Papa Francisco: En la Iglesia la única autoridad es el servicio y el único poder la cruz

Conmemoración del 50ª aniversario del Sínodo de los Obispos

Papa Francisco: En la Iglesia la única autoridad es el servicio y el único poder la cruz

Tras escuchar las intervenciones de algunos obispos participantes del Sínodo de la Familia, el Papa Francisco ofreció un discurso en el que les pidió ser humildes ya que en la Iglesia «la única autoridad es la autoridad del servicio, el único poder es el poder de la cruz».

(ACI/Álvaro de Juana)  Durante la ceremonia de conmemoración del 50ª aniversario de la institución por parte de Pablo VI de los Sínodos de los Obispos, que tuvo lugar esta mañana en el Aula Pablo VI del Vaticano, el Pontífice afirmó también que en la Iglesia «aquellos que ejercitan la autoridad se llaman ‘ministros’: porque, según el significado original de la palabra, son los más pequeños de entre todos» y deben ponerse al servicio.

Sobre la jerarquía eclesiástica, dijo que en la Iglesia «entendemos que en su interior ninguno puede ser ‘elevado’ por encima de los otros». «Al contrario, en la Iglesia es necesario que alguno ‘se abaje’ para ponerse al servicio de los hermanos en el camino».

«Jesús ha constituido la Iglesia poniendo en su vértice al Colegio apostólico, en el que el apóstol Pedro es la ‘roca’, aquél que debe ‘confirmar’ a los hermanos en la fe».

«Pero en esta Iglesia, como en una pirámide invertida, el vértice se encuentra debajo de la base» por lo que «aquellos que ejercitan la autoridad se llaman ‘ministros’: porque, según el significado original de la palabra, son los más pequeños de entre todos».

«En un mismo horizonte, el mismo Sucesor de Pedro no es más que el servus servorum Dei (siervo de los siervos de Dios)». Algo que, según afirmó, no se puede olvidar jamás.

«Para los discípulos de Jesús, ayer, hoy y siempre, la única autoridad es la autoridad del servicio, el único poder es el poder de la cruz, según las palabras del Maestro: ‘Ustedes saben que los gobernantes de las naciones dominan sobre ellas y sus líderes les oprimen’».

«Entre nosotros –dijo– no será así, sino que quien quiera ser grande entre ustedes, será su servidor y quien quiera ser el primero de entre ustedes será su esclavo», dijo recordando las palabras de Jesús en el Evangelio de San Mateo.

«Entre ustedes no será así: en esta expresión se llega al corazón mismo del misterio de la Iglesia y recibimos la luz necesaria para comprender el servicio jerárquico».

El Pontífice explicó que en una Iglesia sinodal «no es oportuno que el Papa sustituya a los Episcopados locales en el discernimiento de todas las problemáticas que se proyectan en sus territorios». Por lo que «advierto de la necesidad de proceder en una saludable ‘descentralización’».

Francisco también afirmó que el Sínodo representa al «episcopado católico» y «se convierte en expresión de la colegialidad episcopal en el interior de una Iglesia toda sinodal».

También señaló la importancia de que esta Iglesia sinodal sea ecuménica y aseguró estar convencido de que en ella «también el ejercicio del primado de Pedro podrá recibir mayor luz».

«El Papa no está, por sí mismo, por encima de la Iglesia, sino dentro de ella como Bautizado y dentro del Colegio episcopal como Obispo entre los Obispos, llevado al mismo tiempo como Sucesor del apóstol Pedro a guiar la Iglesia de Roma que preside en el amor a todas las Iglesias».

«Mientras revalido la necesidad y la urgencia de pensar en ‘una conversión del Papado’, repito las palabras de mi predecesor el Papa Juan Pablo II: ‘El Obispo de Roma sabe bien (…) que la comunión llena y visible de todas las comunidades, en las cuales en virtud de la fidelidad de Dios habita su Espíritu, es el deseo ardiente de Cristo».

El Papa aseguró que «nuestra mirada se alarga también a la humanidad» y afirmó que «una Iglesia sinodal es como estandarte alzado entre las naciones de una forma que –aun invocando participación, solidaridad y transparencia en la administración de lo público– entrega a menudo el destino de poblaciones enteras en las manos codiciosas de pequeños grupos de poder».

El Pontífice aseguró que «desde el Concilio Vaticano II a la actual Asamblea sinodal sobre la familia, hemos experimentado de forma cada vez más intensa la necesidad y la belleza de ‘caminar juntos’».

