Conferencia Episcopal Española: «No existe un derecho a disponer arbitrariamente de la propia vida»

Nota de la Subcomisión Episcopal de Familia y Vida

Conferencia Episcopal Española: «No existe un derecho a disponer arbitrariamente de la propia vida»

La Subcomisión Episcopal de Familia y Vida de la Conferencia Episcopal Española ha publicado una nota condenando las iniciativas legales para despenalizar la eutanasia.

(InfoCatólica) Los obispos recuerdan que el mandamiento «no matarás» afecta no solo a las acciones sobre el prójimo sino a la propia vida, por lo que la Iglesia siempre ha sostenido que la eutanasia es una grave violación de la ley de Dios.

Se da además la circunstancia de que en la eutanasia no solo interviene la persona que quiere morir, sino el personal médico que le ayuda a poner fin a su vida. En ese sentido, recuerdan que el juramento hipocrático incluye esta cláusula: «no daré ninguna droga letal a nadie, aunque me la pidan, ni sugeriré un tal uso».

Los prelados abogan por mejorar los cuidados paliativos, sobre los cuales no hay una legislación nacional.

Nota de la Subcomisión Episcopal de Familia y Vida de la Conferencia Episcopal Española ante las iniciativas legislativas sobre la eutanasia y el suicidio asistido

1. El mandamiento «no matarás» se encuentra en el fundamento de toda ética verdaderamente humana y, de modo particular, en la tradición cristiana. «Explícitamente, el precepto «no matarás» tiene un fuerte contenido negativo: indica el límite que nunca puede ser transgredido. Implícitamente, sin embargo, conduce a una actitud positiva de respeto absoluto por la vida, ayudando a promoverla y a progresar por el camino del amor que se da, acoge y sirve.» (Evangelium Vitae, 54).

2. La eutanasia y el suicidio asistido son presentados hoy por algunos como respuestas viables y aceptables al problema del dolor y del sufrimiento. Como afirma Benedicto XVI, «es cierto que debemos hacer todo lo posible para superar el sufrimiento, pero extirparlo del mundo por completo no está en nuestras manos, simplemente porque no podemos desprendernos de nuestra limitación, y porque ninguno de nosotros es capaz de eliminar el poder del mal, de la culpa, que –lo vemos– es una fuente continua de sufrimiento» (Spe Salvi, 3).

3. Ante las diversas iniciativas legislativas presentadas en el Congreso de los Diputados sobre la eutanasia y el suicido asistido, debemos recordar que la eutanasia en sentido verdadero y propiose debe entender como una acción u omisión que por su naturaleza y en la intención causa la muerte, con el fin de eliminar cualquier dolor. La Iglesia siempre ha considerado la eutanasia como un mal moral y un atentado a la dignidad de la persona. San Juan Pablo II afirmaba que «de acuerdo con el Magisterio de mis predecesores y en comunión con los obispos de la Iglesia católica, confirmo que la eutanasia es una grave violación de la Ley de Dios, en cuanto eliminación deliberada y moralmente inaceptable de una persona humana.» (Evangelium Vitae, 65).

4. La proposición de ley defiende una absolutización del principio de autonomía y de la pura subjetividad como criterios fundamentales de la decisión. A este respecto, es necesario señalar que nadie es dueño absoluto de la vida. No existe un derecho a disponer arbitrariamente de la propia vida. Las decisiones terapéuticas tienen su raíz en los conocimientos de la Medicina basada en la evidencia.

5. Por otro lado, no es posible entender la eutanasia y el suicidio asistido como algo que se refiera exclusivamente a la autonomía del individuo, ya que tales acciones implican la participación de otros, en este caso, del personal sanitario. Ya el juramento hipocrático afirma: «no daré ninguna droga letal a nadie, aunque me la pidan, ni sugeriré un tal uso». La eutanasia es ajena al ejercicio de la Medicina y a las profesiones sanitarias, que siempre se rigen por el axioma de «curar, al menos aliviar y siempre acompañar y consolar». El artículo 36.3 del Código de Ética y Deontología Médica de la Organización Médica Colegial española afirma que «el médico nunca provocará intencionadamente la muerte de ningún paciente, ni siquiera en caso de petición expresa por parte de éste». A este respecto, el Papa Francisco afirma: «no siempre se puede garantizar la curación de la enfermedad, a la persona que vive debemos y podemos cuidarla siempre: sin acortar su vida nosotros mismos, pero también sin ensañarnos inútilmente contra su muerte. En esta línea se mueve la medicina paliativa que reviste también una gran importancia en ámbito cultural, esforzándose por combatir todo lo que hace la muerte más angustiosa y llena de sufrimiento, es decir, el dolor y la soledad.» (Mensaje del Papa Francisco al Presidente de la Academia Pontificia para la Vida con motivo del Encuentro Regional Europeo de la «World Medical Association», Roma, noviembre 2017).

6. También es necesario reconocer que la eutanasia y el suicidio asistido conciernen al conjunto de la sociedad y sus instituciones. En el pensamiento que subyace a la proposición de ley, el ser humano aparece como aislado de los demás, y la sociedad no es considerada como un tejido de interacciones humanas, sino como mero ámbito en el que existe una libertad absoluta de los individuos encerrados en sí mismos sin ninguna referencia a los otros. Ante esta concepción, es necesario resaltar que el ser humano es un ser con los otros y para los otros. Este es el fundamento último de la sociedad. Y en este contexto, el Estado tiene la obligación de proteger la vida de todos los ciudadanos.

