verdadera renovación comienza siempre desde el corazón, desde la conciencia. Pero la Pascua es también el comienzo de un mundo nuevo, liberado de la esclavitud del pecado y de la muerte: el mundo al fin se abrió al Reino de Dios, Reino de amor, de paz y de fraternidad.

Cristo vive y se queda con nosotros. Muestra la luz de su rostro de Resucitado y no abandona a los que se encuentran en el momento de la prueba, en el dolor y en el luto. Que Él, el Viviente, sea esperanza para el amado pueblo sirio, víctima de un conflicto que continúa y amenaza con hacernos caer en la resignación e incluso en la indiferencia. En cambio, es hora de renovar el compromiso a favor de una solución política que responda a las justas aspiraciones de libertad, de paz y de justicia, aborde la crisis humanitaria y favorezca el regreso seguro de las personas desplazadas, así como de los que se han refugiado en países vecinos, especialmente en el Líbano y en Jordania.

La Pascua nos lleva a dirigir la mirada a Oriente Medio, desgarrado por continuas divisiones y tensiones. Que los cristianos de la región no dejen de dar testimonio con paciente perseverancia del Señor resucitado y de la victoria de la vida sobre la muerte. Una mención especial reservo para la gente de Yemen, sobre todo para los niños, exhaustos por el hambre y la guerra. Que la luz de la Pascua ilumine a todos los gobernantes y a los pueblos de Oriente Medio, empezando por los israelíes y palestinos, y los aliente a aliviar tanto sufrimiento y a buscar un futuro de paz y estabilidad.

Que las armas dejen de ensangrentar a Libia, donde en las últimas semanas personas indefensas vuelven a morir y muchas familias se ven obligadas a abandonar sus hogares. Insto a las partes implicadas a que elijan el diálogo en lugar de la opresión, evitando que se abran de nuevo las heridas provocadas por una década de conflicto e inestabilidad política.

Que Cristo vivo dé su paz a todo el amado continente africano, lleno todavía de tensiones sociales, conflictos y, a veces, extremismos violentos que dejan inseguridad, destrucción y muerte, especialmente en Burkina Faso, Mali, Níger, Nigeria y Camerún. Pienso también en Sudán, que está atravesando un momento de incertidumbre política y en donde espero que todas las reclamaciones sean escuchadas y todos se esfuercen en hacer que el país consiga la libertad, el desarrollo y el bienestar al que aspira desde hace mucho tiempo.

Que el Señor resucitado sostenga los esfuerzos realizados por las autoridades civiles y religiosas de Sudán del Sur, apoyados por los frutos del retiro espiritual realizado hace unos días aquí, en el Vaticano. Que se abra una nueva página en la historia del país, en la que todos los actores políticos, sociales y religiosos se comprometan activamente por el bien común y la reconciliación de la nación.

Que los habitantes de las regiones orientales de Ucrania, que siguen sufriendo el conflicto todavía en curso, encuentren consuelo en esta Pascua. Que el Señor aliente las iniciativas humanitarias y las que buscan conseguir una paz duradera.

Que la alegría de la Resurrección llene los corazones de todos los que en el continente americano sufren las consecuencias de situaciones políticas y económicas difíciles. Pienso en particular en el pueblo venezolano: en tantas personas carentes de las condiciones mínimas para llevar una vida digna y segura, debido a una crisis que continúa y se agrava. Que el Señor conceda a quienes tienen responsabilidades políticas trabajar para poner fin a las injusticias sociales, a los abusos y a la violencia, y para tomar medidas concretas que permitan sanar las divisiones y dar a la población la ayuda que necesita.

Que el Señor resucitado ilumine los esfuerzos que se están realizando en Nicaragua para encontrar lo antes posible una solución pacífica y negociada en beneficio de todos los nicaragüenses.

Que, ante los numerosos sufrimientos de nuestro tiempo, el Señor de la vida no nos encuentre fríos e indiferentes. Que haga de nosotros constructores de puentes, no de muros. Que Él, que nos da su paz, haga cesar el fragor de las armas, tanto en las zonas de guerra como en nuestras ciudades, e impulse a los líderes de las naciones a que trabajen para poner fin a la carrera de armamentos y a la propagación preocupante de las armas, especialmente en los países más avanzados económicamente. Que el Resucitado, que ha abierto de par en par las puertas del sepulcro, abra nuestros corazones a las necesidades de los menesterosos, los indefensos, los pobres, los desempleados, los marginados, los que llaman a nuestra puerta en busca de pan, de un refugio o del reconocimiento de su dignidad.

Queridos hermanos y hermanas, ¡Cristo vive! Él es la esperanza y la juventud para cada uno de nosotros y para el mundo entero. Dejémonos renovar por Él. ¡Feliz Pascua!