El Papa recordó que «desde el inicio de mi ministerio como Obispo de Roma he tenido la intención de valorizar el Sínodo, que constituye una de las herencias más preciosas del último encuentro conciliar».

«Para el Beato Pablo VI, el Sínodo de los Obispos debía reproponer la imagen del Concilio ecuménico y reflexionar el espíritu y el método» y Juan Pablo II afirmó que «quizás este instrumento podrá ser todavía mejorado».

Francisco dijo que en 2006 Benedicto XVI «aprobó algunas variaciones» en el funcionamiento del Sínodo y reconoció que «debemos proseguir sobre este camino».

«El mundo en el que vivimos, y que estamos llamados a amar y servir también en sus contradicciones, exige de la Iglesia el potenciamiento de las sinergias en todos los ámbitos de su misión».

El Pontífice afirmó que «caminar juntos» es «un concepto fácil de expresar en palabras, pero no tan fácil de poner en práctica».

Recordó que «cualquier Bautizado, cualquiera que sea su función en la Iglesia y el grado de instrucción de fe, es un sujeto activo de evangelización y sería inadecuado pensar en un esquema de evangelización llevado adelante por actores cualificados en el que el resto del Pueblo fiel fuese solamente receptivo de sus acciones».

«Ha sido esta convicción la que me ha guiado cuando he deseado que el Pueblo de Dios viniera consultado en la preparación del doble encuentro sinodal sobre la familia».

Por eso dijo que hubiese sido imposible hablar de la familia sin interpelar a las propias familias, «escuchando sus alegrías y sus esperanzas, sus dolores y sus angustias» sin «los cuestionarios que le tocan de cerca y sobre los que tienen tanto que decir».

El Sínodo «es el punto de convergencia de este dinamismo de escucha conducida a todos los niveles de la vida de la Iglesia». Por eso «el camino sinodal inicia escuchando al pueblo» y «prosigue escuchando a los Pastores».

«A través de los Padres Sinodales, los Obispos actúan como auténticos custodios, intérpretes y testimonios de la fe de toda la Iglesia, que deben saber atentamente distinguir de los flujos a menudo cambiantes de la opinión pública».

Francisco recordó que «al final, el camino sinodal culmina con la escucha del Obispo de Roma, llamado a pronunciarse como ‘Pastor y Doctor de todos los cristianos’: no a partir de sus convicciones personales, sino como supremo testimonio de la fides totius Ecclesiae (Iglesia de fe)», que es «garantía de la obediencia y de la conformidad de la Iglesia a la voluntad de Dios, al Evangelio de Cristo y a la tradición de la Iglesia».

Texto completo del discurso del Papa Francisco

Beatitudes, Eminencias, Excelencias, Hermanos y Hermanas,

Mientras se encuentra en pleno desarrollo la XIV Asamblea General Ordinaria, conmemorar el cinquantesimo aniversario de la institución del Sínodo de los Obispos es para nosotros motivo de alegría, de alabanza y de agradecimiento al Señor. Desde el Concilio Vaticano II a la actual Asamblea sinodal sobre la familia, hemos experimentado de manera poco a poco más intensa la necesidad y la belleza de «caminar juntos».

En esta alegre circunstancia deseo dirigir un cordial saludo a Su Eminencia el Cardenal Lorenzo Baldisseri, Secretario General, con el Sub-Secretario Su Excelencia Monseñor Fabio Fabene, los Oficiales, los Consultores y los otros Colaboradores de la Secretaría General del Sínodo de los Obispos. Junto a ellos, saludo y agradezco por su presencia a los Padres sinodales y a los otros Participantes a la Asamblea en curso, así como a todos los presentes en esta Aula.

En este momento también queremos recordar a aquellos que, en el transcurso de cincuenta años, han trabajado al servicio del Sínodo, comenzando por los Secretarios Generales que se han alternado: los Cardenales Władysław Rubin, Jozef Tomko, Jan Pieter Schotte y el Arzobispo Nikola Eterović. Aprovecho esta ocasión para expresar de corazón mi gratitud a todos cuantos, vivos o difuntos, han contribuido con un compromiso generoso y competente al desarrollo de la actividad sinodal.