7. Lo que realmente demandan los enfermos y sus familias es la ayuda para asumir los problemas y las dificultades personales y familiares que se suelen presentar en los últimos momentos de la vida. El tratamiento del dolor y el abordaje del sufrimiento, el control de efectos secundarios y colaterales, la mejora de la calidad de vida y de la autonomía del paciente, la ayuda a las familias en estas situaciones, el morir en compañía de los seres queridos, con la asistencia espiritual y sacramental, y otros muchos aspectos importantes, son los elementos reiteradamente demandados. Y estos elementos son precisamente los que configuran lo que conocemos como cuidados paliativos. Es llamativo que se quiera proponer una ley de eutanasia cuando no se ha legislado a nivel estatal sobre la instauración de los cuidados paliativos, así como la necesaria formación reglada de esta disciplina de altísimo valor científico y ético en el ámbito universitario y sanitario. Son precisamente estos cuidados los que son demandados ampliamente por la sociedad y por los profesionales sanitarios en particular.

8. Todo ser humano es un don que refleja el rostro de Dios y que merece acogida, protección, respeto y amor. «Cada vez que lo hicisteis con uno de estos mis hermanos más pequeños, conmigo lo hicisteis» (Mt 25, 40). Es lo que el Papa Francisco ha denominado «el gran protocolo» (Gaudete et exultate, 95). En este mes de mayo nos acogemos al cuidado materno de la Virgen María, salud de los enfermos.

Madrid, 21 de mayo de 2018

+ Mario Iceta Gabicagogeascoa, obispo de Bilbao y presidente
+ Francisco Gil Hellín, arzobispo emérito de Burgos
+ Juan Antonio Reig Pla, obispo de Alcalá de Henares
+ José Mazuelos Pérez , obispo de Asidonia-Jerez
+ Juan Antonio Aznárez Cobo, obispo auxiliar de Pamplona y Tudela

5 comentarios

Eleazar
Sólo he sobreseído la noticia para tener super claro, como lo tenía antes personalmente, la posicion de la Iglesia, representada en la voz de sus pastores. ASÍ SI. No necesito detenerme en ella, aunque es posible que profundice más adelante.
hay que agradecer la sinceridad porque desgraciadamente es tan complicado entender a veces lo que se dice que se puede entender al gusto del consumidor y no somos consumidores sino fieles al Señor.
21/05/18 8:44 PM
Francisco Javier
Hoy critican.
Pero mañana estaran hablando de aplicar "atencion pastoral" a los que eligen la eutanasia.
Asi es en todos lados.

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LF:
No se me ocurre nadie con más necesidad de atención pastoral que aquel que ha optado por la eutanasia. Hay que ayudarle a no cometer ese grave pecado.
21/05/18 8:56 PM
Pepito
Una política atea de inspiración masónica, que se pasa por el arco del triunfo todas las santas leyes divinas, necesariamente acaba matando legalmente a los seres más inocentes y desprotegidos, como son los niños en el seno materno y los ancianos y enfermos que no son productivos.

En una sociedad en la que el supremo valor económico es el crecimiento, el anciano o enfermo que no contribuye a dicho crecimiento está de sobra, y lo eutanasian.

Creo que los jubilados, al igual que se manifiestan por la subida de las pensiones, deberíamos con mayor razón manifestarnos porque se respetase nuestra vida y no nos la quitasen bajo la fútil excusa de evitarnos los sufrimientos de la vejez o de la enfermedad. Cuidados paliativos sí, eutanasia no. !Bravo por nuestros obispos antieutanasia¡
21/05/18 9:12 PM
luis itriago
Excelente nota de la Conferencia Episcopal, muy clara y completa. Dios quiera que llegue "y toque" las conciencias, de tantas personas "deshumanizadas" (y/o confundidas). Pongamos nuestra confianza en que hoy; día de la Santísima Madre de la Iglesia, ella interceda por nosotros, y nos libre de tanta maldad contra la sacralidad de la vida humana.
21/05/18 9:46 PM
rastri
Es un hecho que así como nadie es dueño del día y hora cuando, uno mismo, empezó a vivir en el principio de su propia vida; así nadie puede ser dueño del día y hora cuando se deberá terminar su propia vida.

Solo aquel quien sondea lo más profundo de la vida de cada cual puede decir: - aquí empezó tu vida y hasta aquí será tu propia vida. Y este es Dios, no hay duda.


No obstante, no menos cierto, es que tanto así se puede pecar contra Dios y su quinto mandamiento por interferir, que puede ser, el acorta la vida propia, o la del semejante; como tanto así se puede pecar por alargar, innecesariamente, la vida del mismo.

Pues quien mejor que el propio Cristo, que harto de estar en esta nuestra pecaminosa vida; donde ni fue comprendido, ni fue amado como para decir a Judas el traidor - Anda ve y lo que tengas que hacer hazlo pronto-

Y aquí el dilema: La naturaleza humana a veces, dígase que, se muestra poco caritativa, larga y poco considerada con ese dolor propio que anticipa el final de cada cual; cuando otras veces ni se ve venir; ni se siente el llegar del final de la vida propia.

-¿Si será que en este dolor mal resignado Dios nos concede una segunda ocasión de reflexionar por la vida pasada? Se pregunta uno. -Y aquí un vez más: solo Dios lo sabe.

-¿ O cabe, pues, respetar ese dejar que la naturaleza obre por sí misma, hasta el final de sí misma; tal cual se respetó cuando, por sí misma, empezó a formarse como nueva vida?

Incluso para el creyente
22/05/18 6:56 AM

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