(Milenio/InfoCatólica) “El derecho de una mujer a cuidarse a sí misma y decidir sobre su propio desarrollo, no debe ser confundido nunca con la decisión arbitraria de atentar contra otra vida humana en su estado más vulnerable y frágil, como lo es un niño en el vientre de su madre.
“El aborto, tal como se practica en el Distrito Federal, se ha convertido en la principal escuela de desorientación para los jóvenes y en el principal motivo de irresponsabilidad en el ejercicio de su sexualidad. No es una casualidad que en estos últimos años se haya disparado el nivel de embarazos entre las adolescentes, con la consiguiente falta de respeto a la vida”, explica el editorial, titulado «Ciudad homicida».
El semanario recordó que “algunos defensores de los derechos humanos guardan un cómplice silencio ante el genocidio que se está practicando en el Distrito Federal”.
El medio propiedad de la Iglesia en México DF se pregunta si “es un derecho humano matar a un ser humano indefenso. Desafortunadamente, entre aquellos que aspiran a algunos cargos públicos en la Ciudad de México, se encuentran quienes impulsaron estas leyes injustas e inhumanas en la Asamblea Legislativa del Distrito Federal”.
El editorial añade que “No podemos acostumbrarnos a la violencia de los criminales, debemos trabajar como sociedad para recuperar la seguridad, no sólo combatiendo y reprimiendo a los delincuentes, sino, sobre todo, recuperando los valores morales y éticos que orienten a la sociedad. Esto comienza cuando somos capaces de cuestionar leyes inmorales que atentan contra la vida humana y contra su dignidad incontestable. El testimonio del verdadero creyente está por encima de estas leyes: es el testimonio de quien ama y respeta la vida humana como primer paso de humanidad y trascendencia”
En el semanario también se destaca que “ante la inoperancia, y muchas veces la complicidad de las policías locales, las Fuerzas Armadas han salido a las calles para brindar un poco de seguridad a la ciudadanía contra los narcotraficantes, los extorsionadores y los secuestradores. Por eso el repudio de la barbarie de estos criminales es unánime. Este problema muestra algo muy grave y muy profundo: se ha perdido el respeto a la vida humana y a su dignidad”.