Desde el inicio de mi ministerio como Obispo de Roma he intentado valorizar el Sínodo, que constituye una de las herencias más preciosas de la última reunión conciliar. Para el Beato Pablo VI, el Sínodo de los Obispos debía volver a proponer la imagen del Concilio ecuménico y reflexionar sobre su espíritu y el método. El mismo Pontífice anunciaba que el organismo sinodal «con el pasar del tiempo podrá ser mayormente perfeccionado». A él hacia eco, veinte años más tarde, San Juan Pablo II, cuando afirmaba que «tal vez este instrumento podrá aun ser mejorado. Quizás la colegial responsabilidad pastoral puede expresarse en el Sínodo aún más plenamente» . Finalmente, en el 2006, Benedicto XVI aprobaba algunas variaciones al Ordo Synodi Episcoporum, también a la luz de las disposiciones del Código de Derecho Canónico y del Código de los Cánones de las Iglesias orientales, promulgados en el interin .

Debemos proseguir por este camino. El mundo en el que vivimos, y que estamos llamados a amar y servir también en sus contradicciones, exige de la Iglesia el potenciamiento de las sinergias en todos los ámbitos de su misión. Precisamente el camino de la sinodalidad es el camino que Dios espera de la Iglesia del tercer milenio

Lo que el Señor nos pide, en cierto sentido, ya está todo contenido en la palabra «Sínodo». Caminar juntos - Laicos, Pastores, Obispo de Roma - es un concepto fácil de expresar con palabras, pero no es tan fácil ponerlo en práctica.

Después de haber reafirmado que el Pueblo de Dios está constituido por todos los Bautizados llamados a «formar una casa espiritual y un sacerdocio santo», el Concilio Vaticano II proclama que «la totalidad de los Fieles, teniendo la unción que viene del Santo (Cfr. 1 Jn 2,20 y 27), no puede equivocarse en creer, y manifiesta esta propiedad mediante el sentido sobrenatural de la fe de todo el Pueblo, cuando desde los Obispos hasta el último de los Fieles laicos muestra su consenso universal en cosas de fe y moral».

En la Exhortación Apostólica Evangelii gaudium he subrayado como «el Pueblo de Dios es santo en razón de esta unción que lo hace infalible in credendo», agregando que «todo Bautizado, cualquiera que sea su función en la Iglesia y el grado de instrucción de su fe, es un sujeto activo de evangelización y sería inadecuado pensar a un esquema de evangelización llevado adelante por actores calificados en el cual el resto del Pueblo fiel sería solamente receptivo de sus acciones». El sensus fidei impide separar rígidamente entre Ecclesia docens ed Ecclesia discens, ya que también la Grey posee un «instinto» propio para discernir los nuevos caminos que el Señor abre a la Iglesia.

Ha sido esta convicción a guiarme cuando he deseado que el Pueblo de Dios viniera consultado en la preparación de la doble cita sinodal sobre la familia. Ciertamente, una consultación de este tipo en ningún modo podría bastar para escuchar el sensus fidei. Pero, ¿cómo sería posible hablar de la familia sin interpelar las familias, escuchando sus alegrías y sus esperanzas, sus dolores y sus angustias? Por medio de las respuestas de los dos cuestionarios enviados a las Iglesia particulares, hemos tenido la posibilidad de escuchar al menos algunas de ellas en relación a las cuestiones que tocan muy de cerca y sobre el cual tienen mucho que decir.

Una Iglesia sinodal es una Iglesia de la escucha, con la conciencia que escuchar «es más que oír». Es una escucha reciproca en la cual cada uno tiene algo que aprender. Pueblo fiel, Colegio Episcopal, Obispo de Roma: uno en escucha de los otros; y todos en escucha del Espíritu Santo, el «Espíritu de verdad» (Jn 14,17), para conocer lo que Él «dice a las Iglesias» (Ap 2,7).

El Sínodo de los Obispos es el punto de convergencia de este dinamismo de escucha llevado a todos los niveles de la vida de la Iglesia. El camino sinodal inicia escuchando al Pueblo, que «también participa en la función profética de Cristo», según un principio querido en la Iglesia del primer milenio: «Quod omnes tangit ab ómnibus tractari debet». El camino del Sínodo prosigue escuchando a los Pastores. Por medio de los Padres sinodales, los Obispos actúan como auténticos custodios, intérpretes y testimonios de la fe de toda la Iglesia, que debe saber distinguir atentamente de los flujos muchas veces cambiantes de la opinión pública. A la vigilia del Sínodo del año pasado afirmaba: «da el Espíritu Santo para que los Padres sinodales pidan, sobre todo, el don de la escucha: escucha de Dios, hasta sentir junto con Él el grito del Pueblo, escucha del Pueblo, hasta respirar la voluntad a la cual Dios nos llama». Además, el camino sinodal culmina en la escucha del Obispo de Roma, llamado a pronunciarse como «Pastor y Doctor de todos los cristianos»: no a partir de sus convicciones personales, sino como testigo supremo de la fides totius Ecclesiae, «garante de la obediencia y de la conformidad de la Iglesia a la voluntad de Dios, al Evangelio de Cristo y a la tradición de la Iglesia».

