Hna. Openibo: La Iglesia debe proteger a sus miembros jóvenes y vulnerables

En la CUMBRE de PROTECCIÓN DE MENORES

Hna. Openibo: La Iglesia debe proteger a sus miembros jóvenes y vulnerables

La Hna. Verónica Openibo expresa: «La Iglesia debe hacer todo lo posible para proteger a sus miembros jóvenes y vulnerables. Es necesario concentrarse sobre la misión de la Iglesia de servir con integridad y justicia».

(ECCLESIA Digital) La Iglesia debe hacer todo lo posible para proteger a sus miembros jóvenes y vulnerables. Es necesario concentrarse no sobre el miedo o la vergüenza, sino, sobre todo, sobre la misión de la Iglesia de servir con integridad y justicia, expresa la Hna. Verónica Openibo, Superiora General de la Compañía del Santo Niño Jesús.

Punto de partida

Openibo parte de esta idea base: «La autocomprensión de la misión de la Iglesia debe ser una manifestación del Cristo que sabemos que es humano y divino. La entera misión de Cristo consistió en revelar quién es Dios y quién podemos llegar a ser nosotros. Ello implica una aceptación total de todo lo que es humano y de todo lo que hace el poder de la gracia de Dios para transformarnos en testimonios del divino. Nuestra visión del mundo, si es cristiana, se debe basar en el respeto y la dignidad de todo ser humano».

Un problema que nos concierne a todos

La Hermana Openibo constata que «Al momento presente vivimos un estado de crisis y de vergüenza. Hemos ofuscado gravemente la gracia de la misión de Cristo. ¿Es posible para nosotros pasar del miedo, del escándalo a la verdad? » y plantea la pregunta por el futuro: «¿Qué políticas, programas y procedimientos nos conducirán a un punto de partida nuevo, revitalizado, caracterizado por una transparencia que ilumine al mundo con la esperanza de Dios en nosotros para edificar el Reino de Dios?».

Para la Hermana es importante comentar el punto de partida de la conversión: «Tenemos que reconocer que son nuestra mediocridad, hipocresía y condescendencia las que nos han conducido a este lugar vergonzoso y escandaloso en el que nos encontramos como Iglesia. Nos detenemos para rezar: Señor, ten misericordia de nosotros».

Continúa reflexionando que en esta problemática abarca a todas las naciones. Por ello todos los miembros de la Iglesia debemos cuestionarnos y ahondar en las razones que nos han traído hasta este momento. Hay que revisar procedimientos, maneras de ejercer la autoridad, rapidez de respuesta, aspectos culturales, e incluso el hecho de no dar la debida importancia a las situaciones.

Llamado a la transparencia

Openibo afirma: «No escondamos más semejantes hechos por miedo a equivocarse». «Debe existir una gestión mejor de los casos a través de conversaciones cara a cara, transparentes y valientes tanto con las víctimas como con los culpables, como también con los grupos de investigación».

La Hermana Openibo se cuestiona, al mismo tiempo que cuestiona a su auditorio: ¿Cómo podemos ayudar a crear el ambiente para la oración y el discernimiento para que la gracia de Dios nos ilumine sobre la justicia, de tal manera que pueda existir transformación y curación tanto para las víctimas como para los culpables?

Llamado a la acción concertada

Para ella son importantes todas las iniciativas dentro y fuera de la Iglesia, que puedan surgir para ayudar a las víctimas, a las comunidades, a las culturas: «Este material respetuoso de la dignidad de la persona humana, y que evidencie comportamientos inaceptables, podrían ser utilizados en parroquias y escuelas, hospitales y otros lugares en los que se desempeña el ministerio pastoral».

Estrategias para el futuro

La Hna. Openibo amplía el círculo del problema, pues está ligado a la educación, al rol que juegan los medios de comunicación a la hora de plantear modelos de relaciones humanas, a la formación de sacerdotes, religiosos y religiosas, y de toda la comunidad:

«¿Cómo podemos seguir afrontando en modo muy concreto las cuestiones de la prostitución y la promiscuidad en el mundo? Se necesitan católicos, junto con otras personas con principios símiles, en puestos influyentes, por ejemplo en la industria cinematográfica, en la televisión y en la publicidad. Se les podría animar a reunirse y a reflexionar sobre su papel para promover una mejor visión de la persona humana… utilizar mejor los medios de comunicación social para educar a las personas en todo el ámbito de la sexualidad y de las relaciones humanas».

La Hermana plantea la posibilidad, por ejemplo, de crear comisiones diocesanas con personas de probada integridad, para enfrentar estas problemáticas: «laicos, religiosos y clero, para formar una comisión conjunta que comparta la experiencia sobre los procedimientos y los protocolos, las implicaciones legales y financieras de las denuncias y los necesarios canales de responsabilidad e imputabilidad? Una persona cualificada – laico, religioso o sacerdote – podría ser el presidente ideal de un tal grupo».