7 comentarios

hornero (Argentina)
Los más miserables del mundo no son las naciones pobres, ni los pueblos que sufren violencia física, sino los pueblos mundanos de las naciones ricas y poderosas hundidos en la apostasía.
22/04/19 3:36 AM
hornero (Argentina)
"Francisco ha pedido que «ante los numerosos sufrimientos de nuestro tiempo, el Señor de la vida no nos encuentre fríos e indiferentes. Que haga de nosotros constructores de puentes, no de muros».Y: "«La resurrección de Cristo es el comienzo de una nueva vida para todos los hombres y mujeres, porque la verdadera renovación comienza siempre desde el corazón, desde la conciencia», ha apelado el Papa a todas las personas del mundo".
Deseo vincular ambas afirmaciones del Papa porque expresan la Verdad inefable de Cristo que "excede a cuánto podemos pensar o decir". La obscuridad que pesa sobre la Iglesia y sobre la humanidad impide alcanzar el feliz término de toda empresa orientada a mejorar la condición presente en ambos ámbitos, el espiritual y el material. Nos falta esa gran luz de Cristo que da a la inteligencia la capacidad de conocer el misterio de lo real, esto es, de la Creación que nos rodea y convoca a su gobierno, y que confiere a la voluntad los alientos necesarios para resolver las cosas que permiten la edificación del Reino de Dios entre nosotros. La Luz de Cristo nos permite construir puentes, en vez de muros, nos dice el Papa Francisco. Podemos alegrarnos en la Pascua del hecho de que “La resurrección de Cristo es el comienzo de una nueva vida para todos los hombres y mujeres”. Y a pesar de los intentos del enemigo por apagar la Luz de Cristo dentro de la Iglesia y en el mundo todo, Cristo se vale de Su Madre, la colma de su Luz de Gloria, y nos la envía como A
22/04/19 4:37 PM
jk
Un llamado a la conversion a Cristo deberia ser lo primero. Las armas ni la paz no vendra nunca sin Cristo.
22/04/19 9:26 PM
hornero (Argentina)
Continúo - y nos la envía como Aurora a fin de que la irradie sobre toda la Creación. María es la Mensajera de Dios que hace presente verdaderamente la Pascua del Señor en nuestras inteligencias, mente, voluntades y corazones.
.El cristianismo tuvo inicios esplendorosos impulsados bajo la memoria de la Vida del Señor y por la acción potente de Pentecostés, lo que le permitió extender el Evangelio a una parte inmensa del mundo, superando con energía extraordinaria las insidias que el demonio suscitaba. Posteriormente se inició un período sombrío que ha continuado expandiendo densas tinieblas hasta paralizar la predicación del Evangelio y a demolerlo allí donde aún florece. La Aurora de la Virgen en cuanto penetra el espíritu lo libra de nuestras dudas, apocamientos, miedos mundanos, que constituyen un lastre de pesimismo que nos paraliza. Si no tenemos un objetivo trascendente de nobles proporciones hacia el cual dirigirnos, por el cual madrugar cada día, por el cual abandonar las cosas secundarias, y dirigirnos a él con la mayor decisión, no podremos vencer la inercia de las tinieblas, dudas y confusión. María viene a despertarnos, a decirnos que Cristo ha resucitado, y que está deseoso de volver entre nosotros para instaurar su Reino de Gloria. La Virgen nos convoca, que marchemos con Ella, bajo su Conducción, tomados de sus Manos, iluminados y fortalecidos por su Aurora, combatiendo junto con las milicias angélicas para abrir paso al Mundo Nuevo que viene, la Jerusalén Ce
23/04/19 12:06 AM
Ursula Gleason
zzz____zzz
23/04/19 10:30 AM
hornero (Argentina)
Concluyo - La Virgen nos convoca, que marchemos con Ella, bajo su Conducción, tomados de sus Manos, iluminados y fortalecidos por su Aurora, combatiendo junto con las milicias angélicas para abrir paso al Mundo Nuevo que viene, la Jerusalén Celestial que desciende de parte de Dios (Apoc). La Iglesia y el mundo son como un panal de Dios, en el que las abejas, es decir, los justos, trabajan incansables por elaborar la miel de las obras buenas; somos la Colmena de Dios, la Ciudad de Dios (San Agustín) que la Virgen ayuda a construir. Pero para que la dorada miel fluya abundante, dulce y sabrosa, deben ser retirados los opérculos que la guardan oculta en las celdas de la cera. Descubramos esta miel que debe derramarse abundante, alimentar y ennoblecer a la Iglesia y al mundo.
23/04/19 2:11 PM
Elvira Dicks
zzz____zzz
25/04/19 12:22 PM

Dejar un comentario



Los comentarios están limitados a 1.500 caracteres. Faltan caracteres.

No se aceptan los comentarios ajenos al tema, sin sentido, repetidos o que contengan publicidad o spam. Tampoco comentarios insultantes, blasfemos o que inciten a la violencia, discriminación o a cualesquiera otros actos contrarios a la legislación española, así como aquéllos que contengan ataques o insultos a los otros comentaristas, a los bloggers o al Director.

Los comentarios no reflejan la opinión de InfoCatólica, sino la de los comentaristas. InfoCatólica se reserva el derecho a eliminar los comentarios que considere que no se ajusten a estas normas.

Los comentarios aparecerán tras una validación manual previa, lo que puede demorar su aparición.