El hecho que el Sínodo actué siempre cum Petro et sub Petro - por lo tanto no sólo cum Petro, sino también sub Petro - no es una limitación de la libertad, sino una garantía de la unidad. De hecho el Papa es por voluntad del Señor, «el perpetuo y visible principio y fundamento de la unidad tanto de Obispos cuanto de la multitud de los Fieles». A esto se une el concepto de »jerarchica communio», usado por el Concilio Vaticano II: Los Obispos están unidos al Obispo de Roma por el vínculo de la comunión episcopal (cum Petro) y al mismo tiempo están jerárquicamente sometidos a él como jefe del Colegio (sub Petro)

El carácter sinodal, como dimensión constitutiva de la Iglesia, nos ofrece el marco interpretativo más adecuado para comprender el mismo ministerio jerárquico. Si comprendemos que, como dice San Juan Crisóstomo, «Iglesia y Sínodo son sinónimos» - porque la Iglesia no es otra cosa que el «caminar juntos» de la Grey de Dios por los senderos de la historia que sale al encuentro de a Cristo Señor - entendemos también que en su interior nadie puede ser «elevado» por encima de los demás. Al contrario, en la Iglesia es necesario que alguno «se abaje» para ponerse al servicio de los hermanos a lo largo del camino.

Jesús ha constituido la Iglesia poniendo en su cumbre al Colegio apostólico, en el que el apóstol Pedro es la «roca» (Cfr. Mt 16, 18), aquel que debe «confirmar» a los hermanos en la fe (Cfr. Lc 22, 32). Pero en esta Iglesia, como en una pirámide dada vuelta, la cima se encuentra por debajo de la base. Por esto quienes ejercen la autoridad se llaman «ministros»: porque, según el significado originario de la palabra, son los más pequeños de todos. Cada Obispo, sirviendo al Pueblo de Dios, llega a ser para la porción de la Grey que le ha sido encomendada, vicarius Christi, vicario de Jesús, quien en la última cena se inclinó para lavar los pies de los apóstoles (Cfr. Jn 13, 1-15). Y, en un horizonte semejante, el mismo Sucesor de Pedro es el servus servorum Dei.

¡Jamás lo olvidemos! Para los discípulos de Jesús, ayer, hoy y siempre, la única autoridad es la autoridad del servicio, el único poder es el poder de la cruz, según las palabras del Maestro: «Pero Jesús los llamó y les dijo: «Ustedes saben que los jefes de las naciones dominan sobre ellas y los poderosos les hacen sentir su autoridad. Entre ustedes no debe suceder así. Al contrario, el que quiera ser grande, que se haga servidor de ustedes; y el que quiera ser el primero que se haga su esclavo» (Mt 20, 25-27).

Entre ustedes no será así: en esta expresión alcanzamos el corazón mismo del misterio de la Iglesia y recibimos la luz necesaria para comprender el servicio jerárquico.

En una Iglesia sinodal, Sínodo de los Obispos es sólo la más evidente manifestación de un dinamismo de comunión que inspira todas las decisiones eclesiales.

El primer nivel de ejercicio de la sinodalidad se realiza en las Iglesias particulares. Después de haber citado la noble institución del Sínodo diocesano, en el cual Presbíteros y Laicos están llamados a colaborar con el Obispo para el bien de toda la comunidad eclesial, el Código de derecho canónico dedica amplio espacio a aquellos que usualmente se llaman los «organismos de comunión» de la Iglesia particular: el Consejo presbiteral, el Colegio de los Consultores, el Capítulo de los Canónigos y el Consejo pastoral. Solamente en la medida en la cual estos organismos permanecen conectados con lo «bajo» y parten de la gente, de los problemas de cada día, puede comenzar a tomar forma una Iglesia sinodal: tales instrumentos, que algunas veces proceden con cansancio, deben ser valorizados como ocasión de escucha y de participación.

