El Papa lava los pies a reclusos de la prisión de Velletri

A 60 kms de Roma

El Papa lava los pies a reclusos de la prisión de Velletri

El Papa Francisco presidió ayer la Misa de la Cena del Señor con la que se da inicio a la celebración del Triduo Pascual en el Centro Penitenciario de Velletri, ubicado a unos 60 kilómetros de Roma, junto a los reclusos, el personal civil y los agentes de policía de prisiones.

(vatican.news/InfoCatólica) En la celebración eucarística el Papa lavó los pies a un grupo mixto de doce reclusos conmemorando el gesto de Jesús con sus discípulos en la Última Cena. El Pontífice llegó a las 16.30 horas al centro penitenciario y fue recibido por la directora, Maria Donata Iannantuono, la subdirectora, Pia Palmeri, la comandante de la policía penitenciaria, Maria Luisa Abbossida y el capellán, Don Franco Diamante.

Jueves Santo con el Señor

Es la quinta vez que Francisco celebra la Misa «in Coena Domini» en una prisión. Ya lo había hecho en las localidades romanas de Rebibbia, Paliano y Regina Coeli. La estructura que el Santo Padre visitó alberga a 577 personas, 50 de las cuales se encuentran en prisión. Es un instituto de seguridad media con dos secciones de precaución, una destinada a las antiguas colaboradoras de la justicia (la única en Italia) y otra de salud mental. El 60% de la población carcelaria es extranjera.

Los reclusos de Velletri recibieron al Santo Padre con gran emoción y celebraron con profundo recogimiento la Misa del Jueves Santo, día en el que Jesús instituyó la Eucaristía y el mandamiento universal de «amarnos los unos a los otros como Él primero, nos ha amado».

Mirar a Jesús quien carga la cruz con amor

Francisco pronunció una homilía de manera espontánea, sin discurso, hablando desde el corazón conmovido ante los rostros de los allí presentes: cada uno de ellos carga a cuestas su historia de vida, sus dolores y penas; en definitiva su propia cruz. En este caminar llevando las propias cruces humanas, los cristianos estamos invitados a fijar nuestra mirada en Jesús, y seguir su ejemplo, quien a pesar de no tener pecado, aceptó con dignidad y con amor el fatigoso peso de su cruz, ofrecido por la salvación de la humanidad.

 

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