También plantea la interrogante sobre los nombramientos episcopales: «debemos pedir a los laicos responsables y sensibles y a las religiosas, realizar una valoración verdadera y honesta de los candidatos al nombramiento episcopal».

Insiste en recuperar un elemento central proclamado por el Concilio Vaticano II, en la Gaudium et spes: el llamado a la santidad de la Iglesia, a partir de la unidad entre lo que proclamamos y lo que vivimos.

La Hermana Openibo concluye su alocución valorando los aportes de las mujeres en este campo, agradeciendo al Papa Francisco por el valor de enfrentar con la Iglesia este problema: «Gracias Papa Francisco, por haber ofrecido a todos nosotros esta oportunidad de controlar y verificar dónde hemos actuado en modo extraño, con ignorancia, en secreto y complacencia. Espero y rezo para que al final de esta conferencia elijamos deliberadamente romper con cualquier cultura del silencio de los secretos entre nosotros, para hacer entrar más la luz en nuestra Iglesia. Reconocemos nuestra vulnerabilidad; seamos proactivos y no reactivos al afrontar los desafíos que se presentan al mundo de los jóvenes y de las personas vulnerables, y profundicemos sin miedo en las demás cuestiones de los abusos en la Iglesia y en la sociedad».

7 comentarios

pacomio
¡¡Qué suuerte que se descubrió la pólvora!!
Para protger hay quecenseñar la doctrina perenne de la Iglesia sin contaminaciones mundanas. Y entoces auque no falten los pervertidos, clérigos o seglares, ABUNDARÁN LOS MÁRTIRES Y VÍRGENES.
24/02/19 6:08 PM
Nerea María
No podemos convertir los problemas del corazón con palabras laicas aunque sean de personas de indudable reputacion. Pero si se necesita mucha ayuda, es porque hay muchas personas caminando sin saber dónde ir y si conocieran el alivio y apoyo que la iglesia puede dar pues vendrían, se llama conversión.
que hagan algo pero que lo hagan ya. No obstante, no dejemos a la iglesia aparte que es la que nos salva.Bendita sea la iglesia.
25/02/19 12:26 AM
Luis Silveyra
La jerarquía de la Iglesia debe limpiarse de su apostasia, de la putrefacción sodomita , y de la corrupcion .
Mientras no lo haga los padres deben proteger a sus hijos de este enemigo.
25/02/19 3:46 AM
Chimo de Valencia
Nerea y Silveyra. La Iglesia es Santa, si acaso serán pecadores sus hijos; sugiero que dejen de faltar el respeto a la jerarquía. Es el mundo quien debe de guiarse según los criterios de la Santa Iglesia, no la Iglesia a los gustos del mundo. Hay que servir a la Iglesia tal como es y no como quisieran algunos que fuera.
25/02/19 11:45 AM
Nerea María
Chimo, al contrario, soy firme defensora de la iglesia en todos mis comentarios y vida personal. Lo que si es bueno es dar un punto de vista que la iglesia (que somos todos) podamos aceptar o no. En ningún caso pretendo ni he pretendido faltarle. No obstante si lo piensas así o no me has entendido bien, o no me he sabido explicar con claridad. Si relees lo escrito lo verás. No obstante, tomo nota. Un saludo.
25/02/19 1:07 PM
Juan Mariner
Podemos entrar a discutir y valorar los límites de los delitos públicos tipificados en los Códigos Penales modernos, la infancia y la minoría de edad en todas las sociedades modernas se ha protegido y el Evangelio es claro (y drástico) ante quien corrompe a los niños. Vayamos a un ejemplo extremo: ¿un jerarca permitiría tener a un Jack el Destripador en su diócesis, y lo cambiaría de parroquia al enterarse de sus asesinatos?. No seamos ingenuos, aquí hay "algo más" que corporativismo, falsa misericordia, evitación de indemnizaciones, perdón de los pecados o que un sacerdote lo es para siempre. Debemos descubrir lo que hay detrás de todo esto para hacer una catarsis colectiva y limpiar a fondo nuestra Iglesia Católica de criminales infiltrados. Los que han denunciado los abusos en la Iglesia, al final, no son nuestros enemigos, sí lo son los que los han ejecutado y los han permitido con su encubrimiento.
25/02/19 8:57 PM
Luis Silveyra
Chimo, una cosa es la Iglesia, y otra la jerarquía, que está mayormente podrida, repleta de sodomitas , corruptos y apostatas.
El arzobispo Vigano es parte de la jerarquía, por nombrar a uno que le ha pedido la renuncia al Papa por encubrir a Mc Carrick.
Los fieles que ven, están hartos , los otros , en realidad , no quieren ver.
25/02/19 11:28 PM

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