El segundo nivel es aquel de las Provincias y de las Regiones Eclesiásticas, de los Consejos Particulares y, en modo especial, de las Conferencias Episcopales. Debemos reflexionar para realizar todavía más, a través de estos organismos, las instancias intermedias de la colegialidad, quizás integrando y actualizando algunos aspectos del antiguo orden eclesiástico. El auspicio del Consejo de que tales organismos puedan contribuir a acrecentar el espíritu de la colegialidad episcopal todavía no se ha realizado plenamente. En una Iglesia sinodal, como ya afirmé, «no es oportuno que el Papa sustituya a los Episcopados locales en el discernimiento de todas las problemáticas que se plantean en sus territorios. En este sentido, advierto la necesidad de proceder a una saludable descentralización».

El último nivel es aquel de la Iglesia universal. Aquí el Sínodo de los Obispos, representando al episcopado católico, se transforma en expresión de la colegialidad episcopal al interno de una Iglesia toda sinodal. Eso manifiesta la collegialitas affectiva, la cual puede volverse en algunas circunstancias «efectiva», que une a los Obispos entre ellos y con el Papa, en el cuidado por el Pueblo de Dios.

El compromiso de edificar una Iglesia sinodal - misión a la cual todos estamos llamados, cada uno en el papel que el Señor le confía - está grávido de implicaciones ecuménicas. Por esta razón, hablando con una delegación del Patriarcado de Constantinopla, he reiterado recientemente la convicción de que «el atento examen sobre cómo se articulan en la vida de la Iglesia el principio de la sinodalidad y el servicio de quien preside ofrecerá una aportación significativa al progreso de las relaciones entre nuestras Iglesias».

Estoy convencido de que, en una Iglesia sinodal, también el ejercicio del primado Petrino recibirá mayor luz. El Papa no está, por sí mismo, por encima de la Iglesia; sino dentro de ella como Bautizado entre los Bautizados y dentro del Colegio episcopal como Obispo entre los Obispos, llamado a la vez, como Sucesor del apóstol Pedro- a guiar a la Iglesia de Roma, que preside en el amor a todas las iglesias.

Mientras reitero la necesidad y la urgencia de pensar a «una conversión del papado», de buen grado repito las palabras de mi predecesor el Papa Juan Pablo II: «Como Obispo de Roma soy consciente [...], que la comunión plena y visible de todas las Comunidades, en las que gracias a la fidelidad de Dios habita su Espíritu, es el deseo ardiente de Cristo. Estoy convencido de tener al respecto una responsabilidad particular, sobre todo al constatar la aspiración ecuménica de la mayor parte de las Comunidades cristianas y al escuchar la petición que se me dirige de encontrar una forma de ejercicio del primado que, sin renunciar de ningún modo a lo esencial de su misión, se abra a una situación nueva».

Nuestra mirada se extiende también a la humanidad. Una Iglesia sinodal es como un emblema levantado entre las naciones (cfr. Is 11, 12) en un mundo que - aun invocando participación, solidaridad y la transparencia en la administración de la cosa pública - a menudo entrega el destino de poblaciones enteras en manos codiciosas de pequeños grupos de poder. Como Iglesia que «camina junto» a los hombres, partícipe de las dificultades de la historia, cultivamos el sueño que el redescubrimiento de la dignidad inviolable de los pueblos y de la función de servicio de la autoridad podrán ayudar a la sociedad civil a edificarse en la justicia y la fraternidad, generando un mundo más bello y más digno del hombre para las generaciones que vendrán después de nosotros.

24 comentarios

Lego
Cricri... cricrí...cricrí...
17/10/15 9:16 PM
Hermenegildo
"En este sentido, advierto la necesidad de proceder a una saludable descentralización".

Esperemos que no se trate de conferir a las Conferencias Episcopales la potestad de decidir sobre los principios doctrinales.
17/10/15 10:06 PM
Una
¿Está en definitiva anunciando, anticipando o justificando que aprobará lo que diga la mayoría de los obispos del sínodo buscando ese sensus fidei? Nos acercamos cada vez más a la forma de funcionar de la Iglesia ortodoxa.¿Será por eso que desde el principio insistió en llamarse a sí mismo, obispo de Roma.
17/10/15 10:16 PM
Leonardo
Qué es la iglesia sinodal?
17/10/15 10:59 PM
Leonardo
Qué es la conversión del Papado?
17/10/15 11:00 PM
Mª del Pilar
Estamos haciendo oración por el Sínodo, pero esto...¿hacia donde vamos?
¡Envía Señor Tu espíritu!
17/10/15 11:53 PM
williams
Como decia el Santo Padre Pio..."reza, ten fe y no te preocupes". "Las fuerzas del infierno no prevaleceran" dijo nuestro señor. !Acaso no tienen fe!. Saldrá victoriosa la iglesia de esta batalla de apostasia sea ordinariamente o extraordinariamente. Conocemos que al menos hay 13 cardenales dispuestos a dar batalla y muy posiblemente por las mismas conferencias episcopales de donde provienen el doble mas tras bastidores. Eso hace mas o menos 40% de cardenales determinados a dar batalla por la doctrina y la moral católicas. Tal vez un 30 % esperando el momento y la hora, y un 30% decididamente anticristiano. Y el "AZ" bajo la manga de los Tradicionales y/o doctrinalmente sanos es....el aún PAPA EMERITO....que por alguna razón Dios lo quiere aqui abajo aún a pesar de según él "no tener fuerzas materiales ni espirituales para llevar la barca de pedro". Bergoglio arma y pide armar lio.......pero llegara quien ponga y dicte quietud. No creo que pasen más de 5 años para que la quietud llegue.....porque la iglesia misma a través de la Santísima Trinidad la impóndra. Gloria a la Santísima Trinidad en la Tierra y en el Cielo
18/10/15 12:41 AM
Paquita
¿Consenso universal en cosas de fe y de moral??? ¿Eso es lo que estamos viendo en el Sínodo actual?
No estoy familiarizada con las cuestiones y el lenguaje del gobierno de la Iglesia pero me entristece no leer que la única autoridad en la Iglesia es Jesucristo, que somos su cuerpo y que estamos a su servicio en su obra de Salvación y para el advenimiento de su Reino, no para generar un mundo más "fraterno, solidario, bello y digno del hombre". Ya estamos en un mundo digno del hombre, se supone que queremos un mundo digno del Creador. Por otro lado, si la autoridad es de Jesús y el Papa es su vicario no veo claro lo de la descentralización.
Pero es que yo no entiendo nada. Creo que entenderé mejor estas palabras del Papa cuando vea el resultado final de este Sínodo.
18/10/15 1:26 AM
Beatriz Mercedes Alonso (Córdoba - Argentina)
"El Pontífice explicó que en una Iglesia sinodal «no es oportuno que el Papa sustituya a los Episcopados locales en el discernimiento de todas las problemáticas que se proyectan en sus territorios». Por lo que «advierto de la necesidad de proceder en una saludable ‘descentralización’».

Hermenegildo dice: "Esperemos que no se trate de conferir a las Conferencias Episcopales la potestad de decidir sobre los principios doctrinales".

Hermenegildo: Creo que apunta a eso justamente. Eso era lo que querían precisamente, Kasper, Marx y cía. Poder decidir localmente sobre la problemática que a ellos les interesaba. Y, en ese caso, ¿dónde quedarían: "La Iglesia es Una, Santa, Católica y Apostólica"; "Y tu eres Pedro y sobre esta Piedra edificaré Mi Iglesia"; "y tú confirma a tus hermanos"; etc., etc., etc.?

Pero eso no va a ocurrir, porque el Espíritu Santo protege a Su Iglesia, y las puertas del infierno no prevalecerán contra ella. De lo que estoy segura es de que algo va a ocurrir que impedirá la división de la Iglesia Católica Apostólica y Romana. Nuestro Señor Jesucristo es su Cabeza y la Iglesia no escapará a su dirección. Nada hay imposible para Dios.

Bendiciones.
18/10/15 4:12 AM
Lego
¿El conciliarismo no es acaso una herejía? ...vale para el sinodalismo...
18/10/15 5:26 AM
Peregrino
Menudo lío. Yo creo que desde que Dios se hizo Hombre para decirle al hombre qué es ser Hombre, sobran las teorías y disquisiciones a cerca de lo que Dios ya ha dicho. Montar un sínodo para escuchar verborreas contrarias a La Revelación y al final para no poder cambiar nada de La Doctrina me parece liarla. Hay que caminar juntos en La Verdad, no revueltos en los tiempos y sus conveniencias. El Espíritu Santo no puede estar diciendo una cosa en la iglesia Alemana y otra en la Africana, eso está claro. Y si, la única autoridad es el servicio, pero el servicio a Dios no al mundo.
18/10/15 10:29 AM
Pepito
En la Iglesia la única autoridad es la del servicio, pero el primer servicio es conservar y transmitir incólume el Depósito de la Fe y vigilar celosamente para que no se desvirtúe con pastorales heterodoxas como las que pretenden Kasper, Marx y cía.

Si no somos capaces de conservar, transmitir y aplicar la vera Doctrina en todas y cada una de las Diócesis de la Iglesia, por muy descentralizados que estemos, estamos fallando en lo más básico y elemental del servicio.

La descentralización de la Iglesia nunca puede justificar que cada Obispo en su Diócesis tenga poder para decidir y poner en práctica una pastoral heterodoxa contraria al Depósito de la Fe.

En el caso, Dios no lo permita, de que el báculo de Pedro se muestre vacilante, la vara de Pablo debe mostrarse restallante. Contra posible flaqueza petrina, enérgica vara paulina.
18/10/15 1:06 PM
AGQ
Una Sinodalidad sana es algo deseable y no choca con el papel del Papado en la unidad de la Iglesia. Es el modelo de las Iglesias Católicas Orientales, no sólo de las Ortodoxas. El asunto es que esta Sinodalidad está basada en la unidad de Fe y Doctrina y este flatus vocis del Papa me suena a todo lo contrario de esto, a saber, que cada Obispo haga doctrinalmente lo que le dé la gana y el Papado de perfil sin poner orden. Me temo que este desconcierto es lo que está encubierto en estas palabras.
18/10/15 1:48 PM
Beatriz Mercedes Alonso (Córdoba - Argentina)
"... el Concilio Vaticano II proclama que «la totalidad de los Fieles, teniendo la unción que viene del Santo (Cfr. 1 Jn 2,20 y 27), no puede equivocarse en creer, y manifiesta esta propiedad mediante el sentido sobrenatural de la fe de todo el Pueblo, cuando DESDE LOS OBISPOS HASTA EL ÚLTIMO DE LOS FIELES LAICOS MUESTRA SU CONSENSO UNIVERSAL EN COSAS DE FE Y MORAL»".

Por favor, que alguien me indique dónde está ese consenso universal en cosas de fe y moral que muestran desde los Obispos hasta el último de los fieles laicos.
LO PEOR DE TODO ES QUE NO EXISTE TAL CONSENSO CON LAS ENSEÑANZAS DE JESUCRISTO, QUE ES LA CABEZA DE LA IGLESIA.

A LOS MIEMBROS DEL SÍNODO:
En cuanto comiencen a prestar la debida atención a las enseñanzas de nuestro Señor Jesucristo y a tenerlas en cuenta para las decisiones que tomen se van a terminar todas las divisiones que se están dando en este momento dentro del Sínodo y, por ende, dentro de la Iglesia.
No quisiera estar en el pellejo de aquellos que con su actitud son causa de esta división. Me parece que algunos no han tomado verdadera conciencia de la gravísima responsabilidad que cargarán sobre sus espaldas y de la que tendrán que rendir cuentas delante de Dios.
Que el Espíritu Santo los ilumine.
18/10/15 2:58 PM
CCCP
- "en una Iglesia sinodal «no es oportuno que el Papa sustituya a los Episcopados locales en el discernimiento de todas las problemáticas que se proyectan en sus territorios».

Lo que ha ocurrido es que el sector progre no ha podido imponer las novedades kasperianas a la Iglesia universal, al tropezar con denodada resistencia africano-polaco-norteamericana. Así que probablemente se va a optar por dar carta blanca a cada conferencia episcopal nacional para que diseñe su propia política "pastoral" en estos asuntos. Los alemanes harán de su capa un sayo y darán la comunión a los divorciados, "misericordia" a las parejas gays, etc. Los africanos, si quieren, podrán seguir con la doctrina tradicional.

Es muy grave. "Católico" significa "universal". Una iglesia que admite el pluralismo-relativismo nacional en materias decisivas no sería ya la Iglesia Católica, me temo.

Antonio Socci hace un análisis muy lúcido en la entrada de hoy en su blog.
18/10/15 3:12 PM
Alejandro LC
Beatriz, los ortodoxos se separaron y también los protestantes. Permanecerá la Iglesia Católica, pero eso no significa necesariamente que algunas ramas no vayan a ser desgajadas.

La solución que parece que se está perfilando me recuerda a una reedición de la paz de Westfalia. En aquella, se estableció que cada príncipe determinase la religión de su estado (y con esto se hizo gran presión para que sus súbditos la adoptaran a su vez), y ahora parece que se pretende que cada obispo pueda cambiar la doctrina a su gusto, dejando así nuevamente desamparados a los bautizados que tenga bajo su autoridad y que quieran mantenerse fieles.
18/10/15 4:12 PM
Néstor
De todos modos, este Sínodo sigue siendo solamente un órgano consultivo, y sus pronunciamientos no son Magisterio de la Iglesia. Si se quiere cambiar eso, deberá valer en todo caso para un Sínodo posterior.

Saludos cordiales.
18/10/15 4:46 PM
Néstor
Sería paradójico además que se quisiera imponer una "descentralización" por sola voluntad del Papa.

Saludos cordiales.
18/10/15 4:47 PM
Beatriz Mercedes Alonso (Córdoba - Argentina)
Alejandro LC:

No me refería a que nadie se fuera a apartar de la Iglesia. Visto como están las cosas, las posiciones son aparentemente irreductibles, aunque para Dios no hay nada imposible: ni las conversiones más inesperadas.

Lo que estaba expresando era mi convencimiento de que la intervención divina impediría la "SALUDABLE ‘DESCENTRALIZACIÓN’" de la que habla el Papa Francisco. ‘Descentralización’ que -a mi entender- sería causa de la fragmentación de la Iglesia, ya que los Episcopados locales gozarían de la autoridad necesaria para decidir sobre todas las problemáticas que se proyectan en sus territorios (léase dar la comunión a los adúlteros). No soy muy entendida y tal vez esté haciendo una lectura equivocada del tema. Ojalá me equivoque en mi interpretación.

Bendiciones.
18/10/15 7:45 PM
Pedro Jesús García
"Debemos proseguir por este camino. El mundo en el que vivimos, y que estamos llamados a amar y servir también en sus contradicciones, exige de la Iglesia el potenciamiento de las sinergias en todos los ámbitos de su misión. "
¿Servir al mundo en sus contradicciones?
No, geracias.
18/10/15 11:27 PM
Pedro Jesús García
"Para el Beato Pablo VI, el Sínodo de los Obispos debía volver a proponer la imagen del Concilio ecuménico y reflexionar sobre su espíritu y el método. "

¿Alquien me puede explicar cuál es "el espíritu" del Concilio?
En 50 años cada quien le ha puesto el espíritu que le ha dado la gana pñara destrozar la Tradición Católica.
18/10/15 11:30 PM
Una
Williams
Después de la tempestad llega la calma.
Empiezan a divisarse los nubarrones. Empieza a cubrirse el cielo con algo denso y asfixiante.
Antes llegará la tormenta para la purificación frente a tantos desmanes.
19/10/15 8:40 AM
Una
Néstor
Resultaría paradójico, pero a la vez, posible.
19/10/15 8:57 AM
Pedro Jesús García
La verdad es que este discurso del Papa, hace plantearse a cualquier católico las siguientes cuestiones y conceptos:
* Universal, de las personas integrantes de la Iglesia de todos los tiempos y lugares.
* Unanimidad, acuerdo de todos, sin excepción y sin exclusión.
* Autoridad doctrinal, concedia por Cristo a San Pedro. "Tú eres Pedro..." y delegada por el Papa a los obispos en comunión con Él y , a su vez, delegada por éstos a los sacerdotes en comunión con su obispo. Ahí acaba la autoridad doctrinal (de FE Y MORAL), no pasa a los seglares, al "Pueblo" fiel, por muchos estudios que tengan.
* Colegialidad, como instrumento de deliberación y consulta papal, carente de autoridad sin la confirmación papal, y más aún, cuando contradiga al Magistero Infalible.
* Ecumenismo, entendido como diálogo con otras "creencias", para atraerlos a la única y verdadera Iglesia de Cristo.
* Iglesia docente, la que enseña, o sea, el Papa, los obispos, sacerdotes y seglares, con autorizaciones y respeto según jerarquía, de arriba hacia abajo para autorizar, y de abajo hacia arriba para respetar y obedecer.
* Evangelizacíón, en cuanto a extender el Reino de Dios, según Cristo nos enseñó, no según las ideas peregrinas de cualquier bautizado, y menos para predicar doctrinas ajenas o contrarias al Magisterio.
* Interpretación correcta del Concilio Vaticano II, que como Concilio "pastoral", - según discurso de apertura de San Juan XXIII, y según discurso de clausura de S.S., el Beato Pablo VI
19/10/15 12:28 PM

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